Éxtasis de alcohol y noche gélida plantean situaciones de sinceridad en el escenario, las situaciones se muestran y la incontinencia se hace presente.
Ella entonces tomó su mano y lo besó en la boca sin inhibición alguna, sin saber que estaba comenzando su nuevo fracaso, él no quiere aceptarlo pero no se conoce y presiente que la desilusión se hará presente en sus labios otra ves más. El dolor de dos nunca es suficiente para los divinos, por eso el destino acerca a sus victimas para que el teatro barroco surja de las lagrimas y el sudor del sexo casual.
Hoy su amor jurado ha retornado de la nada como un fantasma de pasión postergada, pero su fidelidad es ahora ocupada por alguien más.
No hay mas que sufrimiento cayendo sobre los pómulos ruborizados por una apresurada elección, un sí incalculado, una promesa que hoy sabe que con el tiempo no podrá cumplir, pero no irá en contra, él toma la posibilidad de callar y seguir sin lastimar, concientemente. Probará quién sabe que torpe decisión de tonto enamorado, pero se debe sinceridad y se reclama pasión, amor.
En ocasiones se entregará libertinamente a ésta, que lo manipule como ella se lo merece, pero en los actos carnales, en la consumación del acto, por sus poros no saldrá mas que su amor por esa mujer morena, la recordará, la besará mientras se sacia con ese otro cuerpo inocente.
El enamorado comparte el mismo tiempo que su amor secreto, este sentimiento prevalece a pesar de las malas jugadas de sus vidas frenéticas, su pasión por ella ni se compara con su actual caridad libidinosa, eso lo destroza, al saber que su pasar amoroso no es mas que un engaño de complacencia.
Fatigado por su propio flagelo moral se recuesta sobre el vientre de ella, mientras lo acaricia, esperando el fin de la cuenta regresiva que lo liberará de una explosión, o morirá ahogado en un lago de amor, dolor y lagrimas formado por tres desafortunados actores del teatro barroco.
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