Que bella noche de invierno,
un tanto fría,
pero la luna te mece
y tu silueta me deja ver.
Un par de estrellas palpitantes,
como perlas en el océano,
con tus ojos se confunden.
Y esa nube lejana
viene en tu encuentro.
Yo tan tonta
tras las cortinas me escondo
y observo desde lejos,
como si tú, desde
el otro lado del mundo
fueras a ver mi mirada vidriosa
y esa gota de agua
que cayó en la ventana,
hace un rato,
como el rocío de la mañana.
Lágrimas que brotaron
y que la noche no se merece…
Ahora tú te has ido
aquella nube cubrió tu cuna
y deberé esperar horas
para volverte a ver.