Estaba desesperada, no sabia que hacer, ni a donde ir, camine, corrí, por las calles durante horas como un fantasma, nadie me veía, nadie me escuchaba, la gente me traspasa, me hería profundamente.
Mil penas, mil recuerdos, y rostros agobiaban mi alma.
La soledad me inundaba.
Y la muerte… la muerte despiadada se burlaba de mi, disfrutaba verme sufrir, y cuando me acerque a ella a pedirle que me llevara, hecho a reír.
Mi vida no tenia sentido, era un envase vació, nada quedaba ya de mi.
Hasta que alguien me tomo por la espalda, acerco su rostro a mi oído y susurro muy bajito pero con una claridad increíble: Te amo y estoy contigo, despierta ya Mi Princesita de Luz. El sol se poso en la ventana, ven conmigo, corramos las cortinas…
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