Hoy despierto sin nada que hacer. El día está soleado, aunque de pronto comienza a nublarse. Lloverá, no lloverá ?. Al caso es lo mismo. Como casi siempre, pienso en Iveth, en que ayer íbamos a vernos pero ella tuvo que salir de emergencia fuera de la ciudad, un problema familiar, me dijo. Tal vez la vea el lunes, o el martes; una salida pendiente al cine, o al café, aunque yo en realidad sólo bebo té. Anoche deambulaba por los pasillos casi vacíos de comercial mexicana, como acostumbro hacer cuando me siento deprimido, y por el sonido local tocaban una canción de Rocío Dúrcal que me hizo pensar insistentemente en Iveth, algo que dice: Cómo han pasado los años, las vueltas que dio la vida, y aquí estamos frente a frente, como dos adolescentes, como la primera vez. Y fue de pronto sentir ese ligero y hondo vacío que me ataca cada vez que pienso en ella y no estoy con ella. Más ahora que en un par de semanas se irá a trabajar fuera, en cuanto le asignen nueva plaza, y tal vez pase mucho tiempo para que pueda volver a verla. Justo en este mes en que transcurren dos años de haberla conocido, casualmente, como suelen ocurrir las mejores cosas de la vida. Sorpresivamente. La canción continúa, y pocas veces me había sentido tan oprimido por la voz de la Dúrcal. "Cómo han pasado los años...". La canción termina. De vuelta estoy en casa, otro Sábado por la noche un tanto solitario. Me encierro en el cuarto de uno de mis hermanos, que ya no vive en casa, y pongo una de sus viejas cintas de Depeche Mode en la grabadora de papá y comienza de nuevo. Enjoy the silence, es lo que ahora escucho. "All i ever wanted, all i ever needed is here, in my arms". Así era cuando estaba con ella. Todo lo que quería, todo lo que necesitaba estaba ahora lejos, o más bien "terriblemente lejos", como en uno de mis poemas que siempre la buscan, y ella está allá, al fondo de la página en blanco, mirando siempre al vacío. Una de esas veces en que de pronto sientes que la soledad de verdad te duele, te cala, te llega, y ni esos escapes nocturnos, ni esas rolas de "ánimo" funcionan, y solamente te tienes a ti y a un recuerdo que hay en ti. Y nada más.
En fin, eso fue anoche. Hoy, el cielo soleado que comentaba más arriba, está ahora nublado. "Nunca ha sido tan tarde como hoy a las dos con veintidós", parafraseando a Roque Dalton. Me consuelo, me digo a mí miso que esto no es del todo real, ni tan hondo ni tan abrumador, es simplemente que estoy sin ella.
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