Soy gordo. Soy asquerosamente gordo. Soy el ser humano más gordo que conozco. Lo único que tengo es exceso de peso en todo el cuerpo. Tengo los dedos gordos. Tengo las muñecas gordas. Mis ojos son gordos. (¿Puedes imaginar ojos gordos?) Tengo muchos kilos de más. Se desparrama la carne sobre mí como el chocolate caliente de un helado.

Ahora soy flaco. Soy asquerosamente flaco. Soy el ser humano más flaco que conozco. Mis kilos de más han desaparecido sorpresivamente. Mis dedos son esqueléticos y mis muñecas raquíticas. ¿Mis ojos? Mis ojos están demacrados y olvidados. Los huesos se mezclan entre las escasas carnes que rodean mi tembloroso cuerpo.

Las transformaciones no cesan. Tengo miedo de avanzar. Pero de no hacerlo, mi vida estaría confinada a cambios permanentes. Gritos de seres humanos horrorizados se acercan. Comprendo que no soy el único a quien se le modifica su aspecto. Siento que se acerca una nueva alteración. Miro hacia atrás. Algunos ríen, otros lloran. Me quedo en un silencio profundo. Una rara turbación se apodera de mí y me obliga a cerrar los ojos.

Los abro en forma lenta. Me sorprendo:

Ahora soy alto. Soy asquerosamente alto. Soy el ser humano más alto que conozco. Mi cuerpo ha perdido forma y se asemeja a una gran rama seca. Tengo los dedos tan largos que no alcanzo a divisar mis uñas. (No recuerdo haberlas limpiado). ¿Mis ojos? Mis deformes ojos casi no pueden ver. Los huesos han perdido consistencia y parece que fueran a quebrarse ante el menor esfuerzo.

No estoy dispuesto a una nueva transformación, pero no tengo opción. Debo recuperar la forma habitual de mi cuerpo, de mi vida, de mi alma. Dicen que algunos seres vivos se olvidaron de sus orígenes y no lograron reconocerse a si mismo nunca mas. ¿Será mi caso? Se acerca mi cumpleaños numero siete. ¿Quién asistiría al festejo de un ser humano diferente? La respuesta me da fuerza para continuar. Diviso una luz al final. Esa podría ser mi vía de escape o mi final definitivo.

Ahora soy enano. Asquerosamente enano. Soy el ser humano mas enano que conozco. Lo único normal que tengo es mi cabeza, pero a comparación con el resto del cuerpo adquiere una forma ovalada y desproporcionada. Mis dedos no los puedo ver. ¿Mis ojos? Mis ojos son dos esferas de fuego incandescente. Los huesos ya no están o no los encuentro.

Estoy solo, muy solo. Mis padres ya se deben haber olvidado de mi existencia. Tomo conciencia de que me hicieron una trampa; pero ahora que lo medito ellos solo quieren que no festeje mi cumpleaños numero siete. Si salgo de esta pesadilla me escucharán maldecir por primera vez. Se acerca la luz. Solo queda una ultima metamorfosis de mi abatido cuerpo y mi demacrada alma. Luego de esta experiencia sin dudas que no regresaré a este lugar.

Soy normal. Soy divinamente normal. Soy el ser humano más hermoso que conozco. Mi cuerpo esta en armonía. Mis dedos y mi muñeca en sintonía. (Veo que mis uñas están limpias). ¿Mis ojos? Mis ojos pueden observar y lagrimean de emoción. Ya no sufro más transformaciones. He recuperado mi alma y mi existencia.

Doy el paso final y salgo de ese raro laberinto de espejos. Mis padres esperan ansiosos por mí. Los veo a la distancia y corro hacia ellos. Los abrazo. Los beso. No les cuento de mis transformaciones, de mis miedos, mucho menos de la pérdida momentánea del alma. Ellos nunca entenderían que el ser humano puede sufrir mutaciones irreversibles de cuerpo y ánima.

Se aproxima mi cumpleaños numero siete. Se han evaporado las ganas de maldecir.


(FIN)