Quince Sueños

Quince minutos antes de conocerte no me importabas. Quince años después vuelvo a sentir lo mismo por ti.

Quince años teníamos quince años atrás. Quince sueños de los tuyos eran iguales a quince sueños míos. ¿Dónde están esos quince sueños? Encerrados en quince cajas, una dentro de otra, bajo quince llaves para quince cerraduras. ¿Dónde están esas llaves? Año tras año, quince veces cerramos una caja y quince veces olvidamos en donde dejamos la llave.

Te propongo que recordemos qué hay dentro de cada una de esas quince cajas. La primera caja, la más pequeña, contiene nuestros viajes. Aquéllos que nunca realizamos. Decidimos ahorrar para nuestra casa y los postergamos ya por quince años. La segunda contiene nuestros deseos de ser artistas. ¿Por qué dejaste de cantar, si lo hacías tan bien? Yo no pude continuar pintando, por la falta de tiempo. La tercera caja ya casi ni la recuerdo. Contiene nuestros ideales solidarios. Desde que olvidamos esa llave sólo hemos sido solidarios con nosotros mismos. La cuarta caja contiene nuestros deseos de conocer más. ¿Recuerdas nuestras conversaciones de horas? No entiendo cómo llegamos a cambiar esas discusiones de dos mentes tan abiertas por las peleas sin sentido que comenzaron a aparecer luego de perder esa llave. En la quinta están escondidas nuestra buenas lecturas. ¿Recuerdas aquellas novelas y ensayos que nos hacían pensar y nos daban tema de discusión? Yo casi no las recuerdo. Sólo recuerdo los manuales técnicos que comenzamos a leer desde que perdimos esa quinta llave. En la sexta quedó el sueño de una familia numerosa. Está bien, después del primer y único hijo uno cambia su forma de pensar. La educación está cada día más cara y debíamos asegurar su futuro. La séptima caja contiene nuestro optimismo por la vida. ¿Recuerdas cuando decíamos que no debíamos preocuparnos por tonteras, que todo tiene solución y que el día de mañana siempre será mejor? Junto con esa llave comenzamos a perder gran parte de nuestra felicidad. En la octava caja quedó guardado nuestro romanticismo. ¿Hace cuánto tiempo que no nos decimos que nos queremos en forma espontánea? La novena caja se llevó nuestra inocencia. Desde que perdimos esa llave comenzamos a desconfiar del resto de la gente y hasta de nosotros mismos. La décima caja guarda nuestra creatividad. Junto con esa llave se nos esfumó el deseo de inventar, desde entonces todo ha sido una rutina. En la décimo primera se fue nuestro sentido lúdico. Nos volvimos unos viejos graves. ¿Recuerdas cómo jugábamos a entretenernos el uno al otro? La décimo segunda caja almacena nuestra sociabilidad. A nuestros amigos les encantaba visitarnos, hacíamos fiestas, las conversaciones y la amistad florecían en nuestro hogar. Luego de perder esa llave nos volvimos huraños y perdimos una gran cantidad de buenos amigos. La décimo tercera caja encierra nuestra tolerancia. Luego de cerrar ese caja dejamos de soportarnos y las peleas se hicieron constantes. La décimo cuarta contiene nuestro espíritu de superación. Luego de perder esa llave dejamos de importarnos y ya no teníamos remedio. La última caja que cerramos contiene nuestra sensualidad. Ya no nos interesó ni siquiera atraer al otro.

Quince minutos después de recordar nuestros quince sueños me vuelves a importar. Quince años nos tomó encerrar nuestros quince sueños en las quince cajas, bajo quince llaves para quince cerraduras. Quince años más estoy dispuesto a invertir en buscar, una a una, las quince llaves perdidas. Te propongo que año a año nos concentremos en las cerraduras que fuimos cerrando, y que busquemos en lo más profundo de nuestros recuerdos las llaves perdidas. Una a una las cajas se abrirán y cada año liberaremos un sueño encerrado, lo volveremos a hacer nuestro y luego de quince años, quince sueños comunes tendremos.

Jota