Luís, como en un papel no bastaba
decidí escribir en cada poro de tu cuerpo
la más deliciosa miscelánea de amor
con mis falanges más profanas.
Acaricio tu cuerpo de mañana,
entre mis manos, tu cabellera plateada,
y tu cuerpo de niño, silencioso y tibio.
Recitando la tierna alabanza de mis cálidos versos
impregné de miel tu carnosa boca,
dejándote esa dulzura que aloca
como una viva estrofa de amor.
Fueron mis labios hablando por si mismos,
el dulce espíritu de su poesía,
lloraste Luís, el poema más hermoso,
con un diluvio de besos,
con esa pasión masculina, tu ser se diluye,
sin escatimar, en el juego de la aventura.
Mis besos sagrados,
realidad de la hermosa vida juntos,
jóven, te lucías hombre y
cada vez que consentías
la revelación de la entrega,
en ese encantado momento,
se elevaron todas las colinas
en un tributo alucinado.
Luís, tu corazón enamorado, viaja
en este maravilloso aposento,
entregado a mi estrella, te acoges, te recoges,
en la infinidad del dulce mundo.
Luís, la más intensa sensación sideral albergas,
mientras riegas mis celestes praderas
en plena emulsión de la vida.
Al dulce contacto, de la magia perturbadora,
con que mi profana boca, te escribe el poema,
vibras sensible, cariñoso y tierno,
el torrente ardiente, de todo tu cuerpo,
Asombrados, tus ojos felinos
con su perfil de forastero,
gozas con sus formas y colores
el pleno de las tiernas sensaciones
de la varonil poesía.
Con el olor del cuerpo marino,
las espumosas olas del cielo,
entibian tus celestes senderos,
y toda las dimensión de tu cuerpo empapada
queda, del manjar, más duradero, Luís, mi amor
(7-10-2006) |