De medios y de cuartos
Agradezco de todo corazón la invitación a dejar mis humildes reflexiones en este foro y espero no decepcionar (demasiado) a los que me han traído hasta aquí.
Hace unas pocas columnas el maestro Graju, en esta misma sección, me dejó literalmente colgado de un tema que me resulta apasionante: La educación. He tenido la suerte de vivir y disfrutar en primera persona de la extraordinaria experiencia de la docencia y debo reconocer que Juan no solo lleva razón, sino que el llamado sistema educativo “formal” es imperfecto (personas que evalúan personas con sus limitaciones y circunstancias) y además incompleto, ya que cubre solo una parte del aprendizaje y un tiempo limitado en nuestras vidas.
Como apuntaba Juan, el sistema educativo actual (“formal”) solo pretende asegurar unos niveles formativos medios, siempre crecientes eso si, que arrojan unos datos macro muy buenos a base de sacrificar muchas capacidades micro (los dichosos niveles de los que hablaba Juan).
Pero mi enfoque no va por ahí y si por uno de los grandes puntales de la educación, que llamaré “no formal” o “no estructurada”, y que tiene que ver con nuestra libertad de elección, nuestras aficiones e inquietudes, nuestra disciplina y voluntad, nuestro entorno, nuestra capacidad de asimilación y síntesis y en definitiva con nuestra actitud hacia la formación continua que complete nuestra educación, mas allá de sistemas tutelados, guías de conducta y comportamiento y resto de recetas variopintas que intentan “adoctrinarnos” en lugar de cultivarnos pluralmente.
Resulta habitual escuchar la frase “es que no vale para estudiar” o que “los estudios no se le dan bien”, como excusa para huir sistemáticamente de cualquier hecho cultural o educativo. Sin duda esto se corresponde más con un problema de niveles que de capacidad, al igual que sucede en una escalera, donde podré ser capaz de subir un escalón tras otro si los escalones no son excesivamente altos y caso contrario deberé elegir una escalera cuyos escalones se ajusten a mis piernas si quiero subir hasta un sitio mas elevado aunque mas bajo que el primero.
Si bien es verdad que la capacidad y el nivel están relacionados, la capacidad es la que debe ajustar el nivel y no al revés. En cualquier caso y como si de un dogma de fe se tratara, se puede afirmar que siempre habrá una acción formativa ajustada a un nivel que obre el milagro de la educación.
Volviendo al proceso de educación “no formal” y a la distribución de niveles heterogénea que presenta la sociedad, resultan ser los medios de comunicación uno de los herramientas más relevantes de este fenómeno educativo y que juegan un papel fundamental no solo en la creación de opinión, que es indudable, sino también en la divulgación de modelos y valores que a su vez modelan, instrumentalmente, actitudes sociales.
Según datos de 2005 procedentes del Ministerio de Cultura español, el tiempo medio que dedicamos los españolitos a los medios de comunicación es de 32 horas semanales (unas 4,6 horas/diarias), donde reina la TV con el 59% del tiempo medio, seguida por la prensa escrita (periódicos y revistas) con el 32% y la radio e Internet con el 9% restante. Abundando en la cuestión, si lo ponderamos en relación al tiempo útil del que disponemos a diario, no creo que a nadie le quepa la menor duda que los medios de comunicaciones juegan un rol mas que destacado en la “educación/formación continua” de la sociedad.
Los medios de comunicación son frecuentemente vilipendiados y resulta su ataque casi un deporte nacional. ¿Quién conoce a alguien no se queje de la TV o de ciertos medios de la prensa escrita? A decir verdad pocos podrían contestar afirmativamente a esta pregunta. No obstante, los índices de audiencia indican realidades distintas a las que expresamos. Casi todos vemos preferentemente sesudos documentales aunque sus índices de audiencia digan lo contrario. Otra pequeña mentira piadosa que nos hace sentir mejor y más ilustrados. Pero mentira al fin.
No me gustaría caer en el tópico que denuncio, aunque sé a ciencia cierta que es imposible no hacerlo, por lo que no me cebaré en exceso en los reality shows y sus “frikis” que pululan por los medios con sus sesudas “tertulias” sobre otros “frikis” y demás asimilados de la farándula: Una verdadera y orgánica “frikicracia” que se alimenta a si mismo, pero sin olvidar que quien los sostiene es la propia sociedad que también los critica. ¿Otra incongruencia?..... sin duda que la es, pero es que somos así.
Muchos dicen que los medios son el reflejo de la sociedad, lamentablemente debo disentir con cierta rotundidad que intentaré razonar: Los medios reflejan lo que quieren reflejar, sesgan la información y tienden a crear modelos de realidad y opiniones interesadas.
Centrándome en la referida influencia que tienen los medios en la creación de opinión, divulgación de valores y modelos sociales, resulta alarmante desde mi pequeña y humilde atalaya ciudadana ver como los medios de comunicación (en el caso español, aunque seguramente sea extrapolable a otras latitudes) se han visto radicalizados en la última década y se han alejado de la sociedad, casi tanto como lo ha hecho la clase política.
Gran cantidad de los debates y cuestiones que los medios impulsan o sofocan, son, en muchos casos, ajenos a la sociedad o en su defecto muy distantes a las preocupaciones más acuciantes para la ciudadanía. Tal es así que los propios medios han asumido el rol de informarnos puntualmente de cuales son nuestras supuestas preocupaciones reales y prioridades a través de estudios de campo que ellos mismos promueven y en muchos casos pagan, como parte esencial y eje fundamental de su línea editorial o “doctrina”. Lo extraño de todo esto es que cada grupo mediático tiene su propia lista……. y como tal la impulsan.
No hay más que ver la disparidad de criterios a la hora de informar de un determinado hecho concreto, que va desde su mas evidente negación hasta la mas encendida ofensiva con avances informativos, tertulias, portadas, editoriales y artículos cargados de detalles, razones e interpretaciones variopintas. ¿Dónde se han quedado la objetividad, la obligación de informar y nuestro derecho a la información? ¿Siguen siendo estos medios los garantes de nuestro derecho a saber?
Según del medio del que se trate, asumiéndolo ya como grupo o conglomerado de comunicación, la realidad que se nos describe y de la que parece ser somos testigos pasivos, tiende a cobrar un sentido y/o gravedad determinado o, sorprendentemente, el completamente opuesto. Solo hace falta escoger dos medios cualesquiera “alineados” con alguna corriente o ventolera política o empresarial para comprobar como existen múltiples realidades superpuestas que “sintonizan” con intereses ajenos en muchos casos a la propia sociedad y me atrevería a decir que ni siquiera con sus propias parroquias habituales.
Los “medios” describen indistintamente un país donde no pasa nada y donde prevalece el buen rollito más propio de la abeja maya y de su país multicolor, al mas opuesto, crudo y siniestro panorama de descontrol, libertinaje y desmembramiento, plagado de conspiraciones y contubernios.
¡Un momento que me mareo!
El sentido común dice que la situación que pintan unos y otros a todas luces es irreal, y el “gap” que existe entre la realidad que los ciudadanos de a pie percibimos, el peso o gravedad que atribuimos a los problemas, y la que pintan los medios es claramente divergente. Esto lleva a pensar que en cualquiera de los casos, sea cual sea la realidad, existe una mano que modula la información en base a unos intereses que no son los nuestros como sociedad organizada y plural que somos.
Ya no es extraño que cuando comentamos algún hecho de cierta importancia con alguien, nuestro interlocutor nos pregunte el origen de la información, o sea, el medio, para “interpretar” en términos de ciudadano de a pie, lo que realmente significa. Esto me parece francamente muy grave.
Sin duda la información es poder y por extensión es susceptible de ser manipulada con fines ajenos al interés común, no caeré en el puritanismo de reivindicar para la sociedad unos medios independientes, autónomos y movidos por la ética profesional que enarbole la verdad como única bandera, pero tampoco deberíamos caer en la autocomplacencia aceptando su desnaturalización.
Desde el momento que los medios son empresas, tienen sus propios intereses económicos, y no son ajenos a las reglas del mercado. ¿Quién financia a los medios de comunicación?- Nosotros el pueblo a quienes sirven de medio o instrumento NO-, pues entonces ¿Serán los anunciantes? ¿Será que los anunciantes también opinan sobre los contenidos que financian?......
La libertad de mercado unida a sus necesidades financieras ha llevado a los medios a unirse, crear grupos mediáticos con patas en todos los canales de información como TV, Radio, prensa escrita, Internet… y por que no en contenidos audiovisuales, productoras, plataformas de comercio electrónico, etc. Para lo cual han necesitado capital y amigos influyentes que en muchos casos incluso los participan accionarialmente. Estos grupos mediáticos se han musculado en mayor o menor grado a la sombra del poder político de turno, donde plataformas digitales, adjudicaciones de licencias, reconversiones de canales codificados, fusiones tuteladas, derechos televisivos, etc., han sido temas de una sangrienta confrontación mediática donde el ciudadano ha asistido como un convidado de piedra y “paganini” de las luchas por el control de la información. Para mas escarnio estas luchas se han fundamentado antes y ahora en el interés general, en la defensa del consumidor y en una extraña defensa de nuestro derecho a una información plural ¿?. A los hechos me remito.
Los grupos mediáticos una vez musculados, se han convertidos en grupos de poder per se y han conseguido una clara y evidente capacidad de influencia e interlocución política, poniéndose directa o indirectamente al servicio del poder (político ó económico) que sirve o protege mejor sus propios intereses o el de sus acólitos.
Me pregunto retóricamente: ¿qué está pasando en este país cuando un grupo mediático hace la oposición a un gobierno desde su periódicos, cadenas de radio y TV?, ¿Son los ideales los que mueven a los medios a atacar o defender una causa cualquiera?
La vieja formula de “Pan y Circo” muy utilizada en la antigua Roma para contentar a la plebe sigue vigente en nuestros días, mas refinada, mas sutil y mas estructurada. Mucho espectáculo equivale hoy a confusión mediática, contenidos chabacanos y noticias que desvíen la atención hacia donde interese en cada momento. Los extremos favorecen la confusión y la interpretación de los hechos.
Las víctimas, aunque no seamos plenamente conscientes, somos nosotros mismos y estamos poniendo en riesgo nuestro futuro, ya que las nuevas generaciones “beben y se forman” en esta “realidad” distorsionada que se nos presenta como todo blanco o todo blanco, como si solo la polarización de las posturas e ideas fuera lo único viable.
Los llamados “medios de comunicación” de hoy son “medios” no por ser instrumentos sino por reflejar la “mitad” de la realidad, la mitad que interesa a alguien. Lamentablemente ese alguien no nos representa.
Alejandro Pérez García : Alejandro_1007
España, 23 de octubre de 2006
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