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Confesiones de una tortuga

Estoy seguro que todos conocen la famosa fábula de la tortuga y la liebre, o al menos la versión pública de aquella historia, aquella que nos enseña que la perseverancia y la constancia te hacen superar todos los retos. Bien, yo soy el señor Tortuga, y hoy he decidido hacer oficial la historia verdadera. Me estoy haciendo viejo, y creo que el mundo ya está preparado para aceptar la verdad de lo que ocurrió. Espero que puedan perdonarme por haberles mentido todo este tiempo, y antes de formarse un juicio equivocado por mi comportamiento, por favor lean la siguiente declaración pública.

***

Hace mucho, mucho tiempo, en un país muy lejano del viejo mundo, existió una tortuga que decidió cambiar la imagen de su especie. Ese animal era yo: el señor Tortuga. En aquellos años no existía un animal más olvidado que la tortuga. Yo comprendo perfectamente el comportamiento humano, de hecho, no creo que exista un animal más aburrido que nosotros.

Cuando uno es joven quiere cambiar el mundo. Decidí cambiar la imagen que el mundo tenía de las tortugas, sin embargo, no tenía nada que ofrecer al mundo más que un animal lento y aburrido. La solución llegó naturalmente: inventar una nueva imagen para nuestra especie, una imagen de astucia e incluso rapidez. Ya sé que eso no es cierto, pero ¿a quién le importa si estás haciendo un bien a los de tu especie?

A nosotros siempre se nos calificó como los más lentos (lo siento señor Caracol, pero creo que ustedes están incluso más olvidados que nosotros). Mi cambio de imagen debía ser de tal magnitud que a la gente no le importara nuestra velocidad. ¿Cómo conseguir eso? Fácil: derrotando al animal más veloz, o sea, a la liebre.

Pero existía un problema grave. A diferencia de lo que ahora se cree, y en gran parte como consecuencia de las acciones que acá estoy narrando, las liebres son animales extremadamente humildes, solidarios y poco competitivos. Para que mi plan tuviera éxito, debía comenzar por cambiar la percepción del resto de los animales acerca de las liebres. Debía conseguir que todo el bosque se convenciera de que las liebres son los animales más presumidos del mundo.

El señor Liebre (Q.E.P.D.) era un buen tipo. Casi me siento culpable de todo lo ocurrido. Sin embargo, la nobleza de los fines que yo perseguía justifican plenamente la triste vida que él tuvo que soportar durante sus últimos años de vida.

Liebre y yo éramos grandes amigos. Era uno de los pocos animales del bosque que tenía la paciencia para escucharme y caminar a mi lado durante horas y solíamos tener largas discusiones acerca de cómo mejorar las condiciones de vida de los animales más desposeídos del bosque. Él era un idealista. Bueno, yo también, pero la diferencia es que a él le importaban todos los animales por igual y yo quería cambiar el destino de mi especie.

Como parte de mi plan era necesario que la gente pensara que Liebre era un presumido. Durante una de nuestras conversaciones, logré convencer a Liebre para que se presentara como candidato en las próximas elecciones para alcalde del bosque. Al principio, Liebre se opuso, porque creía que su personalidad no encajaba con un cargo político. Accedió sólo cuando me ofrecí como su asesor en materias políticas y comunicacionales.

El otro candidato en esas elecciones era Zorro. Ese animal si que es un astuto, de hecho es el mejor político que he conocido en mis largos años. Propuse a Liebre que comenzáramos nuestra campaña dando más fuerza a su imagen. Lo convencí que la humildad es una buena característica, pero que no consigue atraer votos. El primer paso fue cambiar su imagen física. Contraté a la señora Codorniz para que propusiera una imagen atractiva para Liebre, ella realizó un trabajo fantástico. Un nuevo peinado con copete le dio un verdadero aspecto de astucia, las gafas oscuras lo hacían parecer una estrella de cine, y el nuevo color fuerte de su pelaje le hacía imposible pasar desapercibido.

Después de la primera sesión fotográfica, Liebre no quería continuar y Tuve que recurrir a todos los argumentos de cambios sociales que él mismo usaba en nuestras conversaciones y que, para poder competir contra Zorro, debía usar sus mismas armas. Finalmente, y gracias a la confianza que el pobre animal tenía en mí, accedió a continuar. Podrán pensar que mis actos tenían un origen maquiavélico, pero recuerden todo el bien que he causado desde entonces al resto de los individuos de mi especie.

Resultó más fácil de lo que esperaba. Bastaron un par de semanas de afiches publicitarios, comerciales en televisión e incluso hasta un slogan pegajoso en las emisoras radiales, para que el resto de los animales se olvidaran de quién había sido Liebre durante toda su vida. ¡Qué fácil es cambiar la percepción de los animales! Esto me dio más fortalezas para continuar con mi plan justiciero en favor de mi especie.

El plan resultó demasiado bien. Las encuestas estaban colocando a Liebre casi diez puntos sobre Zorro. Yo necesitaba que Liebre no ganara las elecciones, sólo quería que la gente lo recordara como un animal presumido (cosa que ya había conseguido con creces). Manipular nuevamente la percepción de los animales fue fácil. Bastó con esparcir un rumor acerca de una antigua novia de Liebre, comportamientos sexuales poco conservadores, e incluso hasta pudimos crear una fotografía en donde aparecía junto a su novia quemando la tan amada bandera de nuestro bosque. Fue un gran trabajo... gracias señor Carpintero.

Ese fue el final de la carrera política de nuestro amigo Liebre. Luego de unos meses de alcohol y drogas, logré encausarlo nuevamente en la ruta planeada. Lo convencí que todavía podíamos hacer algo por el bien social de nuestro bosque, y que organizáramos una competencia anual de carreras a beneficio de los animales con hogares talados del sector sur. Liebre no creía que los animales tuvieran interés en participar en esta competencia, por lo que le propuse que en la primera versión de la carrera sólo compitiésemos nosotros dos. El corazón y la inocencia de ese animal eran increíbles. Él creía que yo estaba dispuesto a perder la carra frente a todos sólo por la ayuda que conseguiríamos para los desposeídos.

Para obtener una mejor publicidad y recaudar más fondos, creamos un ambiente de tensión artificial entre nosotros. Usamos programas de televisión para pelearnos en público y retarnos a esta competencia. Había una gran expectación en el bosque. Todo funcionaba de maravilla.

Sólo faltaba concretar la última parte de mi plan. Ganar la carrera. Contraté los servicios confidenciales del señor Topo. Un excelente detective privado. Vigiló a Liebre día y noche durante una semana. Liebre era un animal muy simple y totalmente predecible.

Bastaron 20 ml. de una solución somnífera de efecto retardante en el jugo de zanahorias que puntualmente desayunaba nuestro amigo Liebre a las ocho y treinta cada mañana. El resto de la historia ya la conocen por los videos de la época.

***

Ahora que conocen la historia tal como sucedió, creo que acordarán conmigo en que se debe cambiar la ilusoria metáfora de la fábula que protagonizo. Les propongo la siguiente: quien controla y maneja los medios y la información, puede superar todos los retos.

Jota

Texto agregado el 22-10-2006, y leído por 1672 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
10-01-2007 Me gustó. Es un buen cuento donde se derrocha imaginación, además ese tono confesional te quedo muy bien. Y la moraleja es en la actualidad muy real. musquy
09-01-2007 Una excelente fábula no autorizada. Lo disfruté. roberto_cherinvarito
09-12-2006 Vaya, qué agradable cuento. El lenguaje es ligero y fluye como la liebre en sus mejores tiempos. Me recordó las fábulas de Ambrose Bierce. Contiene humor y además se me antoja perfecta al retratar a la sociedad humana. Conforme leía la iba imaginando a manera de caricatura, dibujos animados, todo narrado por la tortuga de rostro aburrido y cómplice... Gracias por la invitación. alipuso
09-12-2006 Vaya, qué agradable cuento. El lenguaje es ligero y fluye como la liebre en sus mejores tiempos. Me recordó las fábulas de Ambrose Bierce. Contiene humor y además se me antoja perfecta al retratar a la sociedad humana. Conforme leía la iba imaginando a manera de caricatura, dibujos animados, todo narrado por la tortuga de rostro aburrido y cómplice... Gracias por la invitación. alipuso
06-12-2006 Buena fábula, cada personaje exactamente metido en su papel.La moraleja final es exacta, aunque yo añadiría la palabra " manipular " ya sabes, manipular la opinión, en fin, está bién así como está.+++++ crazymouse
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