Ráfagas de ausentes vibraciones,
Unas cuantas gaviotas, unos cuantos colores,
De pronto a las cuerdas les falta tensión,
Las ideas se desafinan, las melodías pierden su son.
Hubiese dado las sepulturas,
Hubiese también cantado,
Las aves hoy no vuelan,
Hoy es el día de la siembra.
De pronto las sales afloran, me entumecen,
Los trinos de anochecer son uno solo,
Es el avanzar de las olas,
Es la nocturna soledad.
El aire seco me envuelve,
Sólo él oye su cantar,
Hay cadáveres alzados,
Veo la vida sollozar.
El cándido reflejo me humedece,
Los chasquidos en su andar,
Que van de roca en roca,
No atraviesan la luz, ni el pensar.
Creo que estoy desorientado,
Al sur de los míos al norte de muchos,
Me estoy quedando sin aire,
Las tumbas me esperan, sin epitafios.
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