Aun le quedaba mas de media jornada de camino y aunque sus pies no parecian poder dar un paso más, la sola ilusión de contemplar esa dulce sonrisa de su hija, volvia a él las fuerzas que creia perdidas, pero pronto la volvería a mecer en sus piernas y vería como sus ojos parecidos a esa estrellas que acompañaban sus camino brillarían al escuchar algunas de sus aventuras.
Al estar lejos de casa habia comprendido que la fortuna que buscaba no era nada comparado con la tranquilidad y el amor que encontraba en su humilde hogar, recordaba esos bellos momentos junto a su familia y sus lagrimas de felidicad surcaban su rostro mojando la fina arena del desierto, hidratando con ellas la aridez de aquella tierras, el cielo con su manto de terciopelo azul oscuro manchado por estrellas y luceros y sin duda esa luna de bladura igualable a la su amorosa esposa le hacian aligerar el paso para llegar a casa.
En anteriores ocasiones tuvo que ausentarse de casa, pero nunca lo habia hecho por tanto tiempo, llevaba alredor de 3años y probablemente no lo reconocerian a primera vista, su barba habia crecido considerablemente y su cuerpo estaba esqueletico, pero ya en casa todo seria diferente, habia ahorrado mucho en su trabajo en las minas de sal, a tal punto que comia solo lo necesario, para no malgastar el dinero que contribuiria a comprar las ultimas cabras del reabaño necesario para sustenar a su familia sin tener que separarse de ella; ya habia enviado antes dinero para que su esposa comprara la primera de ellas y gracias a las cartas que mensualmente recibia se habia enterado que su hija con sus escasos ocho años le colaboraba a su madre en el pastoreo y en la fabricación de queso.
El corazón le gapolaba en el pecho como potro sin domar al acercarce a su aldea, además sus ojos avidos de divisar su casa eran frenados por su escasa vista que se habia recortado mucho por el arduo trabajo de la mina y para completar, el picante sol de medio día acentua aun más su poca visión, pero era inconfundible ese olor a hogar, a queso y a comida.
-Haber abuela, termina ya la historia, continua, terminala.
-Si papá creo que es hora que nos digas el final
- Esta bien, esta bien
Quizo correr tan aprisa como sus cansadas piernas se lo permitieran para aproximar el encuentro con su querida hija, fue un abrazo tal y como lo soño durante toda su separación y el camino de regreso a casa.
Su vida trancurrió entre cabras y otros 3 hijos más hasta que murió tranquilamente en su cama rodeado de su familia.
-Abuela, que bella historia, al final tanta lucha valió la pena.
-Claro nenita, claro que vale la pena.
La abuela se dirigió a su habitación y dejo correr todo el torrente de llanto de solo recordar la historia de padre que murió en sus brazos despues de ese inolvidable último abrazo.
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