La Guerra
Infierno
Querida Paz...
Disculpame si uso el lenguaje de esos seres a los que vos tanto amás, los hombres, pero te recuerdo que yo no soy más que el fruto de su mediocridad, avaricia e hipocresía. Mi idioma por tanto no es otro que el de ellos, el de la sangre.
Te escribo para saber tu paradero, hace tanto que no se sabe nada de vos en la Tierra, estoy cansada de reinar y de reírme de sus habitantes, ¡cuánta estupidez!. No es que quiera que vuelvas, solamente quiero que veas el final de esta civilización.
¿Te acordás de aquella noche en la que dijimos que esto no iba a ser una competencia? Dijiste que borrar las penas sería una buena idea, pero que antes necesitabas que existan penas por borrar, entonces me dejaste a mi. No te enojes conmigo, yo hice lo que tenía que hacer. En ese momento sentías que nada iba a ser diferente con solo agregar algo de dolor a tus conejillos de india, pero ¿sabés qué? A esta gente pareciera que le gusta el dolor, muchos de ellos ya olvidaron de que siquiera existís.
Paz, vieja amiga, no te estoy echando en cara el triunfo de una “competencia” que nunca existió, porque aunque sea enviada de Mandinga acordarás conmigo que mi presencia aquí es tan necesaria como el dulce canto de tus pájaros, la espesa sangre que de mis fauces se emana cada vez que nuestros niños se pelean ahí en la Tierra es la prueba de ello, algunos mueren para dejar contentos a otros.
PD: Mis saludos a tu jefe.
Por siempre a tus órdenes, la Guerra.
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La Paz
Paraíso
Estimada Guerra:
No es que seas para mi una enemiga, solo quiero que entiendas una cosa, no “me olvidé” de la gente allí en la Tierra, fueron ellos quienes se olvidaron de mi. Agradezco tu preocupación, pero no sos vos la que me tiene que llamar para que aparezca por ahí, ésa tarea les corresponde a ellos y funesto destino les espera a estos muchachos si no lo hacen pronto.
Aquí en el Cielo está todo muy tranquilo (casi aburrido), creo que parte de mi faena en la Tierra la he cumplido, cuanto más no sea subliminalmente, te recuerdo que vos también tenés una labor, pero la tuya, amiga mía, fue planeada íntegramente por mí, como vos bien decís yo fui quien te pidió que le des dolor a mis “conejillos de indias”, pero no porque me cause gracia verlos sufrir, ¡ah no!, sino porque mi filosofía siempre fue: “Solo aquel que supo navegar por sus propias tormentas conoce el verdadero significado de la palabra “Paz”” lo que te quiero decir, querida Guerra, es que después de que te conozcan del todo a vos, será cuando comiencen a conocerme a mi. No te sientas mal por esto, pero se podría decir que te usé.
Guerra, a veces me pregunto del porqué fue que el destino decidió ponernos en contra. Tu jefe, mi jefe, el bien, el mal, blanco y negro, pareciera que todo está predestinado a tener una contradicción, la mía sos vos, con tus armas y tu sangre.
¿Acaso asumís que no hay esperanzas?
PD: Recordale a tu jefe que también fue un ángel.
Siempre tuya, la Paz.
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