Es difícil empezar, las letras se amontonan y en su frenética discusión solo enhebran palabras sin sentido. Señores, todos lo han experimentado: esquemas, discursos preparados; repetidos a solas en voz baja y mentalmente; tal vez alguno se hasta se ha sonreído al descubrir que “hablaba solo” mientras recorría algún callejón conocido.
Llega la hora del debut, días preparando la presentación en sociedad y nada. Las noches que lo anteceden están inundadas de vacíos, textos que parecen no empezar y que conducen a ningún lugar...La braza encendida de algún cigarro ilumina mi rostro rendido y confuso; el olor del café tostado y fresco vuelve a tocar a la puerta del alma y un aliento fugaz, un respiro llega; pero no para traer con él la inspiración que ansío sino para conducirme nuevamente, repetidamente, inevitable y viciosamente a las letras de aquel hombre misterioso que me intriga , que parece conocerme, presentirme; cuando releo sus trabajos puedo cerrar mis ojos y verlo, imaginarlo románticamente sentado con su pluma mágica ordenando palabras, sentimientos, recuerdos e ilusiones y quiero creer que me conoce, que algo nos acerca y que cuando dá un sorbo a su taza de café, piensa en mi, me sueña, me imagina.
Él me trajo a éste lugar, con ustedes, les ofrezco mil disculpas si salgo un poco del contexto, quería una oportunidad para escribirle y no es fácil, las palabras me son esquivas y el sentido lo perdí en algún lugar; pero es mi mejor esfuerzo para admirar, desde mi lugar en la gran autopista de toda información, a aquel misterioso hombre.
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