1.38 AM. 18/5/02
Entre todo este humo, este ruido combinado, los cigarros y mis ansias, este se transforma en un momento perfecto. Tengo los ojos hinchados de tanto llorar, arden, duelen, y no queda otra que verter lágrimas estúpidas para sanarlos. Los siento enfermos, pero ya no importa. Es lo que llamo "la muerte del amor", del primero, el inocente y menos fácil de dejar.
Algo se quebró hace ya un tiempo. Era un tronco reseco, y ya ni siquiera eso. Los leñadores lo fueron talando poco a poco hasta que no quedó nada. Las raíces se perdieron, están podridas y no se puede rescatar nada de ellas. Nada.
Me basta con mirar alrededor, con escuchar, con oler, para saber cuál es mi lugar en el mundo, qué quiero hacer y con quién quiero estar. De tan fácil se vuelve difícil. Y me parece imposible, que por una vez, al menos algo parezca fácil.
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