Cuando descubrí que en tú vida ya no era tú crisol, y otro habia ocupado mi lugar,
ví caer a las nubes, a los pájaros,
y a las flores del rosal.
El aire se hizo denso
y me dolía respirar.
Mis ojos se cerraron,
para no ver que la vida seguía igual.
Mis oidos dejaron de escuchar,
como si los ruidos no hubiesen existido jamás.
Caminé sin sentido, herido en mi soledad,
perdido entre la gente que no cesaba de hablar.
A pesar del gentío que me ahogaba,
me sentía sólo y con ganas de llorar.
Paso el tiempo, mucho tiempo,
y recién ahora me doy cuenta,
que te amaba de verdad.
La herida se ha ido cerrando,
y he vuelto a caminar.
Los pájaros otra vez vuelan,
las nubes danzan en el cielo y,
las flores huelen a azahar.
Ya duele menos,
y quizás estas lágrimas,
que lentas resbalan por mi cara,
sean las últimas que habré de derramar.