Hijo de Hombre
Todo tiene sed en este mundo de espanto.
Eduardo Galeano
Mientras pienso de qué forma persuadirme y qué poner en estas hojas blancas llenas de hipocresía y vacías de certeza, la máquina de escribir sigue tecleando sola, dando lata con su terca tarea de seguir dictando palabras que sólo ella entiende
En el cielo, aún Quetzalcóatl no quiere irse, pues prolonga su estancia montado en esa nube triste, persistiendo en su loca idea de perforarse el pene para dar nacimiento no lo entiendo a los hombres; a pesar de que ellos, desde hace mucho tiempo, lo han olvidado. Pobre Quetzalcóatl, todavía no sabe que el mundo de la piedra ya no es nuestro
Hijo de hombre, Cristo de madera parido por un leproso, leproso solitario en un mundo cubierto de llagas purulentas de avaricia. Sólo queda el amor de una mujer llamada María que puede ser, según el caso, Madre o Amante; pudor de pudores, olvido de olvidos.
Dicen que sólo los indios pueden ver una hormiga bajando de un rayo; sin embargo, yo ayer pude ver que un rayo mató a una jacaranda y la jacaranda mató a un escarabajo. Pobrecito, quedó sin patas y sus alas de ángel chamuscadas por el fuego.
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Perdón por este espacio en blanco, pero tuve que ir a masturbarme, ya que a Ella se le ocurrió la loca ocurrencia de no venir, dejándome la neurosis como en la Guerra del Chaco con Bolivia. Cuando hay la posibilidad de hacer el amor se le ocurren a uno ideas descabelladas y, cuando no, peor todavía. Así que mejor sigamos hablando de la Ileada y, un poco aparte, pido brizna y consideración para este pobre sediento de amor (sé que también a ustedes les ha pasado lo mismo)
Sed, eso es la vida, la búsqueda constante de saciar la sed en este territorio calcinante por arenas de sal. Sal que impide ganar la batalla y que el agua inexistente no alcanza a endulzar la sal salitrosa que sale de tus labios inferiores
Tengo sed
¿Sed? ¿¡Pero qué sabemos nosotros de la sed cuando estamos con el estómago repleto y que, si ganas o sin ganas, podemos ir a la esquina por una pepsi que es lo de hoy o a la que todo mundo hoy cambia!? ¡Ja, qué estupidez! Sólo el tonto Macario sabe lo que significa y para qué sirve la sed. ¡Ah, ese Macario!...
Pobre Macario engañado por el diablo por quererse comer un pavo él solito cuando era la muerte la que se lo estaba comiendo a él
Nadie crea que he confundido a este Macario con aquel otro Macario que un día su madrina lo mandó a matar ranas de alcantarilla porque le espantaban el espantado sueño; no, yo sé bien de qué Macario hablo. Hablo del Macario que lloraba en medio de la calle por sus hijos; del que defendió al Cristo que no quiso hablarle en la cueva del músico; de aquel Macario que fue sepultado dentro de una caja de criatura. ¡Ah, pobre Macario, quién se olvidó de él?...
Y esta pinche noche que no me deja en paz, no nada más porque no ha venido Ella, sino también porque la estúpida Luna no ha querido tampoco salir a la piramidal funesta de la tierra nacida sombra. Y digo así, de la forma que ustedes piensan, de la Luna de los poetas cursilómanos, de la del que huye de los ajos, de la mal llorada poetisa jerónima, de la del astrónomo condenado a mentir para salvar el pellejo; de esta maldita Luna que conoce los peores herpes y que acompaña a las meretrices forzadas a ganarse besos con olor a alcohol corriente; me refiero a esa maldita Luna que no quiere arrancarnos al que late sin sentirnos, con cuchillos de obsidiana, para alumbrarnos la ceguedad en que nos revolcamos; a esa Luna, yo me refiero
Una vez supe que a un japonés emperifollado, proimperialista y amanerado, se le metió en la cabeza la descabellada agudeza de que la Historia ha llegado a su fin: ¡que el Socialismo ni madres, que el Capitalismo a huevo! Pobrecito, yo nomás creo que El Sueño ha llegado a un punto y aparte y a darle otra vez; es decir, empezar de nuevo ¡a huevo! ¿O acaso la huída de Casiano, de Natí y el niño fue inútil? ¿Tanto correr para que el viejo vagón, oxidado y podrido, no avanzara? ¿Tanto sufrir para que el viento, finalmente, no ayudara a empujar? ¡No señores, aún queda la estrellita, les guste o no les guste!...
(Una mosca vino a posarse aquí, en esta línea, y dejó una manchita café, ¡qué se le va a hacer!...)
Creo que quien esto leyere se ha de extrañar de tantos ires y venires, pero, sinceramente, no es mea la culpa; pues desde que Rodrigo de Triana divisó tierra a la vista, América Latina es un rico territorio lleno de pobres gentes y de gentes pobres. Pero en fin, la bronca es de ellos; nosotros, como buenas conciencias que somos, no tenemos por qué preocuparnos (siempre y cuando la miseria no llegue a donde estamos
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¡Bien, pero y el mito qué!?
Pero para qué hablar del mito si ya ni mitómanos tenemos; pues eso también se les ocurrió meterlo en el nuevo muro
Y así, mientras sigamos en este México de comemierdas, no sé qué más nos vayan a quitar; pero en fin, eso tampoco es bronca nuestra
Podemos estar tranquilos
En casa del vecino están saltando centellas por la ventana, de seguro que su mujer sí llegó, ¡qué envidia! Mientras allá enfrente ellos dos se entretienen creando mundos, uno aquí está amargándose la vida tratando de descubrir el dichoso mito que no llega
Mito sería, yo creo, que Dios dejara bajar al Blue Demond para que acabara con tanto soldado, policía o judicial (que aquí sobran), y de una vez, por qué no?, con la abuela de Salinas; pero la realidad es otra, ni Dios lo dejaría bajar, ni Blue Demond lo haría. Ni siquiera el teniente Miguel Vera pudo hacerlo con tanto papel escrito para limpiarse el alma de lodo y limpiar a su país de la mierda. Pobrecito
Pero parece que, al fin y al cabo, el mito sí existe; porque a la puerta, Ella, está tocando; y tan solo por este hecho, la metálica máquina de escribir deja de teclear sus incomprensibles palabras para que mis manos puedan tocar otras cosas muchísimo más suaves y muchísimo más queridas.
Ahora sí me voy a desquitar, así que, si no es mucho pedir, con permiso
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