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-Necesito que me haga un curriculum señor- dijo el tipo y me extendió un papel garrapateado para que yo se lo transcribiera.
Este tipo de tareas es bastante común en mi trabajo y las realizo con relativa facilidad. Por lo general, estos documentos son, a menudo, muy tediosos y plagados de datos irrelevantes, con una multitud de fechas y nombres de empresas que lindan en lo onírico.

Este, que ahora tipeaba, era bastante lacónico. Consistía en un par de párrafos que indicaban que el portador había trabajado para un solo empleador, una persona bastante acaudalada de apellido Foster. Allí el tipo las ofició de mayordomo durante largos años.

Todo lo anterior no sería relevante sino fuese porque, de repente, mis dedos se trabaron en el teclado, el programa en el cual realizo estos documentos, enloqueció, borrándome todo lo escrito. Ante mi contrariedad, traspasé todo a una planilla Word, pero sucedió lo increíble, ésta comenzó a trabajar con alocada autonomía, cambiando fechas y borrando también lo que yo intentaba escribir. Era demasiado. El hombre permanecía inmutable mientras yo trataba por todos los medios de terminar mi labor.

Lo intenté varias veces, pero no había caso. Comencé a pensar que alguna fuerza se anteponía a mis intentos y creí, por último, que eso era acaso una señal de alguna misteriosa entidad.

-Algo sucede con mi computador-le dije al hombre, tratando de tranquilizarlo, ya que pensé que podía comenzar a inquietarse por la demora. Este sonrió y nada dijo.

Sentí que el computador se anteponía a mis deseos y que haría lo imposible para que yo no lograra mi propósito. Comencé a relacionar las fechas y apellidos con cierta información que guardaba en mi memoria. En 1998, un tal Foster, hombre de cuantiosa fortuna, había desaparecido sin dejar rastros. Se pensó en un asesinato, pero nunca surgió alguna pista que diera luces sobre el paradero del hombre. En el currículo se mencionaba que el portador poseía una camioneta modelo 2000, que se utilizaba para realizar fletes. La mente del hombre es suspicaz y la mía a veces supera el promedio. El tipo no se inmutaba y aguardaba como si no tuviese ningún apuro. Comencé a discurrir:
El Foster que se mencionaba en el currículo ¿Era el mismo de las noticias? ¿Tendría este hombre -que ahora aguardaba a pocos pasos de mí -ingerencia en los hechos de 1998?

Todo se hizo caótico. Escribía y de inmediato todo se borraba, lo reintentaba y una vez más lo tipeado desaparecía delante de mis ojos. Era como si alguien invisible desmintiera paso a paso lo borroneado en el papel que me servía de guía ¿Acaso el espíritu de Foster era el que invocaba justicia desde el más allá?

El asunto adquirió sentido, o acaso se desenvolvió como un negro manto, cuando leí las recomendaciones. Una tal señorita Adriana Reficul, cuyo fono era el 98 666 00, recomendaba al tipo que ahora me contemplaba con el entrecejo fruncido. Reficul no me sonaba ni a sajón, ni a judío, ni a latino ni a ninguna otra etnia conocida. Empleando un simple ejercicio aprendido en los filmes de misterio, deletreé el apellido en reversa y fue entonces cuando una risa estridente se dejó escuchar, mientras yo, en el paroxismo del terror, comprobaba que Reficul al revés era Lucifer. Creo que me desmayé, porque cuando abrí mis ojos, estaba tendido en el piso y un señor me contemplaba con rostro preocupado.
-¿Puedo ayudarlo en algo?- me preguntó con cortesía y creo que le dije que no sucedía nada. Al levantarme, me di cuenta que el texto que escribía, refulgía en letras rojas y en el extremo inferior pantalleaba aquel nombre y ese número telefónico.

Mucho después, hurgando en la prensa de aquellos años, me enteré que al tal señor Foster se le vinculó con ciertas sectas satánicas que después desaparecieron sin que nada más se supiera de ellas.

¿Fue mi computador el que se descompuso en el preciso instante en que comencé a tipear el extraño currículo? El Foster que se mencionaba en el papel ¿Era el mismo de la historia? ¿Acaso estuve delante del mismísimo demonio esa tarde? ¿Que sucedería si digito aquel número telefónico?Todas esas preguntas acuden a mi mente a cada momento y tiemblo al pensar que el personaje aquel pueda regresar a finalizar su obra interrumpida por mi desmayo…










Texto agregado el 19-10-2006, y leído por 371 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
19-10-2006 ves? quise escribir "aunque" y escribí cualquier cosa, socorrooooo Gmmagdalena
19-10-2006 Es increíble tu imaginación, me has hecho reír auqneu estoy enojada porque aún no me has llamado. Adriana jajajaja. Besos y estrellas. Magda Gmmagdalena
19-10-2006 ¡Es usted genial! No sabe cuánto me hizo reír porque para ser sincera, preferí reír antes que echarme a correr, ya que yo sé que todo eso ocurrió de verdad... ¡qué susto! Mis estrellas luciferinas... noooo, quise decir sanireficul... ¡ayyy! Anua
19-10-2006 Qué esxperiencia más amena. Me cautivó..pero me gustaría preguntarle a Lucifer...si Dios existe, o son la misma persona...Perdón por los devotos... churruka
19-10-2006 Me he metido dentro del cuento desde el principio y no he podido sustraerme a él hasta el final. Tal parece que Lucifer estuviera mareando al que escribía. Un abrazo Guido.***** graju
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