Hay canciones que erizan los pelos, películas que hacen llorar, libros que sofocan a medida que se acerca el final y hay frases que activan algo especial, despiertan sensaciones y cuestionamientos. La última que originó una serie de reflexiones infinitas, “está de moda ser consecuente”.
De inmediato recordamos a esa amiga que hace tiempo nos había tratado de inconsecuentes, también pensamos en los políticos, religiosos y seres de la farándula a quienes constantemente se les critica el serlo.
Pero… ¿Qué es ser consecuente? O mejor dicho ¿Se puede ser consecuente?
Según la definición de la Real Academia Española, consecuente es una persona cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa. Claro que no todos se detienen a comparar su definición autodidacta con lo que el diccionario dice, por lo que varias veces nos hemos encontrado con una mala utilización del concepto.
Personas que por desconocer los principios de los otros, se creen con la plena facultad de acusarlos de inconsecuentes, cuando en realidad son ellos los que no han dedicado una leve fracción de tiempo a indagar en los ideales de los demás. O que tienden a realizar su débil crítica porque no tienen mayores argumentos para justificar la sorpresa que les ha causado ese pensamiento que desconocían.
Por otra parte están quienes, porque hay que reconocerles el mérito, conocen el real significado de inconsecuencia pero su cerrada mente no admite cambios o, como preferimos llamarle, evoluciones de pensamiento. Conforme avanza el día vamos adquiriendo nuevos conocimientos, de las cosas más cotidianas. Estamos en un proceso permanente de aprendizaje donde nuestros ideales también se enriquecen. Por ello, nos parece una incomprensión absoluta el no aceptar que la gente puede cambiar de parecer, porque la vida le ha enseñado simplemente, porque ahora sabe mas de lo que sabía ayer.
La inconsecuencia es propia del ser humano, todos tenemos derecho a cambiar de ideas o darnos cuenta de cuando estamos equivocados, lo malo sería quedarse con un pensamiento estático y peor aún, forzar al resto a que mantenga sus ideas aún cuando noten que están errados. ¿Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven así mismos? , muchas veces nos dedicamos a criticar y nos elevamos, en un total rechazo a nuestra condición de seres imperfectos que no sabemos todo, pero si podemos aprenderlo. Así entonces, la mayor inconsecuencia será dárselas de señor perfecto y criticar a los otros cuando ni siquiera vemos nuestros propios defectos.
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