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Hay que juntar las ganas, organizar el grito
y despertar de pronto, como un solo estallido.
(Armando Tejada Gómez)




El edificio de la comisaría es otra de las obras públicas construidas por el gobierno del General, es otra de las obras de la patria nueva, de la patria de los laburantes, de los que no tienen nada, de los que no tienen ni tierras, ni apellidos oligarcas. De los que solo tienen lo que vale el esfuerzo del trabajo, de los que caerán muertos en un lugar seguro ajeno, de los grasitas, como nos decía la señora.
La construcción tiene el aspecto de una pequeña fortaleza mezclada con un chalet de tejas rojas, con una torre en el frente, y arriba el mástil y la celeste y blanca flameando al viento.
El viento patagonico.
En la vereda unos pinos que comienzan a crecer muestran un poco de verde y tienen el tronco pintado con cal.


Me empujan con fuerza hacia al interior de la oficina, una mano me dobla el antebrazo contra la espalda, sin dejarme decidir. Paso resbalando a través de la puerta abierta, hasta donde hay una silla vacía.
Quedo en el centro del parquet encerado, brillante, faena de algún borrachito preso.

- ¡Acá todos los alcahuetes del pueblo te culpan a vos, sos el único marcado...!

Dice el comisario.

- ¿Dicen que tenias el busto escondido en tu casa?

Afirma.

- ¿O lo tenes?

El busto de bronce de la dama muerta, ese busto que es la imagen sonriente lograda en metal por un artista desconocido de la mujer del General derrocado, del primer trabajador. Del jefe del Movimiento. Y que fueron repartidos por la Fundación que lleva su nombre a casi todos los municipios del país después de su fallecimiento.
Erguido en un pedestal me miraba todos los días camino del trabajo. También miraba pasar al gorilaje, como decía la señora. El busto de ella, de esa puta, como también decían, que no paró hasta meterse en la cama del entonces Coronel y se quedó allí para siempre.
Plantado en la plazoleta frente a la estación del ferrocarril miraba pasar a todo el pueblo. Y todo el pueblo la veía a ella. Al metal con el tiempo lo fue cubriendo una costra verdosa, fue perdiendo el brillo, aun así resultaba majestuoso. Es ella y es su espíritu. Ella la bastarda sin linaje que se transformó en la mina del hombre más poderoso del país. Ella la que con su amor le neutralizó la sangre milica y se lo entregó al pueblo, y ella fue el emblema de los desposeídos, de los muertos de hambre, de los humillados, de nosotros, de los grasitas. Y la intemperie afecta, maltrata el bronce, oxidándolo. De la muerta más ilustre que tendría la patria en toda su historia.

El comisario tiene los ojos claros y el pelo duro, engominado, también un brillo de sudor pegajoso en el labio superior. Cree que fui uno de los que resguarde el busto de la horda gorila, pero no esta seguro. La panza le estira la chaqueta abotonada y está gordo y se lo ve incomodo así sentado. Me sospecha un cobarde como para hacer algo así y me odia. Busca el busto desaparecido y no me admite capaz de hacer algo como eso. Estos mugrientos piensa, se le lee en sus ojos claros. No puede estar muy lejos, piensa. El pueblo es una aldea pequeña y aislada en el desierto, en el medio de la nada.

La señora hizo tanto por nosotros, hasta que murió como murió, sufriendo y furiosa por que la vida se le iba siendo tan joven, y nos dejaba así, solos. No podía dejar que la arrastraran por las calles, ya me imaginaba el busto rebotando contra el enripiado, la cadena tirándola, ahorcándola y escuchar el ruido del metal y el chisperío al rozar las piedritas. No podía ver esas caras sonriendo, gritando, gozosas. Pero no lo pudieron hacer, no les dimos el gusto a los hijos de puta, que con una cadena ya le habían rodeado el cuello y atado luego al paragolpes trasero del camioncito. Uno entre las sombras con una barreta arrancaba las placas del pedestal, con furia, con odio, rompiendo el reboque. Jadeante. Para la abanderada de los humildes decía en la placa de bronce. Otro aceleraba el motor asomándose por la puerta abierta, aferrado al volante y todos gritaban. Y el chorro de humo del escape del camión dibujaba fantasmas en la noche.

Casi no se mueve. Solo voltea el sillón hacia un lado y hacia el otro, incomodo. Tiene los ojos fijos en mi, clavados, y pretende penetrarme la cabeza.

- ¿Yo tengo todo el tiempo del mundo, y usted si que esta jodido, eh?

Me dice.

Un milico le trae un mate, lo hace girar un poco en la mano y me saca los ojos, mira el mate, luego acerca la bombilla a la boca y nuevamente me clava la mirada. Cree que su silencio es más violento que un insulto.

- ¿Lo escondieron el la casa del rengo?

Sonríe irritado.

- ¡Ese fue el primero que te vendió, por eso estás acá...!



Es un grupo pequeño y gritón y los excita el daño y el agravio de romper la imagen sagrada de la muerta. Son cinco pelagatos que no se animarían a mirar a los ojos a esa dama en vida. La dama que gritaba, que nos decía en los discursos: que la patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas, y nosotros le creíamos. No les saldrían palabras a esos cinco cagones si la tuvieran a ella delante, si ella solo pusiera la mirada en su dirección. Los envalentona la soledad de las calles vacías y el estar juntos.


Se seca la transpiración del labio con los dedos y le devuelve el mate vacío al milico, que no habla.

- ¿Cuénteme cuantos eran?

Dice, ahora sin tutearme.

- ¡ No sea pelotudo, no quiera cargar solo con esto...!

Eructa cerrando la boca y se le hincha el cuello, mientras levanta levemente los hombros.

- ¿Por que cree que lo culpan?

Miente.

- ¿Por que cree que lo dejaron solo, y ahora todos lo apuntan con el dedo?

- ¿Hasta dicen que sos de la resistencia...?


Miente nuevamente.

- ¿Vos sabes que eso es grave... pibe, no?

Vuelve a preguntar.

Le cuesta resolver si tutearme o no, me observa extrañamente, con la atención que se pone en los ojos al contemplar una fogata o el agua correr. Sigue con el movimiento giratorio del sillón y contrae un poco los párpados como buscando que preguntarme. Irascible.

Los compañeros jamas me venderían. Ni una palabra de esto, siempre lo decimos, la vida por ella. Es un juramento sagrado. Cuando nos encanaron nos pusieron solos, uno en cada celda para que no hablemos entre nosotros, y nosotros igual nos comunicamos en morse de un calabozo a otro, golpeando con una cucharita la pared utilizando nuestro oficio ferroviario. Al milico de guardia ni se le pasa por la cabeza que estamos hablando con esos golpecitos.
No podrán humillar más la figura de la señora. La única que sabe algo es mi mujer, solo lo que vio y confío en su silencio. Nunca sabrán donde lo guardamos. Se rumorea que lo metimos en un tren de cargas que salió esa noche con destino a Constitución. Que lo busquen en los vagones. Que se caguen de asco. Me río sin que el comisario se de cuenta. Para adentro.
A ella la conocimos un día hermoso, un día de verano, acá mismo en la estación del ferrocarril, cuando pasaron en el tren rumbo al Sur. Iba junto al General. Sonreía con esa sonrisa que ella tenía y saludaba sacando medio cuerpo por la ventanilla del vagón. Los únicos privilegiados se arremolinaban en el andén para recibir algún paquete con juguetes. La sentíamos nuestra.

Le habían puesto una bandera argentina en las barandas al camioncito, emblemando su guerra. Los libertadores. Cuando sonaron los balazos salieron corriendo como ratas, resbalando en las piedras, se caían, se arrastraban con los codos pelados y las rodillas sangrando y el miedo en los rostros entre la polvareda del raje.

El camión quedó solo, regulando, abandonado, el humo del escape manchaba la noche, con las puertas abiertas y las cadenas colgadas de las defensas traseras. Las cadenas que no pudieron usar.
Y el grito de los cagones.


-¡Esto es grave, no se si te das cuenta...!

No decide en el tuteo, si la confianza o el respeto.

- ¿Te vas a comer la cana por culpa los otros?, ¡te botonearon y te largaron solo...!

El infaltable viento peregrino se mueve desde el Sur y pasa ajustando cuentas con los que no duermen, y con las ramas ya cargadas de hojas por la primavera y con los faroles de alumbrado.

Siento nostalgia por la luz, por el aura que flotaba sobre el destino de la patria con ella viva. Que va ser de los laburantes ahora, donde podremos encontrarla. Debe ser cierto que se nos fue para siempre.

Angelito corre unos metros adelante, con el revolver en la mano, apuntando al suelo.
Somos sombras fugaces. Pasamos frente al hospital que también hizo el General, damos vuelta a la manzana sin aliento, sin respirar, solo escucho el ruido del bobo latiendome desesperado en el pecho. En la bajada del Hotel Ferroviario ocultos por los árboles nos tiramos al piso.

No hay un alma en las calles.
Solo se escuchan los gritos de los cobardes ensañados con el busto de la muerta. Se les huele de lejos el miedo que tienen.
Alguien saca un rifle de la cabina del camión, pero rápidamente lo vuelve a guardar, titubeante, girando la cabeza y mirando hacia los techos.

Angelito empuña el arma con las dos manos y apunta hacia los tejados de la estación, cerrando un ojo. Su respirar suena como el de un asmático.

- ¡Tirales a pegar...!

Sale de mi boca.

-¡Es nuestra, no dejes que la toquen...!

Y se escucha el primer balazo.




(En la primavera de 1955, posteriormente al derrocamiento por las Fuerzas Armadas del gobierno del General Perón, un grupo de hombres contrarios al régimen, amparados por la noche, trataron de arrancar de su pedestal y arrastrar por las calles de mi pueblo un busto de la señora Eva Perón. Valiéndose de unas cadenas y un camión.
Tres empleados ferroviarios, vecinos del barrio, con dispar militancia política, evitaron tal cometido tras un pequeño enfrentamiento, sin resistencia por parte de los agresores y lo escondieron secretamente el tiempo que duro el exilio del General y la proscripción del Peronismo.
Después del triunfo electoral del Justicialismo el 11 de marzo de 1973, fue extraído del lugar donde se encontraba enterrado y expuesto en el municipio.

Toda historia contiene generalmente elementos de parcialidad y de pasión, puestos en ella aveces consciente, otras inconscientemente, y es bueno y necesario que así sea, porque es el ingrediente indispensable para revivirla, para sentirla latir.)


Para mi vieja. (2002)

Texto agregado el 18-10-2006, y leído por 586 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
19-03-2007 Tu texto tiene varias ventajas para nosotros los "foráneos": nos regalas un trozo de historia, nos la haces vivir desde los zapatos de los protagonistas, y nos deleitas con un estilo ágil, apasionado y exacto. Gracias por compartir esta historia. 5* theotocopulos
31-01-2007 He vuelto a leer este magnífico texto. Lástima no puedo colocar más estrellas. Gracias, noble amigo. Máximo islero
20-01-2007 Excelnte narración...nada que envidiarle a Don ernesto Sábato..o a García Marquez.... en i humilde opinion....es usted muy buen escritor cuenterodeilusiones
19-01-2007 Vaya buena lectura la que nos llevamos de aquí. Parece además que está todo dicho, rescatamos muy especialmente la construcción, y, como ha expresado el autor: “hay que hacerla latir”. Muy bueno. scatolocos
29-12-2006 Me has hecho vivir un pedazo de la historia real, la de a pie. Lo describes muy bien. El poder corrompe a quien no merece ostentarlo por su falta de moral. Esperemos que el tiempo madure a quienes lo desean y mitigue tantas injusticias como hay en el mundo. No me puedo situar en ninguno de ambos bandos que mencionas por no ser argentino y no conocer suficientemente. Para mí ha sido valiosa la lectura por la impronta que le has dado.***** graju
22-12-2006 Dije un día que tenía que leerte más a menudo. Hay tanto bueno por aquí que no se llega a tiempo a ningun sitio. ¿Qué decir desde la España lejana? Si acaso añadir a la gloria de Argentina que esta mujer todabía se respira al leer tu excelente narrativa. Una historia recordada y un gran recuerdo de la dama de los pobres. Noguera
08-11-2006 Cuando leo este tipo de relatos me pregunto ¿por qué tengo una marcada posición política tan diferente a la de quienes pueden plasmar su pasión y su sentir en una historia tan supremamente buena? No soy de izquierda (tampoco de derecha) soy - como me dice el negroviejo - Humanista Rebelde del norte de suramerica. Y es que las historias de nuestros países son tan diferentes!!! Yo quisiera creer en una izquierda renovada, o en una derecha social. Entonces leo algo como esto y me pregunto de nuevo: ¿A qué vinimos y para qué estudiamos? Excelente relato. De la forma... Ni hablar. Impecable. Del gusto y el estilo... qué puede una analfabeta funcional como yo decir? Me quito el sombrero, nada más. 5* JuanadeNadie
02-11-2006 Un texto exquisito, que disfrutado de principio a fin. me agradó también encontrar la parte "verídica" de la historia, puesto que no la sabía y le da un peso especial al trabajo anterior. Es un placer leerte.- chantal-deveraux
23-10-2006 Que buen relato has armado Calide, siempre hay gente sencilla que hace cosas de gigantes y las hace solo movidos por el mandato que le entrega el corazon y een este se ve el corazon puesto en su cometido***** curiche
22-10-2006 Escribes este relato desangrando pasión y corazón, volcándola sobre toda la Argentina. He vuelto a disfrutar de tu espléndida pluma, Cali. Tienes el arte al escribir de dejar flotando la herida de la tierra en los vientos patagónicos o en el paisanaje argentino. Ayer leí este relato, y me quedé pensando largamente en el poder del corazón. Quizá fuera esta la frase que se me enredó en el alma: "Ella la que con su amor le neutralizó la sangre milica y se lo entregó al pueblo, y ella fue el emblema de los desposeídos, de los muertos de hambre, de los humillados, de nosotros, de los grasitas." Hermosa descripción de una Mujer de Majestad Humilde y corazón con sangre de ángel. España guarda en el corazón también su recuerdo. maravillas
22-10-2006 Por estos dias con el episodio de San Vicente y el Gral Perón, se vuelve a revivir toda la pasión y el fervor de muchos años en la historia de Argentina./Fueron personas que han sido admiradas y lo serán para muchos, pero tambien nos damos cuenta, que pasaron tantas décadas y nadie fue capaz de sumar alguien "rescatable "a nuestro país / (Sera que los politicos son una raza en extinción?)***** monica-escritora-erotica
22-10-2006 La puta que lo parió!!! Qué bueno que está esto Cali!!! No puedo evitar que venga a mi memoria "No habrá más penas ni olvido", una obra impresionante de un patagónico inmortal como fue el gordo Soriano. Lo que sentí al ver la película (porque primero la vi y después la leí) es como lo que siento ahora. Los pueblos viven la historia de otra manera, porque todo allí tiene nombre y apellido, también los héroes... Es un relato impresionante, porque la relación entre los laburantes y Evita es un misterio que nunca será descifrado y que va muchísimo más allá de las "demagogias" con las que se pretende explicar burdamente una conexión maravillosa. No viví esa época, Cali, ni la del 73, pero la conozco tanto que hasta podría decir que siento nostalgia de aquellas épocas. Una vez más te agradezco este intenso momento que se debe pura y exclusivamente a esa magia genial que tenés para escribir. Gracias de verdad Cali !!! ESPECTACULAR !!! elnegropablo
22-10-2006 Muy buen texto sin duda que narra de forma concisa un hecho más de hasta donde es capaz de llegar la política de represión cuando se adueña mediante la barbarie de la libertad de los hombres. Un saludo y***** josef
21-10-2006 Muy bueno. No es frecuente que en la literatura patagónica se aborden temas políticos y sociales. Por lo general, las producciones abunadan en la consideración del paisaje, tanto en lo descriptivo como en la consustanción que manifiesta el enunciador. Otros temas son la expresión subjetiva en experiencias amorosas, el retrato de actores sociales destacados, etc. No obstante, el tema político, social, no aparece demasiado. En mi opinión, y siguiendo a Pierre Bordieu, por la falta de un campo intelectual independiente. Hay una especie de autocensura en la mayor parte de las obras creadas en esta región, al menos, de lo que yo he podido leer, que seguramente no es todo lo que se ha publicado. En todo este análisis, hay que exceptuar tus trabajos. Todo lo que has escrito sobre la importancia del ferrocarril en la línea sur, su muerte, y lo que significa para esos pueblos. Lo que has escrito sobre la postergación de inmensas regiones del país, como es la patagonia. Y a esto se le suma este relato: un hecho histórico, llevado a la ficción. Uno puede ser peronista o no, pero nadie puede desconocer la importancia del protagonismo del movimiento en la historia del país. Se puede coincidir o no con la metodología de la Fundación Eva Perón, pero nadie puede desconocer que muchos argentinos por primera vez se sintieron reconocidos como tales. Sobre la prosa y el estilo ... ya he escrito bastante, tan bueno como siempre, impecable. Felicitaciones, mis 5* saraeliana
21-10-2006 Aunque uno no comparta el sentimiento por la señora, ella despierta sentimientos muy fuertes, me encantó "ese busto" la descripción del pueblo de los personajes, de los ideales, de una generación. Todas las estrellas lesu
21-10-2006 Me has llorar el filo del alma, chamigo. La historia profunda de nuestra morada...Con la venerable figura de esa mujer apasionada hasta su último suspiro...y los buenos amigos de tu pueblo...sabios... Gracias hermano, por regalarnos esta historia. La he leído después de lo que pasó el 17 de octubre pasado...también lloró el filo de mi alma. El repugnante Poder, cuando no está al servicio, es diabólico. Muchas estrellas....Un abrazo. Máximo islero
20-10-2006 Muy interesante... historia fuerte y de trascendencia. velo
20-10-2006 Me gusto… lo haces muy bien, muestras lo que paso, y lo que fue y quedo en las almas que veneraron a la señora de perón, muy bueno. ****** Felicitaciones Besos lagunita
20-10-2006 Hay que haber mamado el peronismo en el hogar de infancia, para entender y sentir profundamente este texto. Me pregunto, a veces, si el amor que sembró Eva en mi generación, subsiste aun en las actuales. Excelente prosa que recrea a la perfección el mundo de la época. ***** negroviejo
20-10-2006 Me encantó de verdad que es atrapador de principio a fin, no solo está muy bien escrito sino que enseña historia, y de los errores de la historia se aprende para evitar volver a cometerlos. ***** fabiangs
18-10-2006 ¡Qué decirte, hermano!... "...elementos de parcialidad y de pasión, puestos en ella aveces consciente, otras inconscientemente, y es bueno y necesario que así sea...", vos lo decís bien clarito. Es biueno que así sea. Eso le da a tu historia esa "cosa" que la hace tan particular, tan real, tan irrealmente real. Sos mejor cada vez, no me canso de decirlo. Y para colmo un tema que me cala muy hondo. Muy mucho. Me ha emocionado tu historia, tu cuento, tu narrativa. % estrellas que son siempre pocas. Y un abrazo. vaerjuma
18-10-2006 Me encantó. Te supiste meter en las venas de la historia, trasladándola con fuerza e idoneidad. Muy buena tu narrativa. Un abrazo... neus_de_juan
 
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