Juan observa a su novia gritándole. La odia profundamente.
Se pregunta por qué tolera aquello. La ve a los ojos, sin esconder su desagrado. Los suyos se posan sobre una botella de vino. Los dedos acarician en su bolsillo Al Reloj, con la facultad de volver al pasado. Necesita descargarse. En un solo movimiento toma la botella y la estrella en la cara de su novia, que cae agitándose sobre un charco de sangre. Silencio.
Juan retrocede las agujas Del Reloj, esperando a un remolino de colores que lave aquella imagen horrenda y la reemplace con otra. Eso no ocurre y entonces reacciona: “¿Pero qué hice?”
Texto agregado el 18-10-2006, y leído por 108
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Lectores Opinan
18-10-2006
aveces la enfermedad y el remedio son igual de malo!!*5 terref
18-10-2006
Pues hizo lo que tenía que hacer y ya. Aleccionador cuento para las novias que no se han dado cuenta que a la mujer hermosa y al caballo los echan a perder los pendejos.. Un puñetazo en los cojones. sorin
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