¡Qué suerte! ¡Ha venido otra vez! Sus fuertes manos me acarician con tanta suavidad que me hacen sentir segura, consigue que me olvide de aquellos otros cerdos que eructan sobre mí, son tan repugnantes… pero él no. Incluso cuando me toca con sus labios… siento como si saborease mi piel.
Ummm, disfruto cada uno de sus sorbos que toma de mí, ese es el único sueño permitido a una simple jarra de cerveza como yo.
Texto agregado el 18-10-2006, y leído por 380
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Lectores Opinan
20-01-2008
Jajaja ingenioso. Me gustó. Mis 5* por ti. maryalba