EL MISTERIOSO INTELECTUAL
En la escuela los educadores jugaban cartas, mientras se mecían en unas sillas flojas. Los bulliciosos escolares se divertían con un monótono juego bastante trivial, algunos batallaban por canicas nuevas; del mismo modo, las niñas intrigaban con sus juegos muy femeninos. Una estresada monotonía de bullicio infantil, me hizo evadir aquella escuela, y la secuela fue un breve dolor de cabeza. Transitando de modo desequilibrado, alcancé llegar a casa, muy temprano.
Traspase la puerta y advertí de inmediato a mi dulce abuela, ella zurcía con ahínco algunas harapientas prendas, mientras escuchaba a Mozart en su clásico toca-disco. Después, pasé a auscultar al resto de la familia; pero no obtuve resultado alguno y, sin alarmarme, opté por reposar en el césped improvisado del balcón, leyendo y aspirado escribir un cuento o una poesía de ficción.
Con un ligero movimiento de bostezo, observé en el departamento del frente, en donde anteriormente vivía una señora aburrida y muy pulcra: un tipo de cabello largo y gafas oscuras. Este hacía lo mismo que yo, se detenía de ves en cuando para limpiarse la nariz; lo más curioso de la escena, fue que dos jovenzuelos bebían vino a su lado mientras parecían repasar una revista de rockanrrol, logré ver en la solapa de la revista, una navaja con una mancha carmín; sin embargo, todo estaba sereno: no había bulla, el tipo de apariencia curiosa, leía su libro sin balbucear a los restos; tampoco se oía música extravagante. Me halle perplejo y resolví introducirme a mi habitación a proseguir mi espléndido libro de cuentos.
El día síguete torné a casa muy adelantado. Y cuando me disponía a reposar en el balcón; advertí de modo aligerado, la misma escena del día anterior. Pero esta vez, el tipo extraño leía un libro mucho mas grande y los restos estaban muertos tras el, sin orejas; un ojo colgaba de la mesa sostenido con una cuerda mucosa, sus bocas sangraban y algunos dedos yacían en la mesa, ordenadas de modo uniforme sobre el libro que el tipo leía el día anterior. El tipo de gafas oscuras, se hallaba muy pulcro en la mesa, y de la solapa de su libro surgía trémulamente una navaja con una mancha carmín.
FRAGMENTO DE MI NOVELITA, |