La perfecta ocasión para matar es cuando la víctima menos se lo espera. Sólo que tú ya sabías cuando lo haría. No por eso dejaste tus habituales mañas rutinarias, que está demás decirlo, me las sé de memoria. Esto no es una venganza, es una consecuencia, tal vez de una reacción... no hagas algo de lo que no estés seguro si va a desencadenar algo totalmente positivo. Pero ese es tu problema: el optimismo de los imbéciles o el cinismo de los optimistas. Ahora, cada vez que te veo, me olvido las veces que te he matado, y si ya te toca una, para no perder la costumbre. Pero aún así no dejas esa maldita costumbre de desmenuzarme con tu indiferencia.
El momento para matar es... AHORA.