El ruido de la gotera del lavabo cada vez se hace mas fuerte, a las cuatro de la mañana, cuando todo esta en plena quietud en este valle; ese pequeño ruido pareciera ser la caída de una cascada. El ruido despierta como todas las noches a José, le molesta la gotera de sobremanera pero desde hace una semana (tiempo que lleva esa gotera) no se ha decidido a repararla.
José acostumbra una botella de vodka en el buró antes de acostarse, esta vez la término antes de ir a la cama, mientras releía la nausea; estira la mano al buró para sacar las últimas gotas del fondo de la botella y vuelve a dormir. Algo no lo deja, comienza la ansiedad nuevamente; la resaca después de beber completo el litro de vodka y las preguntas, las eternas preguntas, esas que lo atormentan desde hace ya varios años: ¿Dónde quedo mi juventud? ¿Acaso la vida es cruel, o soy yo quien a largo de ella nunca he descubierto como ser feliz?
Se incorpora unos momentos solo para hacer sonar un disco de Bach, en una grabadora semiderruida. En el disco, que es su favorito, se aprecia el segundo concierto de branden burgo, cuya exquisitez en los cuatro solistas: violín, oboe, flauta y trompeta, son incomparables. La trompeta con un grado de interpretación no menor al virtuosismo incluso en sus registros más agudos lleva al paraíso mismo. Los tres picos a lo largo de la obra como fundamento en las cuerdas son ágiles y logran llevar a quien escucha esta obra a un estado de éxtasis completo.
- si tan solo el vigor que me hace sentir la música fuera suficiente…
Un camino de hormigas se ha formado desde el día anterior, debido a la falta de limpieza en el cuarto que José alquila desde hace ya algunos meses, en este momento fija su vista en ellas. –esos seres diminutos saben su propósito en la vida, lo tienen bien definido, ¿y yo…? Mi época moza finalizo hace mucho tiempo, es imposible ya hacerme la falsa ilusión de tener un don, miro el lienzo en blanco; tomo la brocha de dos pulgadas la lleno de azul y lo mezclo con blanco titanium hago un cielo en óleo tengo el fondo y lo demás… vació… como mi vida, como el breve futuro que me resta, como mis relaciones “sentimentales”; ¿acaso el ser humano no debiera ser responsables de su felicidad, su bienestar y también el bienestar y la felicidad de sus congéneres? de que demonios hablo, el ser humano es egoísta por naturaleza ¿Cómo diablos espero que alguien se preocupe por un hombre decrepito? Y además de todo no necesito de nadie, soy el súper hombre; ese del que tanto hablaba el idiota que termino en una institución mental…Quiero ir al baño…
Son las siete de la mañana, José ha pasado tres horas divagando –basta de hablar conmigo mismo voy al baño y veo las noticias.
Entra al baño, mirándose al espejo descubre el rostro falto de ánimo y los años ya notorios en las canas y las arrugas que lo hacen ver mayor de los cincuenta y dos años con los que cuenta.
Sale del cuarto de baño y se dirige a la pequeña estancia saturada de libros, acompañados por una buena dotación de películas y discos musicales, que llenan tres libreros acomodados; dos en forma paralela, recargado uno en cada extremo de la estancia y uno en forma perpendicular en medio de los dos anteriores, al centro de la estancia una mesa con mas libros desordenados y un cenicero al cual no le cabe una colilla mas, a un costado de la mesa, una silla adoc con la figura de José, quedando de frente al televisor, no hay fotos, no hay cuadros, solo la pared que antes era blanca y con el paso del tiempo se ve amarillenta; José aspira aire estirando los brazos antes de sentarse, el olor a papel viejo y húmedo le llena el olfato, ese olor que disfruta tanto como el olor del vodka, que le trae recuerdos de Nietzche, Sastre, Goethe, y de otros tantos autores que siempre están juntos en su memoria y sus libreros.
Se acomoda en su silla, listo para el noticiero matutino, enciende un cigarro, se relaja y fija la atención en la televisión.
A las nueve, José, como todos los días termina indignado de ver como su país se sume en la miseria cada vez mas, debido a la clase política que gobierna, se prepara para ver un par de películas. Hay tantas a la vista en el librero, resaltan los títulos “fresas salvajes” y “la strada”, las otras tienen letras pequeñas y no se alcanza a percibir bien el titulo a la distancia. José se acerca toma las películas en sus manos; ajusta sus lentes para poder leer:
-ahhh, veamos, este día le daremos una oportunidad a Bergman, quiero ver que tan salvajes son sus fresas. Y nuevamente José habla consigo mismo como si tuviera un interlocutor, como si estuviera acompañado, le habla a esa parte de el que nunca esta conforme con nada, pero que al mismo tiempo lo mantiene vivo igual que el vodka.
¿Será a caso que necesito contemplar mi muerte como ese doctor en la pelicula? ¿Acaso es la existencia de la muerte la que logra en el hombre el efecto necesario para vivir a tope? Cada elección por pequeña que hacemos a lo largo de nuestra vida, nos va formando como lo que somos, y el conjunto de esas elecciones es el reflejo de lo que queremos en nuestra vida. Yo no he hecho elecciones adecuadas y heme aquí.
Al terminar la película José se asoma por la ventana, saca un cigarrillo de la bolsa del pantalón y lo enciende mientras contempla la mañana saturada de smog, el ruido de los autos, los gritos de la muchedumbre y, en el rincón de una plaza que alcanza a vislumbrar desde aquella posición observa a varios niños jugando a la pelota sin ninguna preocupación; recuerdos de la infancia llegan a su mente jugueteando con su pelota y levantando las faldas de las niñas que luego de sentir su mano lo golpeaban con tal ferocidad en el rostro que logra evocar el dolor mientras se frota la mejilla y sonríe para si mismo.
Por la tarde mientras se pasa la navaja por el rostro cubierto de crema para afeitar, repasa mentalmente las actividades del día.
Baja con extremo cuidado las escaleras, para no lastimarse mas la pierna que desde hace un par de años le causa mucho dolor, debido a la falta de circulación sanguínea en la misma. Se encuentra con su casera en el camino, una mujer de edad avanzada que heredo la propiedad cuando su padre hubo fallecido de cáncer hace ya más de cuatro décadas, nunca se caso y en opinión de José es una mujer apasionada por los quehaceres del hogar.
-buenas tardes señor José, no escuche anoche cuando llego.
-entre con sigilo para no perturbar el sueño de nadie señorita Edubijes, hasta pronto, buenas tardes.
José había llegado a eso de la una de la madrugada después de estar bebiendo en un bar mientras escuchaba a un hombre desamparado que había perdido a su primogénito de tres años a causa de envenenamiento por ingesta de productos de limpieza unas horas antes, y para curar su pena y dolor recurría al alcohol, lo único que nunca lo abandonaría en el mundo.
-mi niño, solo lo deje un par de horas, le dije que no se moviera de ahí, que su madre pronto regresaría de trabajar.
Yo solo salí a beber un trago y cuando regrese ya no se movía, estaba muerto.
-cuando llegue su mamá y lo vea, la pobre quedara deshecha.
Recordando a aquel hombre sumido en su dolor y en un vaso de tequila, se le vino a la mente una idea:
-No es posible que la naturaleza dote a un hombre tan vil y miserable con la capacidad de ser padre. Traer una vida al mundo sin hacer el menor esfuerzo para protegerla y cuidarla. Y de pronto surge desde sus adentros una afirmación categórica de esa parte suya con la que tiene que lidiar a cada momento, al fin de cuentas la vida es así, sobrevive el más fuerte.
Salió desde el cuarto alquilado en la calle Republica de Brasil, esquina con Luís Obregón. Caminó un largo trecho por la acera, mientras contemplaba la arquitectura del centro histórico, con ese color de la cantera y el rojizo del tezontle, evocando todos esos sonidos que han vuelto incomparable a este lugar. Los sonidos de los aztecas, de la lucha contra los españoles, de las fiestas religiosas y los mas recientes, los gritos de las luchas sociales.
Camina por Brasil y al llegar a tacuba, dobla a la derecha mientras sigue contemplando las edificaciones de estilo barroco y neoclásico que datan del siglo XIX y que nos muestran, como toda la arquitectura mundial, el reflejo de la mentalidad de una época y por consiguiente su historia, retratada en piedras.
Caminando por tacuba llega hasta el palacio de minería, se detiene fuera del mismo contemplando justo frente a este palacio, el caballito de Tolsa, pieza que tiene huellas desde la nueva España hasta nuestros días. Que vio pasar el virreinato, la guerra cristera, el porfiriato, la revolución y sigue hasta estos días. Se decide a entrar al museo de arte para contemplar más que cualquier otra cosa, y por el motivo especifico que entro, los murales de Diego, aquellos que lo hacen vivir en nuestra memoria, murales hechos con gran fuerza, firmeza y vigor, retratando siempre al pueblo de México.
Después de mirar las obras de Rivera, José camina de nuevo en la calle tacuba dirigiéndose a bellas artes, en donde a las siete de la tarde se ofrecerá Don Giovanni, la obra que Wolfang Amadeus escribiera después de la muerte de su padre. José se introduce en el museo, y camina hasta la sala de conciertos, toma el lugar que había reservado y se prepara para disfrutar dos horas con cuarenta minutos, tiempo que duran los dos actos de la obra. Comienza la obra, José esta encantado, parece que ver a ese don Juan le hace hervir la sangre, siente vigor corriendo en su cuerpo. Esas voces de tenor, soprano y barítono que resaltan lo llenan de energía, pareciera que se vuelve mas joven, pero no es así, al termino del segundo acto y de la obra misma, escucha la ultima parte “la muerte de los pérfidos es siempre igual”. En ese mismo instante el se da cuenta que es un traidor consigo mismo, un pérfido que se engaña a si mismo queriendo creer que la música y el vodka van a lograr llenar ese espacio vació que dejo el desamor y la pintura dentro de sí mismo. Sabe que no ha podido nunca elegir algo que lo haga feliz en la vida, pero espera tener la suficiente fuerza para no engañarse a si mismo cuando cumpla su cita con la muerte.
– no quiero una muerte de cobarde.
Al salir del concierto la noche esta en su mejor momento, son las diez y pareciera ser que la noche y la música, formando un ambiente oscuro, con aquella luna llena apenas visible, tapada en gran parte por unas nubes negras que están a punto de precipitarse, dan a José la motivación de seguir viviendo un día mas, o mejor dicho una noche mas, una noche oscura con una botella de vodka.
La tormenta lo atrapo antes de llagar a un club para caballeros cerca de revolución.
Entro al club empapado y se acerco hasta la barra dejando a su paso un camino de agua.
-garzón, un vodka por favor –dice José- al tiempo que mira de reojo a una muchacha bailando con un hombre totalmente ebrio.
La chica deja de bailar cuando termina la música y se para a un costado de José, este la observa y se ofrece a pagar su trago para platicar con ella unos minutos; ella le sonríe y le da las gracias. Mira nada mas como vienes –dice ella- todo mojado y salpicado de lodo.
-es obvio, afuera llueve –responde José- haciendo una mueca de disgusto.
-¿como te llamas?.
-Sasha –responde la joven después de una fumada al cigarro y al tiempo que le hecha el humo en la cara mientras dibuja una sonrisa en el rostro.
-y tu verdadero nombre es…
-Sasha –insiste ella-.
Tras una pausa momentánea, mientras José la observa directo a los ojos la muchacha dice:
-de acuerdo, soy Perla mucho gusto señor…
-José, ¿en verdad te llamas Perla?
-si pero aquí me llamo Sasha.
-eso significa que ¿te puedo llamar Perla en cuanto salgamos de aquí?
Ella mostrando su adorable sonrisa y agitando su vaso a la altura de su rostro responde:
-¿que te hace pesar que eres tan afortunado para que este contigo afuera?
-sera la unica vez que tu tengas esa oportunidad. Ademas dinero me sobra.
-vaya, vaya, vaya. Nada de modestia, nada de rodeo, por eso me gustan los hombres maduros. A las tres en la puerta trasera. Mientras tanto disfruta mi espectáculo, soy la siguiente.
-José la miraba bailar mientras se imaginaba esos bellos muslos acariciados por sus manos, rozar esos falsos senos contra su pecho, al tiempo que ese carmín se pega en sus labios. Esos ojos verdes viéndolo de frente diciéndole no te vayas, quédate a mi lado. De pronto paso del ensueño a la realidad.
-Nada de eso pasara, subirá sus pantorrillas a tus hombros lo harás como siempre, la despedirás en la puerta y te recostaras como siempre lo haces José.
-Maldición, lo peor de todo es que yo mismo me lo digo. Va que más da. Solo es para quitar el stress.
-¿Cuál stress? ¿pues ya te vas de aquí no? Para que quieres quitarte el stress.
-por si decido no irme.
-Creí que habíamos decidido que es lo mejor para nosotros.
-talvez para ti, pero de mi no estoy tan seguro.
José siguió por un buen rato disfrutando el espectáculo, claro, lo que el mismo se permitía ya que el mismo como siempre, se amarraba e interactuaba consigo mismo, sin dejar que saliera ninguna de sus partes al cien por ciento.
Pago su cuenta y espero en la puerta trasera a que Sasha hiciera acto de presencia.
-¿nos vamos Perla?
-claro, hasta el fin del mundo si tu quieres.
Caminaron hasta la habitación de José, mientras el pensaba en invitarla a su viaje.
-aquí es, relájate, desnúdate y ponte cómoda.
-sabes cuando llegue a México viví en cuarto como este, pero luego cuando me comenzó a ir bien inmediatamente lo deje.
-soy nostálgico. Viví mi infancia y adolescencia aquí por estas calles, y ahora las he escogido para emprender mi nuevo viaje y seguramente el ultimo.
-¿adonde te nos vas?
-despreocúpate de eso, mejor brindemos por ti.
Le puso en la mano una copa de vino tinto solo para brindar, después de eso seguiría el vodka y luego el plato principal de esa noche que serian eso bellos muslos.
Los cuerpos se calentaron, a la par de lo que iban bebiendo.
-oiga caballero y ¿como lo prefiere usted?
-volteate. Asi pon las palmas recargadas en la cama. Bien ahora las rodillas, eso mi niña. ¿Qué edad tienes?
-veintitrés respondió Perla sin voltear a verlo esperando ya el primer embate.
-¡hoo! ¡Que jovencita! y mira ya lo que te voy a hacer.
Dio el primer empellón y luego el segundo y así hasta que comenzó a hablarle otra vez a la chica mientras seguía jactándose acariciándole esas voluptuosas nalgas dignas de una escultura griega.
Mientras José esta en el acto, deja de disfrutarlo sin saber el motivo; le pide a la chica que suba en su cuerpo mientras el esta acostado y se encierra en si mismo sin poner mucha atención a la chica.
Comienza una serie de pensamientos acerca de lo que siente por si mismo en esos instantes.
Cada vez menos cosas en la vida me llenan y me causan placer.
¿Que sigue en mi vida? Estoy en un completo nihilismo tal como Dada.
No mas pintores, no mas escritores, no mas músicos, no mas republicanos, no mas monárquicos, no mas imperialistas, no mas anarquistas, no mas socialistas, no mas bolcheviques, no mas políticos, no mas proletarios, no mas demócratas, no mas ejércitos, no mas policía, no mas naciones, no mas normas, no mas estética, no mas de esas idioteces, no mas, no mas nada, nada, nada.
Mi vida llena de melancolía, de excesos, de rechazo a los valores ético morales de esta sociedad contemporánea ya no me permiten estar aquí.
Cuando el arte se vuelve contra uno mismo y comienza a destruirte desde dentro el suicidio inevitablemente es algo normal. Pero el suicidio también puede ser un arte.
Además morir solo me resultaría aburrido, preferiría hacerlo con alguien.
-¿te vas conmigo?
-¿he?
-Descuida será un viaje corto. ¿Haz oído hablar de Jacques Vaché?
-no
-no será a su estilo, pero tendrá el mismo efecto.
Y estirando la mano mientras sigue recostado y Perla sigue arriba de él, toma una daga del buró sin que ella se de cuenta. Vaché uso opio, a mi me gusta el sabor de la sangre, su calor, su humedad, su perfecto color carmesí. Espera el momento adecuado, espera el orgasmo y cuando este llegue José teñirá de rojo las sabanas no solo con su sangre, también con la de ella.
El ruido de la gotera del lavabo cada vez se hace más fuerte, José despierta no soporta más. Su vida, el sonido, la gente, todo lo enferma, entra en el baño se unta crema para afeitarse, saca la navaja, su cuello sangra, siente la humedad, el calor, y ve el carmesí que tanto le gusta...
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