Informe Y Crónica Patafisica de una Escuela Honrada
El deber me había llamado, por teléfono, claro, y casi no había sido un llamado, sino mas bien, un regaño. ¿Un Pata-informe (o Re-search para el lector bilingüe) sobre la calidad educativa en una escuela de la zona?.
En un principio, de gran claridad, sentí ganas de hacerlo, y a la vez, de quedarme en el laboratorio; pero, finalmente, apesadumbrado, y angustiado ante la confusión de tomar una decisión, partí guiado por una progresiva inercia hacia mi destino.
Tuve que sufrir un atasco en Córdoba y Beirut: dos manifestaciones en cada esquina me había empaquetado. Con 1 hora de retraso, llegué al Instituto Modelo Nuestra Señora (del Rosario) para realizar la inspección solicitada (el paréntesis se debe a que entre la “a” de la Señora y la “d” de “del” deber (iría) una palabra, la cual fue convenientemente olvidada por el escritor; como también este último se sorprendió por la carencia de la palabra “escuela” en el nombre de la escuela, puesto que el nombre no es: “Instituto Modelo Honrado”).
Antes de ingresar a la institución tuve la sorpresa de cruzarme con doña Azucena, apurada como siempre, que acudía a los labios de algún profesor que quería citar científicamente como ejemplo su nombre para designar el estereotipo de ama de casa (en un silencioso afán de superioridad intelectual) y que no llegó a percatarse de mi cansado saludo.
Poco después, ojerosamente, me propuse presentarme ante el Supremo Recto(R). Lo cual me recuerda al Dios egipcio si le agregásemos una A y un poco de femineidad. Antes que nada debí enseñarle mi Pata-carne-net acreditándome como Investigator en Patapsichys del Buenos Aires Institute, pues como pensé (acertadamente) todo el mundo valora a quien sabe seguir su rol y conoce su-misión en el mundo.
Hubo un momento de confusión, como siempre me sucede, pues no se si debo finalizar el comienzo de la presentación, o comenzar para finalizar la investigación, y aunque, como siempre me dicen mis queridos inferiores al leer mis anotaciones marginales del Pata-Informe, aquella cuestión tan decisiva en mi vida no era valorada en nada por la lógica.
Tuve que enfrentar dificultades en el comienzo de la “re-search”. Afortunadamente era hábil conocedor de las maniobras de aquellos seres que Cortazar supo nombrar como famas, pero yo, humildemente denominaré trajeados en el resto del informe. En este caso, aquel paradójico ser ya quería evadir compromisos antes de enfrentarse a ellos aludiendo la oscuridad de sus saberes (o para lectores Naive: su ignorancia). Sin embargo, solo tuve que poner un brazo en su hombro para hacer caer su velo de islámicas mentiras, y con un Rá-pido fru-fru, salimos juntos del armario (de sus oscuros saberes).
Los pasos caminaron lejos (como diría algún inspirado poeta), acompañándonos hasta llegar a una segunda puerta, que para mi fortuna era de “Toca madera; no pases por debajo de esa escalera”, y en este sentido, la canción de Serrat me ayudaría a terminar más rápidamente la investigación, incluso, más allá del pesar que las muecas del trajeado expresaban.
Miré incrédulo, matemáticamente ordenados, y descoloridamente abandonados a su turbante situación, una especie de célula de la Yihad Islámica se encontraba en ese mismo lugar de Buenos Aires. A punto de explotar, pensé en un principio, pero el cinismo del lugar me respondió cuando vi a otro trajeado como yo. Sus asientos, eran dignas maquinarias automáticas, por las cuales Schumacher no se habría sonrojado. Ordenados matemáticamente, allí, en ese lugar, los futuros suicidados esperaban y escuchaban las explicaciones del suicida mas experimentado del lugar, para aprender como ser “volados” (con eficacia y eficiencia, claro esta).
¡Qué Juventud con futuro! pensé, y una lagrima cayó por mi ojo derecho que palpitaba de la agonía provocada por tal fáustica visión. Ahorré dos pesos en estacionamiento, gracias a aquel revelador espectáculo.
Y tras un feliz portazo, abandoné el lugar rápidamente, saludando al trajeado y al Recto©, pues deberían encontrarse orgullosos de dejar ante los ojos de todos el elocuente espectáculo que nos entrega toda educación sin tapujos y con un verdadero sentido de deber y moralidad. Sentí algo así como vergüenza ajena, pero en este caso, orgullo ajeno, pues había tenido la fortuna de visitar una escuela muy honrada.
La escuela obviamente, había sido muy bien evaluada. |