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Todo parecía ir bien, Alan tenía todo cuanto se puede desear: una mujer hermosa que lo esperaba todos los días, un hijo encantador y una bebé que era su esperanza. No supo en qué instante dejó de apreciar todo esto, pero lo olvidó.
- Qué día, no tengo ganas de llegar a casa, estoy harto de todo, y no hay nada que me fastidie más que llegar y encontrarme con la rutina de todos los días, sólo me hace sentir bien el acelerador bajo mis pies, esto es vida, correr a esta velocidad libera mi adrenalina y hace que me olvide de cuanto hay allá afuera.- Se dijo mientras pisaba el acelerador y corría a toda velocidad. De repente, una luz lo cegó, sintió que perdia el control y no pudo hacer nada. Quiso frenar repentinamente, pero no pudo. Sintió un golpe enorme en la cabeza y de pronto se vio en otro tiempo, en otro espacio.
La mañana era tibia, estaba con su madre.- Mamá, me duele la cabeza, y no quiero ir a la escuela, la maestra me regaña, no me deja jugar- Su madre lo toma en brazos, es un pequeño de cinco años, y le habla con cariño: -Latoso, vamos, si no quieres ser un niño malo tienes que obedecer a los mayores…-

Ahora está en la escuela, tiene diez años. –Qué clase tan aburrida, no me gusta estar aquí, en cuanto termine la secundaria me iré a trabajar con mis tíos, estudiar me da flojera- Una voz interrumpe sus pensamientos, es el profesor que le habla. – Alan, aterriza, cuál es la raíz cuadrada de 121?...

Sin saber cómo, se encuentra en una tienda. Está anonadado viendo a una hermosa mujer que va saliendo. Camina tras ella. –Oye, linda, ¿no quieres que te ayude? Anda, no seas así, te llevo.- Ella, tímida, apenas le responde afirmastivamente, se van caminando muy juntos…

Una blanca iglesia, Rosa, su futura esposa, viste de blanco, se ve radiante. Él viste smoking, está tomados de las manos. –Yo, Alan, te acepto a ti, Rosa, como mi esposa…

Oye los gritos de su mujer que está en la sala de parto. Él permanece afuera. De repente escucha el llanto de un bebé, su corazón late muy de prisa, como si fuera a salir de su pecho.- Gracias, Dios, soy el hombre más feliz del mundo, gracias por darme este hijo, gracias por poner en mi camino a una mujer tan maravillosa como Rosi…

-Ya te dije que no me gusta esta sopa, es asquerosa, mujer, no pienso comerla, ¿quieres acaso que me muera? Ve a ver al niño, escucha como llora. No me mires así.- Rosa sale cabizbaja, él la observa alejarse…

Todo se vuelve oscuridad de nuevo, siente una gran pesadez sobre su cuerpo. Ve a su esposa desesperada, gritando e injuriando el nombre de Dios. Su madre está fuera de sí. Y su padre parece muerto en vida. Hay mucha gente, la casa está llena. Algunos murmuran cosas contra él, lo culpan del dolor que todos sienten. No logra comprender qué está pasando. Quiere moverse, decirles algo que las haga sentir mejor, pero la voz no asiste a sus labios, su cuerpo no le responde. Escucha a lo lejos el llanto de su pequeña hija, nadie acude a consolarla, todos lloran su pena. Él quiere levantarse, saber qué está ocurriendo. No puede entender, hasta que ve a alguien dirigirse a él. Es su hermana. Lo mira y suelta gruesas lágrimas. De repente todo se oscurece de nuevo, han quitado la luz, no puede ser, quiere gritar, está angustiado, siente que alguien lo carga en hombros, caminan demasiado, se está asfixiando. Ahora escucha la tierra caer sobre él, pero todo está oscuro. Escucha tmabién unos gritos que se vuelven alaridos. Son su madre y su esposa. Sus bebés lloran. Él necesita salir, ver qué ocurre… De pronto todo se vuelve silencio. Pasos que se alejan. –¡¡¡Qué ha pasado, devuélvanme la luz… Mi familia me necesita!!! ¡¡¡Escúchame, Dios, qué está pasando!!

Texto agregado el 16-10-2006, y leído por 150 visitantes. (1 voto)


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