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Ya habían pasado dos años desde la última vez que nos vimos, y un año y medio desde que quemé todas sus cartas.

El frío del invierno acá en Santiago quizás no es el peor de este mundo, pero es seco y te rompe los labios. Con ese clima, María estaba esperando la micro sentada en el paradero, Tenía sus manos cubiertas con guantes, pero aún así no sentía sus dedos. Esperaba y esperaba con ansias por no llegar tarde a la universidad. Mientras esperaba miraba su entorno, tratando de averiguar quienes la rodeaban en ese momento: nadie. Estaba sola en un paradero. Se sorprendió tanto que empezó a asustarse. Se paró un poco paranoica cuando vio que se acercaba la micro. Con una felicidad un poco brumosa y absurda la hizo parar y subió.
Estaba parada cuando comenzó a mirar hacia afuera y se dio cuenta de que había tomado el camino equivocado...Ahora aparte de estar atrasada se sentía perdida. Además no tenía mas monedas para pagar otra micro. Se acercó rápidamente al chofer y le preguntó hacia donde iban. El respondió que pronto iban a pasar por Catedral.. “Cresta, me perdí”, fue lo único que supo decir. Paró la micro y se bajó. empezó a caminar, por largos minutos...que iba a hacer. Supuestamente en la universidad le iban a pasar la plata para volverse, y ahora andaba sin ni uno....Vio un café y entró a ver si le podían prestar un teléfono. Iba entrando cuando empezó a llover...y ella sin paragua. Al estar adentro miró hacia afuera y al ver la lluvia no hizo mas que acompañarla y reventó en llantos. Comenzó a llorar de manera desesperada y psicótica. Cerca de ella había un mesero que la había estado mirando hacia un buen rato. De repente el se acercó y la abrazó por atrás, mientras que ella lloraba a llantos.

El frío invierno invadía la micro a las 8 de la mañana. Mientras María viajaba a la universidad, se estaba acordando de algunas fechas cuando logró entender que día era aquél. Y empezó a acordarse de todas las cosas que habían pasado los últimos tres años. Ya llevaba su quinto año en la universidad, ya llevaba unas monedas de mas por si, acaso, se perdía en la micro... “Es que ubicarse en stgo es demasiado difícil”. No había otra respuesta, según ella. Miraba por la micro mientras se acordaba de Manuel y del año que habían pasado, de todo lo que habían hecho juntos. Y así pasaba la micro por las calles, y así cada calle empezaba a revivir un recuerdo tras otro. Un momento helado expuesto a una llama de fuego que aún con mucha resistencia no se apagaba. Miraba por la ventana y recordaba su mano con la pluma y el papel. Se miraba las manos y recordaba como escribía, recordaba su mano deslizarse a través del papel como un pez en el río, nadando a favor de la corriente.

Se había ido todo, desapareció.

Su mano subía por su cuello, mientras que a María le daban tiritones por el frio que hacía. Pero no lograba controlar sus impulsos. Ahí estaban, en la bodega del café. Nunca en su vida se había sentido tan viva, tan llena de energía, que de alguna forma tenia que sacar...De a poco se acercó a su boca y empezó a besarlo, desesperada, casi pidiendo a gritos perder el frío y dejar de oír la lluvia. Fue ahí cuando sintió esa llama adentro que algunos de nosotros las personas sentimos aveces, cuando la necesidad de crear empieza a latir. María se separó del joven del café. Lo miro, una, dos, tres veces, hasta que se dio cuenta de lo que pasaba. Se bajó la polera, se puso el chaleco y emigró hacia la calle dejando la bodega y el café desierta sin su presencia. Corrió un buen rato, luego caminó hasta que llegó a su depto, empapada y sin aliento. Se dio cuenta de que algo la había prendido de nuevo, se sentó frente a su mesa agarro su pluma y comenzó a escribir.

- Necesito verte mas seguido. Créeme estás empezando a ser una necesidad para mis entrañas y más que nada para mi inspiración
- Ejem....¿No crees que deberías preguntar primero mi nombre?
- Lo siento, es que no te podría explicar lo que pasó el otro día acá....disculpa..como te llamas?
- Manuel.
- Bien....Manuel, yo soy María. Y respecto a lo que pasó el otro día...
- Quizás se debería repetir.
Manuel se acercó a María y la besó rápidamente. Se alejó y empezó a atender una mesa. María, perpleja por todo lo que estaba pasando, escribió en una servilleta su dirección y se la dejó en la mesa, luego se fue.

Revisé mi mail y había un carta tuya. No me atrevía a abrirla, hasta que luego de unos minutos lo hice..... “Estoy en Santiago, te llamo uno de estos días” . Quedé tan helada que el café que tenía en la mano se derramó en mis pantalones....Cresta, me quemé....volvió.

El tren partía en una hora. María se le ocurrió ir a comprar una bebida para el camino...El calor en Santiago estaba asesinando a todos permanentemente. 35 grados decía la televisión. María estaba algo dopada ya con el calor. Mientras compraba la bebida, metía su cabeza en el cooler donde estaban los refrescos. Se paró rápidamente y fue caminando a donde Manuel estaba con los equipajes. Al acercarse, divisó a lo lejos una mujer de su edad hablando con él....No tenia idea de quién era. En sus 10 meses de pololeo, jamás la había visto. De pronto la mujer anotó un teléfono. María se pasó la mano por la cabeza para limpiarse el sudor de la frente y, cuando volvió a mirar, estaba de nuevo Manuel solo. Se acercó a él y no le comentó nada al respecto y se quedó en silencio un muy largo rato. El tren llegó, se fueron.

María había subido todas sus notas en la universidad. Estaba encabezando el taller de literatura y había descubierto una veta de escritora que no tenía idea de que existía y que, con cada noche de pasión con Manuel, se incrementaba esta nueva veta haciendo que vomitara poesía por su boca, llena de calor y de vida. Ya había publicado algunos poemas, y, además de eso, estaba postulando a una beca en la fundación Pablo Neruda. Cada vez que volvía al departamento y veía a Manuel se sentía llena de palabras y de fuego dentro de su estómago. Luego de ese día en que Manuel llegó sin aviso al departamento, fue para no irse más. Vivía al lado de María todo el día. A veces la ayudaba con sus trabajos, y otras veces ella le ayudaba con los suyos, el trabajo de Manuel en el café era para pagar sus estudios en la universidad, y, cada cierto tiempo, María le ayudaba voluntariamente en el café para que pudiera terminar antes y así llevárselo a su dormitorio. Así vivieron demasiados segundos inmóviles, interminables.

Un día domingo por la mañana, Manuel se levantó muy temprano. Siendo que la noche anterior habían estado fuera hasta muy tarde, María abrió un poco sus ojos y vio a Manuel afeitarse en el baño. De repente sonó el celular de Manuel. María lo iba a tomar, cuando él se le adelantó y se fue a hablar al living. Cortó, miró a María y, sin decir ni una palabra, le entregó un papel y se fue. María se levanto rápidamente y corrió hacia la puerta a preguntarle a donde iba. Él miro y sin responder nada cerro el ascensor. María corrió a la ventana y, al verlo salir del edificio le grito. Pero Manuel, sin titubear, siguió caminando recto hasta perderse en alguna esquina lejana.
María abrió el papel que decía “Fue en el terminal....Tú me viste. Un día de estos te llamo”
No sabía que decir...apretó el papel contra su pecho y empezó a llorar.

Nunca mas escribió.

La micro iba helada y seguía conquistando las calles, mientras María pensaba en todo lo que había pasado, y pensaba en todas las cartas que ella le escribía. Pensaba en aquel fuego que casi quemó su depto...Ahi se fue todo. Cada letra que ella había escrito inspirada en él se quemó. Todos los cuentos los quemó; toda su inspiración murió con el fuego que bailaba ante sus ojos, mientras se desintegraba ese humo que empezaba a ahogar no tan sólo el papel.

“Tantos años y aún no saco una palabra de mi cabeza” .

Empezaba a recordar aquellos comentarios que la molestaban todo el día en la universidad....”¿Cuándo vas a volver a escribir??”, “María sabes que tu último ensayo no fue ni la mitad de bueno que el anterior. ¿Qué pasa?”, Nada pasaba, literalmente. Ya no quedaba nada.

Sentada en la micro, se preguntaba que iría a hacer si Manuel se le acercaba un día de estos. Ya habían pasado muchos años, y ella ya estaba estable de nuevo. Había vuelto a subir sus notas, nunca tanto como antes, pero estaba estable. En la universidad ya habían olvidado que alguna vez la conocieron por sus escritos, y a estas alturas hasta ella lo había olvidado.
Bajó de la micro y empezó a caminar hacia la universidad. De repente se da vuelta mientras iba caminando y vio que no había nadie atrás de ella. No había nadie adelante. Eran las 8:30 de la mañana en pleno centro y le costaba ver algún alma siguiendo un camino normal...... “Mejor apuro el paso”.

- Manuel????
- ¿Qué pasa?
- ¿Sabes dónde esta mi cepillo de dientes?
- Creo que esta encima de la mesa del comedor
- Gracias. Oye.....¿Pasa algo que andas tan pesadito?
María se acerco a Manuel de manera seductora y se posó sobre sus piernas, y lo miró fijamente esperando alguna respuesta.
- María, por favor no seas tan mala conmigo.
María miró fijamente, perpleja por lo que había escuchado. No entendía por qué lo decía. Y comenzó a balbucear un por qué entre dientes.
- Lo que pasa es que no quiero que me utilices más.
- ¿Cómo?
- Que no quiero sentirme como un juguete tuyo que te hace subir las notas y pasar el tiempo.
- ¿Manuel, que estás diciendo?¿que no ves que eres el principal pilar que tengo, y no tan sólo porque me llenas de sentimientos que me hacen escribir? Es porque ya no comparto mi vida con la tuya, vivimos una misma vida, convivo contigo y amo estar contigo, y, en todo aspecto, amo pedirte el cepillo de dientes, como amo pasar la noche junto a ti.
- Está bien, creo que no me vas a entender nunca, voy a salir...
- ¡Manuel espera!
Manuel tomó su abrigo y salió del departamento. María se postró en la cama y prendió un cigarro, y comenzó a preguntarse que estaba pasando. A los minutos se sentó frente al computador a seguir escribiendo.

El fuego que salía del tacho de basura estaba empezando a crecer más de la cuenta, pero María estaba tan hipnotizada por el desfile de colores y de cenizas, que no se daba cuenta. Veía un papel tras otro hacerse polvo, y tiraba más y más papel. Luego empezó a tirar sus disquetes y ahí empezaron a subir más y más las llamas.....Cuando la alfombra agarró el fuego, María se empezó a desesperar y corrió a la cocina, llenó un vaso de agua y lo tiró insensatamente al fuego....Sólo logró extinguir una mínima parte. Corrió al corredor en busca de ayuda. Un vecino se asomó asustado por los gritos y vio a María desesperada. Ella trató de explicar qué estaba pasando. Finalmente el vecino consiguió algo de cordura y apago el fuego con el extinguidor del pasillo.
María le dio las gracias, entró a la casa ahumada y vio todas la cenizas esparcidas por el suelo, y comprendió que nunca iba a poder removerlas todas. Se agachó y comenzó a llorar.

La lluvia el día que conoció a Manuel, era una lluvia fuerte que rompía hasta el pavimento en ese momento. Las manos de Manuel, ese día eran manos fuertes que también rompían el pavimento como extrangulaban la piel de María, y aquel día seguía grabado en la cabeza de María mientras caminaba rumbo a la universidad, recordaba aquel e-mail..... “Está aquí...cerca.....” murmuraba para si misma mientras caminaba.
Seguía paso tras paso, pensando en la mujer del terminal, en el sudor de su cuerpo esa noche, y cómo seguía la imagen de aquella mujer, y de aquel Manuel que murió en ella, hacía ya muchos años, aquel Manuel que la había hecho sufrir mucho. Y no entendía por qué aún se sentía mal, sabiendo que estaba cerca, si, supuestamente, aquel Manuel se había esfumado hacía muchos años,
Seguía recordando, mientras caminaba cuando comenzó a sentir lágrimas en sus ojos y de pronto, luego de muchos años, estalló de nuevo en llantos. Empezó a sentir que los últimos años habían sido horribles desde que Manuel se había ido.
Se limpió la cara, mientras que veía su universidad a la distancia. Se estaba pasando su chaqueta para secarse las lágrimas cuando de repente sonó su celular....

Manuel

Miró el celular detenidamente, viendo que era un número desconocido, y contestó...
- ¿aló?
- María, soy yo
- Manuel.....
- Necesito hablar contigo.
- Yo...no sé....
- por favor
- Está bien.....¿donde?
- Donde estas?
- Camino a la universidad
- Te paso a buscar en 15 minutos. Espérame afuera
- Está bien
Manuel cortó, y María, sobrecogida, caminó a la puerta de la universidad y se postró en un asiento...a esperar....

De pronto, estando sentada, vislumbró una silueta algo brumosa a la distancia. La silueta se le acercaba y, de un momento a otro, la silueta empezó a hacerse clara.

A medida que comenzó a acercarse, por fín pude ver cada una de sus facciones. Empecé a sentir tantas cosas adentro: un sentimiento que jamás, en toda mi existencia, había pasado por mi cabeza, que iba más allá de mis escritos, mas allá de mi pasión. Comencé primero a sentir un cosquilleo en las piernas, luego el cosquilleo empezó a subir por mi cuerpo, y comencé a decaer, poco a poco....Pasaban segundos, cada uno más largo que el otro, y en cada segundo que se iba, él avanzaba un paso más. Tantos años soñé con este momento, tantos años que estuve esperando esto, preparándome, tratando de mantenerme fuerte para que así yo no quedara como una estúpida ante todo lo que me había hecho, para que ni yo ni los demás pensáramos que yo no tenía las agallas suficientes para ser una mujer de verdad y que sólo podía ser la puta en la cual me había convertido mientras estaba con él.

Porque lo único que deseo en este momento es volver a él, y volver a mi vida de antes, borrar todo lo que había pasado y simplemente estar en paz de nuevo, en mi apasionada, bella y fogosa vida, aquella que cuando se alejó me dejó añeja, por dentro y por fuera, aquella que no dejó rastro de sonrisa en mi esencia. Eso es sólo quiero esa esencia de vuelta sin importar el costo.
Manuel comenzó a modular algo de su boca, pero yo estaba sorda, no entendía nada. Entre que me sonreía y se movía hacia mí tratando de hacer un enorme saludo, y yo no hice nada más que pararme rápidamente, lo miré, y lo abracé.

Manuel, perplejo ante el abrazo, sólo pudo abrazar de vuelta, pero en el momento en que apretó un poco más a María, ésta se alejó bruscamente y le pegó una fuerte cachetada que llegó a hacer a Manuel chillar. Ella lo miró con la cara seca y cruda. Él no dijo nada. Ella lo miró fijamente, se acercó, le extendió la mano. Manuel la aceptó mirando de manera fija sin entender, y de un momento a otro se aclaró.
María, sonriendo, le dijo, más dulce que nunca, que ya no había nada más que arreglar o hablar. Cogió su bolso, que en todo el alboroto había caído al suelo. Beso rápidamente a Manuel y dijo suavemente que no quería llegar tarde a clases.

Ella se fue

Texto agregado el 27-01-2004, y leído por 170 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
27-01-2004 No se si es casualidad o no, pero en este mismo momento estoy pasando algo muy parecido y quisas es por eso que me ha llegado tanto tu cuento, lo he encontrado increible, llena de sentimiento y de pena, llena de recuerdos que se avivan con cada lugar o situacion en particular, incluso un olor te recuerda todo, esta parte me ha encantado "Porque lo único que deseo en este momento es volver a él, y volver a mi vida de antes, borrar todo lo que había pasado y simplemente estar en paz de nuevo, en mi apasionada, bella y fogosa vida, aquella que cuando se alejó me dejó añeja, por dentro y por fuera, aquella que no dejó rastro de sonrisa en mi esencia."... uno siempre desea a estar como estaba...uno siempre desea lo que fue y nunca lo que será...que pena tengo, no puedo seguir escribiendo...esto es una gran coincidencia...es como si yo hubiera escrito ese cuento...saludos...leete "sueños"... es una metafora de lo que siento... que pena...que pena... saludos...felicitaciones. T-BONNES
 
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