CAP. 3.- FREUD, PESADILLA EN EL FONDO DEL MAR
Estoy segura que cuando despierte mi amigo, amante huésped, intentará medir el sol con su mano, luego se sentará de espaldas a la brisa, palmeará sus piernas, haciéndose pequeños masajes y caminará después hasta donde está el farol, muy cerca del puerto.
Pero el día afuera, está tan bello que he decidido salir, me calzo con unas sandalias de fibra y abro la puerta lo más silenciosamente posible.
Pero, él se ha despertado, nota mi ausencia y con los ojos semiabiertos busca mis pisadas, lo veo por los vidrios, viene corriendo, es como si se hubiera levantado de una pesadilla y yo, fuese, la mujer que tiene que rescatar de las garras de un vampiro, pero al parecer con cada paso, se le va despejando la imagen de su sueño, y aunque ya no corre me mira profundamente. Yo me paralizo, esperando que pronto reconozca el tiempo y espacio en el que está, me mira profundamente y cuando falta solo un paso para estar en mi cuerpo, abre esos enormes ojos de uva borgoña y me abraza.
Uff!, pienso, eso me pasa por haber leído tantas historias de suspenso masoquistamente, claro está, donde los culpables del crímen casi siempre terminan siendo los menos esperados, en este caso según mi escuálido entendimiento, iba a serlo mi huésped, un hombre casi perfecto.
Cocinar no me molesta siempre y cuando se entienda por ello, vaciar las galletas, los panes , poner el atún precocido de lata en un plato ó lavar vegetales, y es que aún no entiendo el trabajoso proceso por el cual ,las madres, en especial la mía, utilizan para cocinar. La mía agobiaba aún más, mi talento no nato para preparar aderezos y sancochar alimentos durante horas, con lo fácil que es servir esos productos enlatados, que algún genio invento para hacernos la vida mas rápida, dejándonos tiempo para otras cosas mas útiles que comer, como dormir, conversar, amar; esta última es de la que más gusto para perder el tiempo.
Freud ha traído un pescado, me ha dicho que me enseñará a pescar, que es todo un proceso de concentración, que no es solo tirar la cuerda, que hay que adormecer a los peces, porque a estas alturas de la vida, los peces han adquirido cierta inteligencia de sobrevivencia, que es más que el instinto con el que todos los animales nacemos, lo que entendí fue que en sus memorias genéticas esta grabado con letras muy grandes y prácticamente en neón, “cuidado con ciertos misteriosos gusanitos que coquetamente nos atraen, para llevarnos a una oscuridad infinita”.
El dice hablarles, se sienta a contarles cuentos, me imagino que algunos se quedarán dormidos, pues hace unas noches, cuando él me acariciaba los cabellos, comenzó uno, sobre una vaca que quería ser reyna y vieran que buen ansiolítico resultó.
Les decía que mi amigo encontró una formula para distraer peces, contar cuentos, y según dice, a diferencia de los peces del norte, estos, los del sur no gustan tanto de las historias de barcos fantasmas como si de sirenas, y yo, ya me hize pelotas, pues el único cuento que conozco es el de la caperucita roja, y de seguro esos peces en lugar de adormecerse, me pifiarán por el cuentito tan poco original, yo haría lo mismo. Pero la verdad es que no sé nada de sirenas, lo más próximo que se me viene a la mente es una mal tatuada imagen que vi en el brazo de un pescador calvo, era una sirena con unas tetas realmente grandes, pero nunca, nunca tan grandes como las de mi abuela.
No creo que pesque nada le he dicho, pero el cree que pescar me hará amar mas al mar y eso le hará bien a mi espíritu ya esta colmado con mi música y el sonido de las olas, y que si no sé contar cuentos, puedo cantar, o que mejor lleve mi viola, que a los peces les gustará, que primero quedaran hipnotizados y después se olvidaran de la carnada.
Me ha contado también que a veces sueña que es un pez, uno de esos que solo se ven en las enciclopedias de psicicultura, un espécimen raro, con un cuerpo que mas parece vestigio antiguo que pez vivo, dice que todo comienza cuando anda braceando entre unas caracolas de olor agradable, y yo me pregunto si es que acaso se pueden percibir olores dentro del agua, y que de pronto en el suelo de esas profundidades y de a pocos, va formándose un hoyo negro, un hoyo que arrasa con todo lo que encuentra a su paso, es un hoyo que crece y no para de hacerse grande, cada segundo el hoyo tiene una dimensión diferente, se come todo, los peces, el agua, las algas, el musgo, las rocas, hasta ciertas embarcaciones que están sepultadas en el fondo, y cuando esta apunto de tragárselo a él también, hace un esfuerzo enorme y despierta, morado y asustado, muy asustado.
Continúa en el capitulo siguiente.
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