Lánguida la noche
se derrumba hacia el olvido
y un corazón
se manifiesta seco,
convertido en cenizas.
Lánguida la derrota
se acomoda en la silla,
que estaba preparada
para tu gran visita.
Lánguida la mañana
sostiene una sonrisa,
se disfraza de soles
para tomar el tren de las desdichas.
Lánguida llega la tarde
y encuentra una merienda surrealista,
en donde hay galletas con tus ojos
y tortas con tu sonrisa incluida
Lánguida,
me recuerdo,
me recojo del barro,
me subo a la cornisa
y acomodo mis pasos
para una gran caída.
Lánguida
me coronan los labios,
con la sangre que cubre mis heridas,
y luego me devoran,
escarbando ese rincón sutil,
en donde descansan eternamente
tus caricias...