Ralf König tiene unos personajes llamados Roy y Al. Pues tengo algo así en casa. Tengo gato, comprendanme. Blues, bola de pelo y algo solitario, se convirtió en mi compañero de piso hace casi cuatro años. Nos aguantamos, nos repartimos el territorio y tenemos zonas comunes, él es un histérico, yo estoy algo loca, al final, funcionamos como compañeros. Ancor tiene su propio gato, Jazz, también bola de pelo, pero bastante más happy que Blues. Ahora estamos todos juntos, compartiendo habitación y baño. Espacios, al fin y al cabo. El primer momento fue traumático. Aunque todos decían: ya verás que se adaptan, (incluida yo) lo cierto es que la idea general era que no se soportarían. Blues llegó, miró y se escondió. Durante todo un día no salió del armario ni para comer ni para cagar (aunque tampoco le hacía mucha falta, se había cagado de miedo en el taxi). Circunstancias de la vida, como todo en esta historia, juntó un fin de semana largo a la ecuación. Ni Ancor y yo teníamos muchas ganas de quedarnos desconectados del mundo: al fin y al cabo, son gatos, no bebés, dejarlos solos una noche no es pecado. "Déjalos en una habitación" había dicho premonitoriamente días antes "y nos quedamos con el que sobreviva". Aquí estamos, días después, en nuestro rincón secreto, con los recortes, la cama de matrimonio y los dos gatos. Transfondo, personajes, entorno. Y en el cuarto de al lado duerme pacíficamente un perro, el mal al otro lado de la puerta. El rincón oscuro. Jazz ha aceptado y comprendido a Blues mejor que nadie. Y Blues se va adaptando. Cajas de tierra intercambiables.
Bien... ahora vamos al asunto. Tengo la idea, tengo el proyecto... ¿Les gusta la historia? ¿Merece la pena trabajarla? Avísenme. |