Hacía unas horas que todos los invitados habían terminado de llegar a la estancia situada a varios kilómetros de la gran ciudad, ahora sólo faltaba vestirse, peinarse y otros detalles a la imagen personal pero nada más. El resto de las cosas ya estaban todas listas. Lucía estaba un poco molesta porque había personas invitadas que no soportaba o incluso ni siquiera conocía pero eso ya no importaba. Se miró por última vez al espejo y salió de la habitación a encontrarse con su mejor amiga para ir juntas a la capilla donde se realizaría la ceremonia. Allá se encontraban las familias casi completas de los protagonistas de la ceremonia. Todos estaban de punta en blanco en la entrada de la sencilla capilla. Los invitados charlaban de todo un poco, algunos se saludaban por primera vez hasta que el silencio se apoderó de todos al llegar el sacerdote que iba a celebrar la misa de bautismo de los más jóvenes de las familias. De a poco los invitados fueron ingresando al lugar, se sentaron los que pudieron y otros se quedaron de pie a los costados. Unos minutos después las cabecitas de los niños eran bañadas de agua bendita, uno lloró al sentir el frío que le recorría la frente pero en seguida se calmó. El otro no se molestó en absoluto, siguió durmiendo en los brazos de su madrina. Ya estaba a punto de terminar la ceremonia cuando el sacerdote le hizo señas a alguien de la multitud, el silencio reinó unos segundos y antes de volver a los susurros se escuchó una voz cantante. La más hermosa voz jamás escuchada vibró en las paredes del humilde templo. Lucía desde un rincón observaba pasmada al muchacho fuente de esa voz. Al terminar finalmente la ceremonia fue una de las últimas personas en salir de la capilla, habló unas palabras con el sacerdote y se reunió con unas nenas que la bombardeaban de preguntas sobre la cristiandad mientras se dirigían al salón donde se realizaría la fiesta. Saludó a los pocos que habían llegado más tarde y siguió charlando con su amiga hasta que el joven cantante se acercó a ella. Sus miradas se encontraron y el tiempo pareció detenerse por unos instantes. Por primera vez en la vida de Lucía su corazón dio un salto y sintió una electricidad recorrerle todo el cuerpo. El muchacho se alejó charlando con su hermana. Poco a poco todos se fueron ubicando en las mesas y por azar o destino coincidió nuevamente con el muchacho. Cenaron, brindaron y entre una cosa y otra Lucía sentía que a cada instante un sentimiento sepultado hacía años volvía de sus cenizas como un ave fénix. Cada vez que su mirada se encontraba con la del muchacho su corazón volvía a saltar y la electricidad la recorría nuevamente. Después de una buena comida y de unas canciones interpretadas por el joven llegó el momento de bailar. Todo era alegría y diversión, no existían ni edades ni achaques. Poco a poco los invitados fueron abandonando la fiesta, por efecto del alcohol o por la larga jornada el cansancio se hacía sentir. Finalmente se encendieron las luces, se barrió un poco, se apagó la música y por último se apagaron las luces antes de echar llave a la puerta del salón. Lucía fue una de las últimas en salir y el muchacho también. La luz de la luna iluminaba los alrededores, el silencio reinaba en la madrugada. En grupo y a pie se dirigieron a la gran casona para descansar. Eran las 7 de la mañana cuando Lucía y sus compañeros de habitación se durmieron. Ella soñó con esos ojos negros, esa sonrisa y esa voz que la habían cautivado desde la ceremonia en la capilla. La parecía mentira que unos años atrás ese mismo joven gateaba entre las faldas, habían pasado varios años sin verlo y ahora estaba convertido en un muchacho en pleno desarrollo.
Tres horas después Lucía estaba desayunando. No había casi dormido pero no importaba porque se había divertido como nunca en la fiesta. Además no era la única, ya había gente levantada a esa hora. Se organizó una caminata ya que el clima era agradable y ella se sumó al grupo. Luego de un par de horas decidió regresar porque tenía que leer unos apuntes que precisaba para el día siguiente. Entró a la casa donde reinaba el silencio, tomó sus cosas y antes de acomodarse en la sala de estar se chocó con el muchacho. Fue un saludo seco y sin importancia. Se acomodó en los sillones y se sumergió en la lectura. De pronto en su hombro apareció la cabeza del joven. Ambos rieron, se miraron un instante y él encendió el equipo de música. Y como en una función privada comenzó a bailar frente a ella. Lucía no podía evitar mirarlo y sonreírse. El momento pasó y llegó la hora del almuerzo. Sin razón evidente el apetito de Lucía se desvaneció y apenas probó bocado. Frente a ella estaba sentado el muchacho. Se habló de la fiesta y otras cosas más hasta que Lucía comentó que regresaba a su casa después del almuerzo. Nadie comentó nada al respecto pero ella notó que la chispa en la mirada del joven había desaparecido.
Unas horas más tarde Lucía se encontraba en el auto de unos amigos de regreso a su casa. Durante todo el viaje sólo pudo pensar en esa voz, en esos ojos negros y en nada más. Llegó a su casa casi a medianoche, comió un sándwich y se fue a acostar. No pudo conciliar el sueño de inmediato a pesar de no haber dormido mucho la noche anterior ni en el viaje. El recuerdo del muchacho le daba vueltas la cabeza y no podía pensar en otra cosa, ni siquiera le molestó estar totalmente sola esa noche en su casa. A la mañana siguiente se levantó temprano para asistir a la primera clase de un curso, desayunó y fue al instituto. La desilusión no se hizo esperar, por reformas en el edificio se habían suspendido las clases hasta la semana siguiente. No podía creer que había renunciado a unos días más en el campo para a fin de cuentas no poder empezar a cursar. Regresó a su casa y para su sorpresa ya habían llegado su tía y su primita también del campo. Ellas partirían al día siguiente a Uruguay a realizar unos trámites pero eso a Lucía no le importó. En su cabeza aún resonaba la voz cantante de Julián, ése era el nombre del muchacho, pero todavía no se había dado cuenta del efecto que le causaba la presencia de él. Claro que poco a poco fue convenciéndose que todo ese mundo de sentimientos que había florecido dentro de ella iba a ir desapareciendo con el paso del tiempo porque estaba segura que no lo volvería a ver en años nuevamente. Su tía y primita partieron en la noche siguiente, así que se quedó sola otra vez en la casa pero eso no duraría mucho ya que al día siguiente llegaría su primo. Tuvo otra vez problemas para conciliar el sueño, solo podía pensar en él, en su mirada, en sus payasadas que había hecho para llamar su atención y sin darse cuenta ya estaba soñando con él. Su primo se dignó a llegar a la casa después del mediodía, charlaron un poco, organizaron la cena y así pasó otro día. El fin de semana ya formaba parte de un recuerdo ameno por haber estado coloreado con el bautismo y sin darse cuenta ya estaban en día viernes nuevamente. El teléfono sonó y Lucía se sorprendió de reconocer la voz de la madre de Julián. Conversaron del regreso a la casa, una charla normal hasta que entre una cosa y otra surgió el tema del noviazgo.
- ¡Ah! ¿Así que tu hija y mi primo empezaron a salir?- Dijo con nerviosismo Lucía- No sabía nada- Se disculpó.
- No te preocupes, no es nada del otro mundo, son jóvenes- la tranquilizó- Precisamente por este tema te llamo. Resulta que ellos quieren verse y se me ocurrió que quizás tu primo podría venir este fin de semana a casa. ¿Qué te parece?
- En realidad no sabría qué decirte porque la mamá no está y mi mamá llega mañana, además él no sabe manejarse en bondi- se rió nerviosa.
- Bueno, está bien, no hay drama. Cuando llegue tu mamá decile que me llame porque tengo que hablar con ella.- Y se despidieron.
Los días pasaron y su primo le pidió un favor, quería que lo acompañase a encontrarse con su novia porque no tenía idea dónde era el lugar y menos cómo llegar ahí. Ella aceptó sin problemas, sería la chaperona. Eso sería el miércoles, es decir al día siguiente. La madre de Lucía se enteró y combinó con la madre de Julián para encontrarse también ellas. Frente a estos planes Lucía se dio cuenta que quizás Julián también estaría allí y decidió escribirle una amistosa carta para que su primo se la entregase.
Media hora antes del encuentro del miércoles Lucía decidió ir ella también y entregar su carta en mano. Llegaron al lugar unos minutos tardes y ya los estaban esperando. La primera impresión que dio fue que Julián no había ido y Lucía que era un manojo de nervios se relajó. Su primo y su novia se fueron a caminar y ella se quedó con las madres. Éstas conversaron distendidamente hasta que la madre de Julián dijo que tenía que pasar a buscar a Julián. Sin aviso alguno los nervios de Lucía volvieron. Fueron a buscar al muchacho y éste se sorprendió de verla. Intercambiaron miraditas acá y allá pero ambos estaban mudos. Esperaron a que regresaran los novios y luego tuvieron que separarse. Lucía juntó coraje y con manos temblorosas entregó su carta. Julián la recibió mostrándose sorprendido y ansioso a la vez. Al separarse Lucía se sintió aliviada. Y conforme al paso de los días creyó que ahora sí que no iba a saber nada más del muchacho. Para su sorpresa el teléfono sonó el sábado, eran las 11 de la noche. Era Julián que la invitaba tímidamente a una presentación que él haría al otro día. Ella aceptó emocionada. Y a partir de ese momento que su estómago fue cerrándose de a poco y apenas pudo dormir.
Sin darse cuenta, el tiempo había pasado más rápido de lo esperado, la hora del encuentro había llegado. Lucía fue con su primo al lugar de la cita, el show estaba por comenzar. Se acercaron y saludaron a los padres de los chicos, se sentaron junto a ellos. Julián fue el primero en cantar y luego de dos canciones invitó a su hermana que lo acompañara. Y dedicaron la última canción, colmada de sentido, a Lucía y a su primo. Terminada la presentación y los aplausos, se acercaron a la mesa de sus padres y saludaron a todos. Y llegó el momento más esperado por Lucía, primero saludó a Sofía (hermana de Julián) y luego al joven: un beso en la mejilla y un gran abrazo cargado de emoción, por alguna extraña razón sus manos quedaron unidas unos segundos que para ella fueron siglos. Después conversaron de todo un poco hasta el momento de la despedida, Julián y Lucía fueron los últimos en despedirse.
Y a partir de ese día se encontraban 1 vez por semana o cada 15 días, poco a poco el amor de Lucía por el muchacho fue creciendo, comenzó a conocerlo, a compartir momentos y lugares. Al principio ella no entendía por qué estaba las 24 hs del día pensando en él, ni por qué antes y durante los encuentros su estómago se cerraba, su apetito se anulaba, temblaba como una hoja, no entendía por qué las mariposas en su panza se alborotaban y su corazón parecía salírsele del pecho cada vez que hablaba con él. Lucía jamás olvidaría la primera vez que Sofía y su hermano se quedaron a dormir: todo había transcurrido con normalidad hasta que ella decidió retirarse a su habitación para leer un poco, estaba de espaldas a la puerta. Estuvo bastante tiempo sumergida en la lectura hasta que sintió que alguien la observaba. Volteó y se encontró con la mirada de Julián. Él la había estado observando en silencio. Ambos rieron y Lucía notó un brillo especial en esos ojos negros. Parecía una imagen extraída de esas novelas románticas que ella a veces leía pero jamás creyó que en la realidad también ocurrían.
Los encuentros siguieron su curso y en cada de ellos se intercambiaban detalles mínimos, gestos simples que evidenciaban el interés del uno por el otro. Lucía decidió confiarle todo esto a su mejor amigo para tener una explicación lógica de todo el asunto. Ella describió con sumo detalles los encuentros y todo lo que su cuerpo sentía para que su amigo le diese un diagnóstico. La situación era más delicada de lo que suponía: se estaba enamorando por primera vez en su vida, había estado interesada en otros muchachos, hasta había tenido uno que otro novio pero ninguno había sido capaz de despertar todo ese mundo de sensaciones y sentimientos que ahora sentía.
El año llegó a su fin al igual que la relación del primo de Lucía con Sofía que repercutió en la frecuencia de encuentros entre Julián y Lucía. Y ella decidió que debía sepultar el asunto porque no tenía sentido estar enamorada sin ser correspondida. Pasó un mes, después otro y el verano llegó a su fin. Sin darse cuenta habían pasado casi 3 meses sin ver a Julián pero olvidarlo le costaba cada día más. A mediados de marzo se vieron por primera vez en mucho tiempo y ella se dio cuenta que todo seguía igual que siempre, los estúpidos nervios bloqueaban su apetito en vano y su cuerpo temblaba como una hoja. Y fue después de ese encuentro que ella decidió hacer hasta lo imposible para olvidarlo, no sólo porque sabía que no era correspondida sino también por otro detalle: la diferencia de edades, ella era 10 años mayor y él seguía siendo menor de edad y lo seguiría siendo por unos años más, en pocas palabras: el amor entre ellos estaba prohibido.
Curiosamente unos días después de sentenciar al olvido el asunto de Julián, él empezó a comportarse de manera extraña. Hubo otro encuentro y él le obsequió primero un perfume, luego en otra ocasión una pulserita y como broche de oro la llamó unos 15 días más tarde para expresarle en pocas palabras que quería verla, que hacía tiempo que no se veían. Una semana más tarde se encontraron y él le obsequió un block de notas con una frase cargada de sentido y un dibujo ilustrándola. A la semana siguiente y gracias al invento del Internet con todos sus cachivaches hablaron por el chat, una conversación que Lucía jamás olvidaría:
- Holis- fue él quién saludó primero- ¿Cómo estás?
- Hola, bien ¿Y vos?- se apresuró a contestar Lucía.
- Bien, con nervios- Se leyó en la pantalla
- ¿Por?
- No sé, no hablo mucho con mis amigos, con vos puedo hablar pero me pongo nervioso-
- No te preocupes, que yo también me pongo nerviosa cuando hablo con vos- Tipeó ella- ¿Tenés idea de por qué nos pasa esto?-
- No, sí, no sé por qué- se leyó unos segundos más tarde-
- Mirá, tengo amigos y cuando hablo con ellos nunca me pongo así de nerviosa- Unos segundos de pausa- ¿Qué se te dio por hacerme tantos regalitos últimamente?-
- Te los regalé de todo corazón porque sos mi amiga- Respondió él-
- Mmm, creo que no puedo ser tu amiga- Sentenció ella- Cometí un grave error, si se enteran nuestras familias me matan- Y aguardó la reacción de él, al no recibir respuesta continuó- Te juro que traté de evitarlo de mil maneras, al principio no entendía qué me pasaba- Un pausa- Y a veces cuando te veo me hace mal-
- ¿Pero qué hiciste tan terrible?- contestó él- Me estoy empezando a preocupar-
- Está bien, te lo voy a decir pero por favor ni una palabra a nadie porque sino me cuelgan- Una pausa- Te juro que no quise que pasara pero no pude evitarlo. Te pido mil disculpas por esto-
- No le voy a decir nada a nadie, en serio, dale decime-
- Creo que me enamoré…- Y casi a ojos cerrados tipeó su verdad- Creo que me enamoré de vos…- Con miedo a la reacción de él presionó la tecla Enter con los ojos totalmente cerrados y aguardó unos segundos, eternos para ella. Al abrir nuevamente los ojos temiendo lo peor, la respuesta estaba titilando en la pantalla-
- Entonces vas a tener que disculparme vos también- Y en el renglón siguiente – También me enamoré de vos-
Ninguno de los dos se atrevió a tipear nada más por temor a estar alucinando, unos minutos más tarde él escribió:
- Por favor no le digas a nadie, si se enteran en mi casa sería un desastre- Una pausa- No puedo dejar de pensar en vos-
No pudieron seguir chateando porque había muchos curiosos alrededor y decidieron despedirse hasta la próxima:
- Un beso enorme, chau mi Rey- se despidió ella primero
- Besos para vos también…Chau, mi Reina- Y así culminaba la charla más emocionante para ambos.
Pasaron unas semanas antes de volver a verse pero ahora compartían un secreto maravilloso y peligroso a la vez, debían ser más cuidadosos que nunca. Cuando finalmente se encontraron nada dijeron de aquella memorable charla, como si nunca hubiese tenido lugar. Lucía, sin embargo no dejaba de pensar en esas palabras que alimentaron su ilusión, él estaba enamorado de ella, le resultaba increíble esa realidad. Sus vidas siguieron su curso normal hasta que nuevamente coincidieron en el chat y nuevamente las palabras de Julián alimentaron el amor que Lucía sentía pero el secreto seguía sin revelarse al resto de las familias.
Los meses pasaron y el secreto seguía intacto al igual que los avances entre ellos. Parecía que todo había culminado con sus respectivas declaraciones porque jamás se atrevieron a ir más allá de las palabras. Lucía se reencontró con un viejo amigo y empezaron a salir con frecuencia. Como era de esperar empezaron a acercarse cada vez más hasta que su noviazgo fue un hecho. Sin embargo Lucía no dejaba de pensar en Julián y sentía que en parte estaba traicionándolo, él se lo hacía notar con sus actitudes. Se llevaban peor que nunca y Lucía le propuso de dejar pasar el tiempo, que a él le faltaba mucho por vivir, que en unos años podrían probar hacer algo si es que ambos seguían libres por la vida. A Julián no le gustó al principio la idea pero luego también coincidió que era lo mejor para todos. Él empezó a noviar acá y allá, se distrajo y el tiempo pasó. Sus familias también se distanciaron por lo que ya no había más razones para verse. Y la vida siguió su curso.
Los años pasaron: dos, cinco, diez.
Lucía estaba a punto de casarse con aquel viejo amigo y recurrió a la madre de Julián que en una oportunidad se había ofrecido para confeccionarle el vestido de novia. Y ella aceptó gustosa de la idea, Sofía también se entusiasmó con la idea y decidió ayudarlas. Y entre medidas acá y allá Lucía se enteró que Julián estaba en una gira por Asia, estaba triunfando en el mundo llevando su maravillosa voz a todos los rincones, que seguía soltero pero que de vez en cuando tenía un romance con alguna de sus seguidoras. La boda estaba programada para el 26 de febrero y para eso sólo faltaban 2 meses. Julián regresó de su gira para pasar las Fiestas con su familia y se llevó una gran sorpresa al enterarse de la boda. Sofía fue la única en darse cuenta que la noticia no le había caído muy bien a su hermano y decidió charlar con él como hacía cuando eran más jóvenes. Al principio el muchacho no quiso dar el brazo a torcer pero poco a poco empezó a soltar todo lo que tenía guardado.
- ¿Te acordás cuando fuimos al bautismo en el campo hace unos años atrás?- Le preguntó Julián-
- Sí, cómo voy a olvidar eso si ahí me enganché con el primo de Lucía…-Le sonrió la hermana.
- Y después de eso empezamos a verlos muy seguido hasta que la relación de ustedes se terminó…- Con la mirada clavada en la mesa balbuceó-
- Sí, pero ¿Qué tiene que ver todo eso con la boda de Lucía, si vos eras un nene?- Rió la hermana-
- Bueno, es que…Precisamente en esa época me ocurrió lo más hermoso que jamás había sentido y que nunca más volví a sentir- Se rascó nerviosamente la nuca, tomó aire- Me enamoré por primera vez-
- ¿En serio? ¿Por qué nunca me dijiste nada? ¿Y de quién?...- Lo bombardeó a preguntas. Lo miró detenidamente y comprendió- ¡Ah! Claro, ahora entiendo muchas cosas- Le sonrió al hermano- Entiendo que te hayas enamorado de ella pero eso no significa que…¿O sí?- Lo miró seriamente-
- Sí, ¿Qué?- Preguntó ahora él algo asustado-
- ¿Y ella se enteró de esto?- Le cuestionó- ¿O también se lo ocultaste a ella?
- No, a ella se lo dije- Suspiró algo aliviado-
- Claro, y de seguro se rió cuando le dijiste porque dudo mucho que ella…
- No, no se rió- la interrumpió- Es más, ella fue la primera que me habló de amor- Dijo a ojos cerrados- Nos enamoramos, simplemente eso-
- ¡Increíble!- Se limitó a decir Sofía- Y ahora entiendo un poco más todo- Miró a su hermano algo preocupada- Pero…
- No, juro por lo que más quieras que jamás me tocó un pelo- la interrumpió adivinando la pregunta siguiente- Y a ella tampoco la toqué, ambos sabíamos que el amor entre nosotros estaba prohibido, no nos atrevimos a hacer nada- La tranquilizó- Decidimos callar ese amor secreto pero jamás dejé de pensar en ella…- Los ojos de ambos se humedecieron y él sintió un gran alivio al poder al fin liberar su secreto. Se abrazaron.
- Entonces, ¿Qué pensás hacer ahora que ella está a punto de casarse?- Preguntó ella al secarse las lágrimas- ¿No te gustaría verla otra vez y preguntarle si ella…
- No podría- la interrumpió- No me atrevo, si ella es feliz con él, también lo soy yo-
- Vos dejame a mí y después te digo- Sofía le palmeó la espalda y lo dejó solo. Después nunca más volvieron a tocar el tema hasta el día previo a la boda. Sofía planeó todo y decidió llevar a cabo su romántico plan.
Lucía se miraba por décima vez en el espejo, no quería que se le escapara ningún detalle. Se alisó la falda, se llevó la mano a la cabeza verificando que el peinado no se deshiciese y le sonrió a Sofía. La madre de Julián acababa de irse. Las jóvenes se abrazaron.
- ¿Estás segura que querés hacer esto?- Le preguntó a Lucía- ¿Estás enamorada de verdad de él?-
- ¿Enamorada?- Se rió ante la pregunta- No, enamorada no pero es un buen compañero de vida, no puedo quejarme. Lo quiero un montón y siempre estuvo ahí para apoyarme en todo: en las buenas y en las malas- Se alisó nerviosa la falda otra vez-
- Bueno, si vos te conformás con eso…- Se encogió de hombros- ¿Alguna vez te enamoraste al menos?- Adivinando la respuesta-
- ¡Uf! Sí, hace mucho- Y cerró los ojos para traer a la memoria imágenes y sensaciones lejanas- Sí, sentí esa electricidad en todo el cuerpo, las mariposas en la panza, dejaba de comer y de dormir por él, mi corazón se aceleraba cada vez que lo veía y los nervios me hacían su presa cuando hablábamos. Soñaba todas las noches con él…- Suspiró abriendo los ojos y agitó la mano como queriendo borrar las imágenes de su mente- Pero creo que todo eso ya forma parte del pasado- Sentenció con un suspiro y secó una traviesa lágrima que acababa de nacer al recordar aquella época.
La madre de Sofía volvió avisando que ya era hora de empezar la ceremonia. La última en salir fue Lucía, se miró en el espejo, murmuró un nombre ininteligible y salió. Se encontró con su hermano y del brazo caminaron juntos hasta donde el Juez de Paz celebraría la unión civil. Su prometido le besó la mejilla y le susurró al oído que parecía una reina. Ese sustantivo le trajo a la memoria sin aviso previo la imagen de Julián otra vez, suspiró y le sonrió al Juez de Paz para que diese comienzo. La ceremonia estaba a punto de terminar cuando llegó la pregunta si había alguien que tuviese motivos suficientes para que la unión no se llevase a cabo. El silencio reinó en la sala, aguardaron unos segundos. Sofía le guiñó el ojo a Lucía y se sonrió. Ella no entendía nada y volvió a mirar al frente. Como nadie se oponía a la unión el Juez iba a proseguir cuando de pronto las puertas de la sala se abrieron y al principio en un volumen muy bajo, luego en forma creciente Julián empezó a cantar mientras se acercaba lentamente a Lucía. Ella volteó al reconocer esa voz y sus ojos no daban crédito a lo que veían. Comenzó a llorar y a recordar la primera vez que lo había escuchado cantar 10 años atrás. Cuando por fin estuvieron lo suficientemente cerca, él se arrodilló y continuó cantando. Ella lo tomó de las manos. Julián se levantó y Lucía olvidándose del resto del mundo lo calló con un beso, el beso que hacía años guardaba para él. El Juez ante tal escena cerró el libro de actas y pidiendo disculpas se retiró. El prometido de Lucía comprendió que ya no hacía falta su presencia en el lugar y acompañado de sus conocidos también se retiró. En la sala sólo quedaban los parientes de Lucía, la mamá y la hermana de Julián que estaban muy emocionadas por el cuadro que estaban presenciando. Cuando por fin los labios de Lucía y de Julián se separaron, miraron avergonzados a su alrededor.
- Vas a tener que disculparme pero tenía que evitar tu boda porque…-Titubeó Julián- Porque…
- Porque nunca pudo olvidarte- Le ayudó a terminar la oración su hermana
- Gracias, Sofía- Le sonrió.
- Vos también vas a tener que disculparme porque esto fue precisamente lo que deseé todos estos años- Y diciendo esto lo abrazó y besó.
Unos meses más tarde se casaron y juntos se fueron de gira, él para cantar y ella para presentar su más reciente novela: Amor Secreto. Y continuaron juntos, formaron una hermosa familia de artistas, contaron su historia de amor a sus hijos, nietos y bisnietos. Y vivieron felices hasta que un 26 de febrero, durmiendo y soñando juntos, pasaron a mejor vida.
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