Inmenso y tranquilizante se podría decir que son las más relevantes características para referirme a él.
Sereno, acogedor, poderoso y discreto, testigo silencioso de cada uno de mis días. Espectador de millones de vidas. Así eres mi cielo.
Tu alegría me contagia y me llena de vida, tu tristeza es indudablemente sentidas por todos, tu llanto tragedia de muchos.
Puedo saber cuando estás tranquilo, lo veo en tu rostro, cuando estás enojado se oscurecen tus ojos y se enloquece tu cabello.
Cuando tienes rabia extrema y quieres llorar explotas con ruidos estruendos y te salen chispas por los ojos.
Mi cielo... Me encanta cuando te sonrojas por las tardes y el sol te ilumina el rostro.
Me encantas... Me encanta esa forma incondicional que tienes de escuchar silencioso cada vez que te hablo con el pensamiento, sea con palabras de asmor o de enojo.
Disculpa si hay veces en que te ignoro, pero tu sabes que cada día lo comenzamos juntos. No te enojes por eso. y no llores, que te pones feo.
Nos vemos en la noche... Mi cielo.