Crea una explosión; baila conmigo esta noche. Mañana seremos polvo de estrellas, nos habremos quemado durante la caída. Vibra conmigo; somos inmortales dentro del sueño. Siénteme. Llegué con los ojos llorosos y la mirada nublada; me senté a tu lado y nacimos dentro del silencio. Alzaremos vuelo juntos. Pero hoy la gravedad nos atrae hacia la tierra, otra vez; baila conmigo y deshazte: poco, lento, así, sereno. Vamos a quemar la creación. Nos esperan del otro lado.

Fuera del sueño están los amados, vestidos de blanco y envueltos en plata. Sus labios carnosos nos llaman. Entre susurros escucho la voz de su pasión; aquellos que viven en un desierto cristalino, como invierno letal. Veo la sangre caer de tus muñecas como si fueran hilos de seda escarlata. Veo el dolor en tu sonrisa y tus manos que siguen sosteniendo las mías. Mientras tu rostro se contorsiona, nosotros seguimos flotando en un vals infinitesimal. Hay ángeles para todos. ¿Por qué te sigues haciendo daño?

Me ahogo en todo lo que se supone es tu alma. Te imagino sosteniéndome del pescuezo y apretando fuerte, delirio de primavera. Vería tus ojos desorbitados mientras el vidrio se cae de ellos. Me mirarías sin verme, dejándome en eterna asfixia. Toma mi vida porque ya es tuya. Déjame ahorcada, pero no te atrevas a voltear la mirada. Mi último respiro es parte del sueño. Una cama de pétalos de rosa. No se supone que sería así. Nunca debió de haber sido así.

Fuimos fieles pero nunca leales. Metal en nuestras bocas y corazones en descomposición. Los insectos nos empiezan a consumir. No dejes de bailar. Acercamiento de nuestros pechos; hay algo mal aquí. Las piezas no encajaron jamás. Mi vida fue una mentira pero mi muerte aclarará la verdad. Este es el primer amanecer en naranjas y azules. Antes de que nos empiecen a quemar los rayos, la luz, acércate en el último abrazo. Tus palabras siempre estuvieron tatuadas de “eternidad”. Aquí acaba el sueño.