Gritaban todos
como núcleos perdidos
sin su péndulo,
tan satelitales y celestes
que ni se los notaba temblar,
solo fluían como agua,
como cosa sin descaro
que se abre de armonía.

En un punto,
Vivimos todos juntos,
Y al rozarnos como aletas,
Traspasaremos la entrega
Tendiendo nuestras bocas
Para secarnos los brazos.

Como despinta la muerte
Descascarando las cejas;
Como se filtra su arrullo,
Madrugador
Para los ojos de seda,
Y para los niños blancos
Que toman luz.

La niña llega en su rezo,
vestida de muerte
como en sus besos,
tiembla y salpica el corazón
Su hidráulica armonía
Y se le nublan los ojos
Por encima del día.