Amanecer abrazado a tu nombre,
pidiendo perdón por delitos antiguos,
añorando los besos y caricias que nunca tuvimos,
para volver a imaginarlos de nuevo,
para creer que fueron mentira,
para saber que fueron verdad.

Hablamos de amores gastados,
de luces abstractas,
de camas alquiladas,
de hijos no tenidos.


Nada es consuelo para mi cuerpo.

Ni todos los cafés que nos tomemos,
ni todos los discos que me destruyas.

Lo cierto es que al final no te tengo y
tus labios son de otro.
Eterno deja vu de dolor.
Stop al silencio.