Juego con los ojos de mi alma
A ver el universo intangible
De los secretos, de lo no hecho, de lo no dicho.

La Muerte se aparece
Con su halo de princesa
Y por mi cabeza demente
Aparecen ideas inverosímiles

Quizás la Muerte no sea inmortal
Tal vez, un día fue un joven humano
Muerto en una tempestad.
O una leona,
Heridas por las hienas
O hasta una prostituta
Vencida por la vejez
Una monja que desde su claustro
Buscaba a su díos
O un cura, en su celda fusilado.

Quizás haya vivido
Lo que pregona sin distinción
Y pudo haber amado con pasión y entrega
O también asesinado a gente indefensa
Y condenada se volvió inmortal
Teniendo como única misión
Soltar su halo letal

Tal vez fue una adolescente
Que amaba la literatura de Shakespeare
Y la música de Sanz
Quizás a cada muerto dedique una canción
Que los represente, para darles la bienvenida
A su mundo de ilusión
También puede ser más terrenal
Que la que hace esta composición

Que se la imagina
Hermosa sin comparación
Y que le tiende la mano
Seduciéndote con su mirada
Que muta según el personaje
Que tenga delante
Y sus ojos adquieran el color
Del ser más amado por el incauto
Que se deja guiar por ella
Sin ninguna restricción

A la muerte también le gusta la música
Y lee novelas románticas
Recordando a un viejo amor
Y sueña despierta,
Con el día que caiga bajo su propio hechizo
Para así poder descansar y olvidar el dolor.