Estoy a oscuras en una pequeña habitación, observando a varios cadáveres putrefactos, de gente que quise en algún momento, personas que yo asesine en un instante de mi vida. Es un espejismo de mi mente, personas que fallecieron para mi corazón, el homicidio que perpetuo mi alma.
Seres que en algún instante fueron amigos, conocidos o amantes , que traicionaron mi confianza, que hirieron mi espíritu y lo dejaron marcado, con cicatrices que no se olvidan…con el odio de una esperanza destruida por el egoísmo, por la envidia.
¿Piden disculpas? Mas aunque dentro de mi, pueda perdonar, entender los motivos de sus corazones para traicionar…No puedo volver a relacionarme con ellos, no puedo creer, ni en las mentiras, ni las verdades que un día me dijeron, que dicen en este instante o dirán en algún momento, un poco de mi inocencia se esfumo con cada uno de ellos.
Ahora vengo a presenciar, como otro cae de su pedestal, el ideal que yo cree se destruye a mis pies, haciendo añicos mis esperanzas, mis ilusiones, mis anhelos más profundos y me siento entupida por haber caído de nuevo, por permitir volver a confiar mis más oscuros secretos en una persona de carne y hueso.
Me he quemado tantas veces, en mi ingenuidad de defender a los que amo, de idealizar a la gente, de no ver la realidad. Porque me he vuelto ciega, sorda y muda a todas las pistas que regaron por los caminos que recorrí junto a ellos. Otros me lo decían, seres imparciales, seres que si me querían. Que ellos no eran de fiar y yo me ponía a debatir que nunca ellos serian capaces de cometer el más mínimo acto vil, en mi contra.
Y a pesar de haberme equivocado en muchas ocasiones, sigo creyendo que no todo el mundo es igual, que por hay se encuentra una persona en la poder desahogar, mis más lúgubres pensamientos, mis más escondidos secretos. Sin temor a salir herida, sin el miedo a volverme de nuevo una asesina.
Mientras sigo observando a gente caer, sigue aumentando la lista de cadáveres de esta habitación de mi subconsciente.
El estado de los cuerpos que inertes están sobre el suelo húmedo, son el único indicio de cuanto me hirieron, los que la sangre los cubren por completo, son lo que mas daño me causaron…y su nivel de descomposición representan el tiempo que ha pasado.
Aunque hay algunos, que se han convertido en tierra, se han desintegrado por completo, solo unas pequeñas partículas me recuerdan su existencia. Ya prácticamente olvidadas por los azares de la vida…las heridas sangrantes que cada una de esas personas me dejo, fue borrándose con el tiempo; convirtiéndose en unas pequeñas cicatrices que no se notan, a las que apenas presto atención.
Estos montículos de polvos, hacen presente que todo se supera, hasta el flagelo más grande.
Y ahora que he soltado todo lo que me atormenta, estoy lista para volver a confiar y creer que todo puede mejorar.
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