Comencé a escribir esta carta con la incertidumbre de no poder decirte estas palabras frente a frente… una paradoja, dado que son precisamente tus ojos el espacio sin tiempo que me conduce a mi más profunda valentía… Sin embargo, acá estoy… tratando de entender el motivo que de tu efímero paso por mi piel me conduce, irremediablemente, a sentirte tan vivo, a imponerme la necesidad de no borrarte, de no convertirte en recuerdo….
Continúo escribiendo, y se me cruzan imágenes no muy lejanas: un mazo de cartas redondas barajadas especialmente para perder; el beso que me estremeció hasta el alma; el bendito balcón de Valentín Gómez que mágicamente reanudó mi creencia… y una cama con huellas que nos esperaba impaciente…
Jamás podría describirte en palabras lo que significó para mi esa eterna noche (que luego se convirtió en días)… no podría y tampoco sabría como hacerlo… después de todo lo maravilloso de volar es precisamente el vuelo, no? Lo cierto es que cuando la “pequeña muerte” se apoderó de nosotros, misteriosamente algo nacía… tu olor, tus manos, tu boca, tu piel… y esos ojos (que me hacen temblar) se enraizaron en mí… y ahora no tengo la clave para salir de esto… ¿Y por qué debería tenerla?... simplemente por el mismo motivo por el cual un puente no se sostiene de un solo lado; o porque tu impenetrabilidad y tu seguridad latente no supo o no quiso descubrirme….

Y te vas… y de alguna manera una parte de mi se va con vos… para no penar a la ausencia, a las terribles ganas que me van a dar de encontrarte en tu escritorio (para ir a molestarte), o de bajarme en la estación Medrano y sucumbir a la tentación de tocar el 5 “A” para que me conteste tu abismal silencio.
Sin embargo la realidad es irrevocable, como tu pasaje de avión, como la certeza de que ya no vamos a tener más esas lujuriosas noches de sudor, como la convicción de que no logré retenerte o simplemente crearte la duda de que yo no era sólo lo que tu mano dibujaba bajo el poster de Pulp Fiction.
¿Debí contarte que en mi territorio de inexperiencia siempre elegí a las personas que se encienden? Y te encendiste en mi... tanto que el resplandor mato mi lucha de querer olvidarte... y no sabes como lo intenté!!!!!

Hoy observo inerme como te vas de mi vida… y además, no pude tenerte… no me dejaste… entonces debo extender mi mano y dejarte ir.... y reconocer que siempre estuvo vacía, o al menos no estaba llena de vos…

Definitivamente en algo tenías razón… quebranté la línea de lo pactado… me enamoré… inocente y maravillosamente me enamoré… ¿quién puede juzgarme por creer que todo es posible?

No te alejes, o al menos dejame pensar que te quedaste con esa duda.
Te beso... hasta el tiempo que dure...