La pasión de la joven debe acallarse y aplastarse, no se le debe permitir siquiera, anhelar el deseo. Se pondera la vida casta y sufrida, como agradable a la gran divinidad, la misma que no contesta tus oraciones y que nos quieren hacer creer que el amarlo puede ser mejor que amar un palpable cuerpo de hombre.
Mientras que el heroico joven, es quien consigue hacerla suya y lejos de disminuir su valor moral, se hace más macho, ella es quien cede y se deja arrebatar su pureza, tan preciado valor moral, como si no tuviera otro. Mientras a unos les agregan hombría a otras les quitan decencia.
Saltemos y pisoteemos, la irreverencia es necesaria para quebrar las congeladas ideas. Negras de oxido, estúpidas desde su inicio estancadas en las gargantas de muchos.
Declaramos urgente, la necesidad de abandonar la idea de la pobre joven utilizada sexualmente, reconozcámoslo, el placer nos envuelve y también nos llama con la misma fuerza que a ellos ¿Por qué ocultarlo? ¿Pensará mal de ti? Si lo hace es un hipócrita. El sexo nos causa tanto placer como a ellos, tenemos el mas obvio derecho a la igualdad de consideraciones.
¡Señora! Aprenda a educar a sus hijas, usted también sintió placer, sabe que ella también, seamos consientes y asumamos el deseo! Comencemos desde ahora, no es tarde, dejemos el sueño del idiota, ¡hay que despertar!
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