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Era un Domingo en la tarde y nos juntamos a ver una película, de esas que a mí me encantan, pero a él ....no. “ Rebeca” de Hitchcok.- No es necesario que me acompañes- le dije mientras instalaba el video- No te preocupes, si ya estoy aquí.

Resulto ser mejor de lo que yo esperaba, sin embargo Tomás se quedó profundamente dormido, al despertar un tanto malhumorado, no omitió comentario alguno, tampoco esperaba que lo hiciera, nunca lo hace. Fuimos a tomar un café a la cocina, una vez sentados me dijo que este Viernes estábamos invitados al cumpleaños de Julián, su socio y amigo durante 10 años.

Apreté la mandíbula con toda mi fuerza y rigidez , y sin esfuerzo imagine lo impensable. Ella estaría ahí, por que siempre de alguna forma u otra se asomaba, acechaba desde la cercanía más sutil hasta la distancia más imborrable y lapidaria; el humo de un cigarro mentolado, el sonido del taco aguja sobre el cemento, una aterradora mueca, encantadora y cizañera. Recuerdo que hasta deje de ir a cierto restorán de comida árabe por que ella solía frecuentarlo.

Con mucha ansiedad le pregunte
- ¿Estará ahí?- ¿Quien?- respondió él - Ella... tu sabes, “ la Innombrable”- dije riéndome nerviosamente.- Sí- dijo firme- va a estar ahí.- Entonces no quiero ir, me hace mal hasta saber que existe, si quieres vas tu solo.
- ¡¡Hasta cuando, hasta cuando te haces esto, cuando me vas a creer, cuando te vas a sacar ese rencor repulsivo, que te pudre todos los días de tu amargada vida!!,
- ¡¡Lo siento, pero nunca va a ser suficiente tiempo, y si lo es, será hasta tener la certeza de que no volver a verla jamás!!.

Se paro y dio un golpe fuerte sobre la mesa, me agarra de la pera y mirándome como aquellas veces dijo- Se acabo, si no vas soy yo el que no te vuelve a ver

Llego el Viernes, me había preparado toda la semana, o quien sabe quizás desde hace mucho más tiempo. En el auto camino a la casa de Julián. Tomás me apretaba la mano y me sonrió, hace tiempo que no lo veía así, nos bajamos, me abrazo un buen rato y me dio un beso en el cuello, uno en la frente y finalmente otro en la boca, sin embargo la idea de arrancar era inevitable, toco el timbre. Julián sorprendido me saluda – Que bueno que viniste- yo solo atine a decir- Gracias- y sonreír.

Al entrar Tomás me dice -eres la más preciosa de este lugar- tomando en cuenta que estaba la misma gente de siempre, hablando lo mismo de siempre; fútbol, mujeres, dinero, seudo-política y chistes morbosos, todo con ese clásico toque de liviandad y dispersión característicos de esta clase de eventos.

Salude de lejos y me fui inmediatamente al baño, - al fondo, cruzando el pasillo, la primera puerta a la derecha- Me dijo la nana de la casa. No pude evitar mirarlas... todas las paredes plagadas de fotos, cada milímetro del muro conmemoraba su imagen como si se tratara de un santuario, se veía digna, hermosa amada, feliz y en cada una de ellas se vislumbraba la espeluznante expresión ambigua de su cara.




Cerré la puerta con llave. No necesitaba hacerlo, no necesitaba esconderme, solo mirarme por un segundo al espejo, uno importante y detallado, de esos que incita al horror de la repetición. Me sentía acorralada por todos esos objetos que tenían su nombre, las toallas y cortinas de baño rosadas con sus iniciales bordadas, un muestrario de perfumes italianos. La jabonera azúl, que era una replica exacta de su mano larga y huesuda, con los dedos levemente separados.

Después de cinco minutos decidí optar por lo sano, abandonarme, entregarme al placer de la confrontación, aunque la odio, obligarme a disfrutarla, revestirme de mí. Me lave la cara, pero el dedo se me atasco en el cierre de mi chaqueta, empezó a sangrar, revise en el botiquín si había un parche curita y me encontré con una sorpresa bastante oportuna. Unos 10 frascos de antidepresivos y ansiolíticos, justo en la repisa de abajo un test de embarazo, cerrado aún, ¡Quién diría que iba saber de ti más que tu misma!.

Salí del baño sonriente como nunca, me tome más de media botella de vodka, esto ameritaba celebrar, estaba libre al fin, había vuelto a ser la mujer graciosa y encantadora que hace algún tiempo fui. Me reí del mundo entero, hasta me dijeron que me veía particularmente hermosa, y lo estaba, de alguna forma u otra le había ganado, sin tener que recurrir a ningún truco sucio y eso no podría haber suscitado más tranquilidad y euforia en mi. Sin duda me sentí invencible, hasta que de repente sonó el timbre. Julián le dijo a Tomás- Puedes abrir por favor, que estoy preparando un traguito- como no- respondió Tomás y fue rápidamente hacia la puerta.

Era Ella, elegante como siempre, No pude evitar pararme e ir a saludarla y darle mis respectivas condolencias sobre su miserable estado actual, sin embargo observe desde la cocina, para escuchar su voz.... su penosa voz - Pero si te estábamos esperando- dijo Tomás entusiasta- Sí por favor discúlpame es que tuve una emergencia- respondió quedándose en la puerta-¿¡Qué paso!?- Es que tuve que llevar a mi hermana de urgencia a la clínica- Otra vez- sí otro intento, esta vez la pobre pensaba que estaba embarazada, y no resistió la sola idea de pensarlo, recuérdame nunca más dejar esos remedios en el baño- En verdad lo siento- dijo Tomás abrazándola - No te preocupes, por lo menos estas aquí... conmigo otra vez.

Texto agregado el 12-10-2006, y leído por 134 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-03-2007 que puedo decir, como que le faltó algo al final, pues inicia de forma al menos para mi buena. arlequin45x
12-10-2006 Revisa el remate guapa, no esta claro. Maesepetrus
 
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