Una fiesta inolvidable
Elisa recogió su melena en un moño sobre la cabeza, colocándose una peluca negra de largos cabellos sedosos, ocultando así la propia, pajosa y desteñida; la afirmó con unos invisibles ante el temor que algún cabello se escapara; luego tomando una careta que había conseguido revolviendo un viejo baúl, la acomodó sobre su rostro, pasó las cintas elásticas de los costados bajo los negros cabellos atándola en forma apretada y segura. Sus amarillos ojos parpadearon asomando por los agujeros del cartón.
Parada frente al espejo, admiró el reflejo de su figura, iluminada por una lámpara ubicada estratégicamente, sonrió satisfecha.
La larga y amplia túnica negra ocultaba sus formas haciendo difícil identificar su cuerpo, estilizado por un par de sandalias con plataforma que agregaban altura a su pequeña figura.
Se sentía segura. La pálida careta de cartón con dramáticas facciones orientales era perfecta para la ocasión.
No quería pensar en nada, no quería volver a recordar los momentos previos ni las palabras de su madre intentando disuadirla, había intentado prohibir su salida de la casa, pero ella estaba dispuesta a todo, no aceptaba prohibiciones. Ante el recuerdo rabioso, estallaron las luces de la lámpara. La puerta se abrió con violencia, impulsada por un nuevo ramalazo de su alterado interior. La traspuso.
Era una fuerza que la superaba y cuyo poder le agradaba más a cada instante, produciéndole una placentera sensación de bienestar..
Se dirigió a la sala, sobre el piso, el cadáver de su madre permanecía en extraña y dislocada posición. Indiferente siguió su camino hacia lo que suponía su libertad. Por primera vez, en mucho tiempo, salió de la casa, estaba ansiosa por participar de algo que siempre le había sido prohibido, Interactuar con el mundo; por fin lo haría y no habría mejor oportunidad que esa noche.
Las calles estaban atestadas de niños y jóvenes transformados en brujas, diablos y todo tipo de extraños personajes, festejando el Hallowen, correteando entre adultos contagiados de la algarabía general. Todos se veían macabros pero felices.
Una sonrisa diabólica se perfiló bajo su careta, ella haría que fuera una fiesta inolvidable, para todos.
María Magdalena
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