! Cristóforo Colombo, pobre almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste !
Rubén Darío
Cristóbal Colón Fontanorrosa, descubrió el nuevo mundo de carambola, estaba convencido que había llegado al continente asiático, la historia no fue muy agradecida con este valiente marino, que se aventuró en el mar plagado de peligros reales y otros imaginarios, fruto de las fábulas y la imaginación desbordante de los hombres de mar y de los hombres religiosos, que imponían a sangre y fuego las creencias “científicas”, es bueno que sepamos, la concepción absurda del mundo que se tenía en el siglo XV.
Era dogma de fe- y hay del que pensará lo contrario- aceptar sin chistar que el mundo era plano o cúbico, el mar estaba poblado por monstruos y tenía peligrosos declives que se podían tragar a los barcos. El mundo tenía la ciudad del señor Jerusalén, en todo el centro.
Las ideas de este planeta azul se extraían de la Biblia o los tratados pseudo científicos, pero al lado de las verdades oficiales había navegantes portugueses, españoles y mercaderes venecianos, que a través de sus viajes iban ampliando el cerrado horizonte de las mentes de ese entonces, uno de esos navegantes que no se tragaba los cuentos chinos de la iglesia era Cristóbal Colón, tenía nociones de la redondez de la Tierra. Colón pudo confirmar esta idea en el mapa de Pablo del Pozo Toscanelli, geógrafo italiano que aseguró que se podía llegar a Asia partiendo de Portugal, yendo en línea recta a través del Atlántico. Toscanelli calculó en 3000 millas marinas la distancia entre las islas Canarias y Cipango (lo que hoy conocemos como Japón).
De ahí en adelante el sueño de Cristóbal Colón fue llegar a Asia, pero llegó a América, cuando finalmente logró convencer a los reyes católicos que lo apoyaran. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe que dieron a Cristóbal Colón el título de almirante de la expedición, virrey de las tierras que conquistara y el beneficio del 10% de las riquezas que pudiera traer a España.
Reunida una tripulación de unos 100 hombres, Colón zarpó del puerto de Palos, en la costa de Andalucía, el 3 de agosto de 1492. A este primer viaje, que fue muy exitoso, siguieron otros tres cercanos al fracaso. Después del último viaje, Colón perdió su prestigio, fue destituido por mal gobernante y le embolataron en la burocracia de las cortes toda sus ganancias y cuando murió su protectora, la reina Isabel, fue totalmente marginado por el rey Fernando.
Murió olvidado, triste y enfermo, casi paralítico agobiado por la gota en un humilde albergue en Valladolid, el 21 de mayo de 1506.
Después de su muerte la historia siempre tan injusta le dio el nombre al continente en honor a un navegante de segundo orden, que no tuvo la grandeza de Colón pero que era un buen cuentero y cautivó al público europeo con historias de las indias, ese continente que debió llamarse Colón o Colombia en honor a su descubridor, terminó llamándose América. Ni siquiera después de muerto lo han dejado en paz, sus cenizas fueron trasladadas a Santo Domingo y desde 1796 reposan en la catedral de la Habana, pero la catedral de Sevilla, también reclama el honor de poseer las cenizas del almirante. ¿A quién le creemos?
Siempre Colón será centro de controversaria, gran almirante para los españoles, para los indios mercader de esclavos.
El genio que inició la conquista para España, o el aventurero que vino a aplastar una cultura y liderar lo que sería una salvaje invasión que terminó imponiendo a sangre y fuego, la cruz y el idioma español.
De todas maneras almirante, gracias por el idioma, que bella es la lengua que nos legaron los conquistadores ávidos de oro y que se llevaban las riquezas de estas tierra teñidas de sangre para la madre patria, que de todo tuvo, menos de madre y de patria.
Quiero concluir este articulo con las palabras maravillosas del insigne poeta nicaraguense Rubén Darío ( 1867-1916), que nos presenta la semblanza, no solo de Colón sino de América de ayer, de hoy y de siempre, arrodillada a los poderosos, con gobernantes corruptos, que cambiaron los espejitos de los conquistadores por las tristes mentiras del neoliberalismo y la democracia de los ricos, contra los pobres y marginados.
A COLÓN
! Desgraciado almirante! Tú pobre América,
Tú india virgen y hermosa de sangre cálida,
La perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.
Un desastroso espíritu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se encienden entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.
Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.
Desdeñando los reyes, nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros beyes
fraternizan los Judas con los Caines.
Bebiendo la esparcida savia Francesa
con nuestra boca indígena semi española.
Día a día cantamos La Marsellesa
para acabar danzando La Carmañola.
Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
Soñadas libertades yacen deshechas.
! Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas!
Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
! Ojala hubieran sido los hombres blancos
como Los Atahualpas y Moctezumas!
Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.
! Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!
Libres como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.
Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en el fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al Zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.
La cruz que nos llevaste padece mengua:
y tras encanalladas revoluciones
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalanadas a las panteras.
Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
! Cristóforo Colombo, pobre almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste !
Rubén Darío
William h Ramírez P
2006
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