Para Claus...
“Necesitaba escapar…
Y pensar que la celda
Me daría la libertad
Que siempre soñe…”
Luis B.
Pon tus manos como cuando tomas el agua que sale del grifo del patio, completamente helada, que te daré estas letras para que las guardes siempre hasta que seamos libres, hasta que las paredes de esta celda se caigan, hasta que pueda decirte esas dos palabras que nos harán caminar juntos de la mano por aquel camino azul cristal, hasta lo eterno…
La celda.
Desperté, faltaban un par de horas para que amaneciera , puse el agua para el café y me senté en la orilla de la cama… te mire ahí, dormida en aquel catre duro y suspire y pedí por ti, solloce por que nada es para siempre y se que algún día esta dulce condena terminara, por primera vez, me daba cuenta que la ventanita que estaba al ras del techo se había hecho mas grande, se colaba el frío que seguro venia de aquellos cerros azules que un día miraste mientras te cargaba en hombros…después me los describiste con tus manos, con poesías que me escribías.
Sonreí… por que recordé todas esas tardes que pasamos juntos, nos contábamos nuestras vidas, nuestras ilusiones, algunos sueños, el deseo de la libertad…
A veces el tiempo entraba y sorprendido se retiraba sin nosotros reparar en su presencia, las nubes discretas paraban su viaje y se quedaban a escuchar nuestras conversaciones que duraban por horas, algunas a veces rompían en llanto y es que como sabes, mi vida nunca tuvo un color… nos reíamos como dos adolescentes disfrutando del enclaustro, pareciera que la celda no cumplía su cometido y mas que un castigo era un placer estar contigo entre esas cuatro viejas paredes invisibles.
En un momento amanecería, volveríamos hablar de milagros, a discutir de que color es la lluvia y si la Tierra siente nuestros pasos, así como nosotros sentimos sus deseos, que si esos enjambres de estrellas extrañarían las miradas de humanos cuando ya no hubiera ninguno… me volveré a perder en tu sonrisa de cristal, queriendo abrazarte hasta evaporarnos y gritar la fuga, y pasare de nuevo por esa osmosis que ayuda a mi alma.
La olla en el fuego se empezó a quejar y la luna que se reflejaba en el agua del café empezó también a hervir distrayéndome de mis pensamientos.
Pero como no pensar en el día que tú te vayas, la vida se convertirá en un absurdo, y yo tendré que renunciar a escuchar el viento, de nuevo a vagar por el mundo y tratar de entender por que los perros le ladran al silencio, volveré a mirar las sombras, y escribiré versos tristes que evoquen tu imagen, tu mirada cuando se perdía en el vacio de tu misterio…
No quiero pensar ahora en eso, quiero esperar a que amanezca y disfrutar esos tres soles que todas las mañanas se despiertan brillando y me dan su calor, iluminan mi vida, iluminan la celda…
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