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EL ALMACÉN MÁGICO
Aquella mañana el Director del Centro comercial llegó contento, el día anterior sus superiores le dieron el visto bueno para la donación de un gran lote de productos que se almacenaban en los sótanos del centro a una ONG. Bajó al almacén y preguntó a los operarios si ya se habían llevado los productos tal y como dejó indicado. Los operarios le confirmaron que el porte se había realizado durante la noche en varios camiones; pero cuando bajó a discutir con el encargado del almacén la nueva distribución del espacio sobrante, se quedó perplejo al ver que toda la mercancía que se suponía lejos de allí seguía en su sitio.
Llamó a su hermano, que como responsable de la ONG le confirmó la recepción de la mercancía y, que al explicarle lo sucedido le dijo, en tono jocoso, que no bromeara sobre cosas tan serias. El Director colgó y volvió a llamar para dar orden de que por la noche cargaran la mercancía y la llevaran al almacén central de la ONG, desde donde se distribuiría rápidamente a distintos países en situación extrema. ¡Ya se encargaría después de aclarar el error! Suponía que por algún motivo su hermano le estaba tomando el pelo, quizás excesivamente contento por su buena gestión para conseguir la cesión de los productos o simplemente por ganas de reírse un rato a costa de su hermano mayor.
Al día siguiente volvió a bajar al almacén y no pudo reprimir una par de improperios lanzados al aire, pero que el responsable del almacén oyó pasar muy cerca de sus oídos, casi buscándolos y que el mismo repitió al acercarse con el Director a unas estanterías que por segunda vez deberían estar vacías y continuaban repletas de género. Ya hacía horas que los pertrechos deberían estar volando hacía lugares en los que nadie se fijaría en errores en el etiquetado, pequeños golpes en algunas cajas y toda una serie de problemas administrativos y legales que impedían vender aquellos productos. El encargado, viejo logista fogueado en muchas misiones en la misma ONG que el hermano del Director, miró azorado sus notas y confirmó que él mismo había supervisado la carga y luego se alejó rascándose la cabeza y mascullando: ¡imposible!, ¡imposible!, ¡imposible!.
Luís le confirmó desde la ONG, que durante la noche varios camiones habían llegado cargados de mercancías, y que tras ser descargada ya estaba siendo distribuida tanto a los almacenes de embarque de los aeropuertos como a distintos centros de la ciudad. El Director, amigo de resolver los problemas de frente y sin atajos, decidió quedarse aquella noche a dormir en el. Supervisó como se cargaban rápidamente los camiones, como se alejaban del almacén y mientras se dirigía hacía la máquina de café acompañado por el encargado del almacén, oyeron un ruido y aunque corrieron hacia el almacén no vieron nada ni a nadie cerca de allí; únicamente se encontraron con el almacén absolutamente abarrotado otra vez.
El fenómeno se fue sucediendo noche tras noche, y superada la sorpresa inicial decidieron que nadie iba a hacer público el fenómeno. Primero porque todos tenían la secreta certeza de que de hacerlo público dejaría de producirse. Segundo porque pese a que desde el operario más joven de la plantilla, hasta el mismo Director del centro se daban cuenta de lo que estaba sucediendo todos compartían ese secreto como nunca antes habían compartido ninguno. Tercero porque se presentaba ante todos ellos una oportunidad única que, aunque no podían explicar, tenían la sensación que debían explotar como correspondía.
Desde aquel día, quizás por arte de magia, quizás por un guiño de la divinidad, o tal vez porque a través de una rendija del destino se había colado en sus vidas un extraño pero maravilloso fenómeno, de cuyo origen nunca se supo ni se iba a saber, aquel almacén inagotable repartió alimentos, productos de higiene y todas esas cosas que se pueden comprar con dinero y que permiten disfrutar a los necesitados de las cosas que no se pueden comprar con él.

Texto agregado el 10-10-2006, y leído por 143 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
18-11-2006 Genial, de veras que es un cuento màgico, què bonito sería, verdad, que ocurriera algo asì y se pudiera ayudar y ayudar sin que nunca falte nada!. doctora
10-10-2006 Un cuento en verdad magico...y si fuera cierto? sería maravilloso. mapata
 
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