A llá, en lo más alto de tu alargada cima,
L a vista y los sentidos se estremecen
C ontemplando tu cielo desde arriba,
E spíritu y el ánimo, cálmanse y crecen.
R einan sobre ti la paz y la belleza,
R odeando tu cumbre la pétrea muralla,
O jease imponente desde lejos tu grandeza
D e muy noble ciudad, donde las haya.
E n viejos tiempos que el Castillo en ti se alzaba
S in pudores, muy gallardo se exhibía
A lzándose y tornándose atalaya;
N unca antes, tan bello relucías.
C ristóbal, cual Patrón que te da nombre,
R ecorriendo va tu suelo entre la noche
I maginando bendiciones para el hombre,
S alpicándote de Historia con derroche.
T ú, que sabes del pasado tan honroso
O tros tiempos que tu gloria fuera tanta,
B endecido por lo bello; eres hermoso,
A sí quiero que te grite mi garganta:
L isonjero un ¡VIVA!, amable y amoroso.
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