Texto inanimado
Una explosión inminente duerme bajo la pereza del amanecer, momento en que caen las realidades de la vida en la mirada de los que ahora dramatizan una muerte somnolienta, fingidos acólitos del bostezo y las legañas, perdidos en la fiebre de despertares, o el retorno a la pesadilla.
Los Ángeles se afilan los dientes, pues el día del juicio llega todas las mañanas atado a las campanadas que acuchillan el aire desangrándole un nuevo episodio perdido entre magnetismos sociales y culpabilidad religiosa.
Henos aquí, a todos, a mi, a ustedes, a los que ya no y a los que pronto ya, convertidos en dioses, duros dictadores, torturadores monárquicos sentados en la esquina del vicio, viviendo en la materialización del vapor, sumidos en una perdida incapacidad de razonamiento seguro, atados a una camisa de fuerza mental, que nos mantiene sedados ante las sensaciones que yacen ansiosas en nuestro paladar.
Pobres gusanos devoradores de la herrumbre, satisfechos con las migajas de un banquete llamado vida, atrapados en una moral ficticia creada en la alquimia de la autoayuda, en el resurgimiento de la herida, una vagina anónima amando hasta los limites de la cordura, jugando homicida con las razones del ser, en su engañosa lubricidad, la del porque, la del deber y el no deber, estirando las líneas hasta la rotura y presentando su mascara de porcelana como sonrisa eterna, heladas caricias en este rostro plástico, carne sintética y dorados artificiales, sonrisas que matan, o el suicidio automático en una dentadura del edén.
Que estallen las bombas dormidas bajo la corteza, que el óvulo permita la fecundación de una idea y que ésta deje caer como racimos miles mas.
El caos nacerá de los árboles con su velocidad vegetal, su pulso de savia fresca y constante, robando la sangre de los músculos y obsequiando consistencia a la hoguera en el momento de las pasiones, fecundación, cascaron, duras mentiras y nacimiento, explosiones, extermino, extinción, un regalo del cielo y las carcajadas dentadas de los Ángeles acompañando el pulso en las yugulares, alimentándose, divirtiéndose, saciando sus vicios, reflejando la estupidez humana, burlándose de ella.
Ángeles lobos, lobos humanos, humanos caníbales, tendones para la cena y demencia de postre, ¿es que no saboreamos la cordura mientras se enfría en la mesa?, culinario absceso destruyendo los ¿Porqués?, los ¿Dónde?, los ¿Cuándo? y los ¿Cómo?, dejando al descubierto las respuestas ocultas en el rincón del miedo, y como ritmo de fondo el llanto de las estrellas purificando el aire con su lluvia de azufre, su sabor de calidoscopio, el relieve de la cacofonía, los hermosos sones ocultos tras los fonemas de la destrucción.
La purificación del purgatorio en la tierra, los violadores convertidos en dioses, incompletos dioses descascarando su rostro, con la piel de las ovejas aun sangrando bajo las uñas, vorágine de destrucción, Apocalipsis personal y masivo.
Hemos encontrado un único escape en la prohibición de la naturaleza humana, nos escondemos en la ilegalidad de nuestra animalidad, en la naturaleza de nuestra existencia, en la auto negación del instinto. Vicio genético, rostros de miradas ciegas, manos apagadas de caricias, besos fríos en noches calientes, sabor a sexo alquilado, escapando al fantasma del amor, que humedece nuestras nucas con el afilado roce de la soledad y el miedo.
Apocalipsis personal; homicidio, justicia, traición, desespero, locura, cordura, miedo, extinción, evolución, aceptación, abandono de la crisálida, devolvamos el aire a la inteligencia del estupido para que respire, para que evolucione, pues sólo la estupidez nos queda como madera en medio del naufragio, la muerte del ego, calamidad, alas de mariposa imaginaria, el último vuelo y la extinción de la llama.
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