Capítulo 10
El Árbol de las Palabras
El salto por aquel abismo pareció eterno, los niños no quisieron mirar hacia abajo; al llegar al otro lado, muy cercano a la puerta avistaron un gran árbol, que emitía palabras en muchísimos idiomas, algunos incomprensibles y otros idiomas que les eran conocidos. Los niños corrieron hacia el árbol pensando que se trataba del árbol de los sueños, pero aquel árbol era distinto. Su gran tronco lo formaban cinco troncos más pequeños entrelazados, su follaje eran hojas de todas sus formas y colores. Los niños le gritaron – ¡hola! - y el árbol respondió como un eco: -hola - en casi 7.000 idiomas, mientras observaban como nacían nuevas hojas y otras caían suavemente sobre el suelo. Un segundo de silencio irrumpió de pronto mientras una voz con un agudo eco les dijo: -Gabriel, Maglio, Quino, niños, veo que han encontrado la llave correcta para alcanzar la puerta.
-Hemos llegado al otro extremo, pero debemos abrir la puerta y continuar nuestra búsqueda-
-Vuestra búsqueda es riesgosa, están en la tierra de lo oculto, donde nada crece perfecto, en esta tierra la fantasía sólo existe para ocultar la realidad, nada es mágico, todo lo construye el gitano del norte, se darán cuenta porque nada es perfecto, quizás porque le falta una sonrisa, la sonrisa tuya Gabriel, que es mágica y verdadera.
- Entonces, ¿Eso quiere decir, que tú no eres real?-, expresó con agudeza Gabriel.
- Por cierto soy real, soy el árbol de las palabras, cada una de mis palabras se construye de un pensamiento que alguien cuando lo siente lanza a los vientos en algún rincón del universo y cuyo propósito es crear sentimientos nuevos en la rueda del tiempo, que creen nuevas emociones en idiomas distintos a los convencionales: en el idioma de la expresión y de los sentidos...
Cada una de mis hojas es esculpida en esa trayectoria, donde diversos tamaños y colores emergen y se mezclan, fluyen y danzan en su plenitud al ritmo de cada estación. Algunas son hermosas, en sus formas y en sus coloridos, aunque existen otras que no necesariamente parecieran ser hermosas, pero a veces son necesarias, quizás porque también soy imperfecto... Esas palabras, al igual que mis hojas cuando en algún momento se desprenden, dan vida a nuevos sentimientos; ya sea más tarde o más temprano, se transforman en acciones, que constituyen hechos y que luego envejecen en aquellos tic-tac; los necesarios para transformarse en recuerdos, que crean nuevas emociones.
Las emociones del alma y del espíritu traspasan fronteras… no existen límites, es como la primavera que todo lo crea; un primer beso, la esperanza de un sueño, el camino correcto, el primer aliento; alma, cielo y tierra… la creación... el inicio.
Luego llega un verano… palabras enérgicas; la rebelde juventud, la cárcel, el cuerpo y el alma… un mismo juez en la búsqueda de un oasis que desafíe a las respuestas…
El otoño, entre andar y andar hojas sagradas cayeron... los sueños fueron tejiendo olvido, una mañana la oscuridad las despidió con un beso, se escurrieron de mis ramas las semillas de una primavera... los retoños se desprenden y vuelan… Ya no me miran, ya no me hablan, como unos extraños descansan y las siento lejos… Las emociones emergen, los pensamientos vuelan nuevamente.
Hojas mal amadas, hijas huérfanas de un otoño. El Invierno, la lluvia emerge hace frío, el hambre me abraza, me siento desnudo, siento hambre de mi alma... Los recuerdos emergen y entonces... una primavera, un verano, un otoño caminan como fantasmas, cuando un nuevo ciclo comienza… el final de un inicio: la aventura…
La tierra que ustedes ahora pisan; son recuerdos que fueron palabras, palabras que en un amanecer alguien construyó, como un fruto dio vida a un lenguaje, que voló sobre los campos, los bosques, los desiertos y las praderas, en cada paisaje infinito de cada ser en su propio universo y que seguirá volando mientras existan pensamientos. Cada palabra es mágica y es única en cada instante, dependiendo el orden se adecua a una cultura, que la adopta… Y así seguirá siendo siempre, aunque algunas serán olvidadas, siempre emergerán nuevas palabras, que construirán la historia… la historia de las acciones sustentada en sentimientos, creencias y valores…
-Eso quiere decir: ¿Qué si yo siento, está en mi naturaleza poder aprender a leer y a escribir?- dijo brevemente Gabriel.
El árbol le contestó al niño: -No debes temerle a tu naturaleza ni a las palabras, el lenguaje es algo más que aprender a leer y a escribir, lo importante es que construyas tus recuerdos en base a tus emociones, sin odios ni rencores.
-Marchen pronto - expresó el árbol-, vuestra pequeña amiga les está esperando, tengan cuidado en vuestro viaje…
Los niños regresaron a la puerta, pero Gabriel notó que Luzvelia estaba triste y le preguntó si pasaba algo fuera de lo común, el Hada le contestó que no, con una leve sonrisa nerviosa, mientras encogía sus alas e insistía diciendo que sólo era un suspiro de nostalgia a lo nuevo…
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