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Inicio / Cuenteros Locales / escritor_de_memorias / EL AMO DE LAS ESPADAS (capitulo 3)

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Capitulo 3 El rey de los ladrones

Después de tres días de viaje la joven pareja llegó a lirihkó, la ciudad más grande de la frontera sur. Para Milhtred esta ciudad no resultaba desconocida, ya que en varias ocasiones había acompañado a Bardos en sus viajes de comercio y lirihkó era la más frecuentada por los viajeros debido a que está situada en los límites del reino Pardhua, por lo tanto, había muchas personas conocidas por Milhtred incluyendo al posadero Tobos, y fue justamente a la posada del trébol a donde los jóvenes llegaron para descansar. El viejo Tobos, gran amigo de Bardos, no dudó en darles hospedaje gratis pero Milhtred no aceptó pues no quería abusar de la amistad aunque tampoco tenía mucho dinero así que le entregó al posadero una botella de vino preparado por Miriam, Tobos se mostró muy agradecido por que ese vino era sin duda su favorito y no solo les ofreció hospedaje también les garantizó víveres para que continuaran su viaje. Sara y Milhtred agradecieron al viejo posadero y se retiraron a sus habitaciones donde durmieron cómodamente y descansaron después de los duros días de viaje. Aprovecharon para bañarse con agua caliente y comieron los deliciosos manjares preparados por Laisa la hija de Tobos. Mientras comían Sara notó que la hija del posadero estaba triste, así que indago la razón y aunque Laisa dudó en mostrar sus sentimientos finalmente accedió y le dijo a Sara el motivo de su preocupación.

Lo que pasa es que mi novio Kadsuki fue hecho prisionero –sollozó Laisa –y hoy al medio día lo van a ejecutar en la plaza de la ciudad.

Ante esta revelación Sara se mostró afligida e intento consolar a su nueva amiga pero la chica estaba demasiado triste. Sara le preguntó el motivo por el cual Kadsuki fue apresado y Laisa le respondió que la familia de su novio fue despojada de sus posesiones cuando el nuevo Rey tomó el poder y por lo tanto, cayeron en la miseria, así que por un tiempo a Kadsuki no le quedó más remedio que robar pero solo le robaba a los partidarios del nuevo Rey, que no eran más que ambiciosos y traicioneros que explotaban a los más débiles. Para Sara esta historia le pareció muy impactante y pensó que era injusto que mataran a un hombre que aunque cometió errores tenia derecho a enmendarlos y a cambiar su forma de vida así que le pidió a Laisa que dejara de preocuparse, por que ella y Milhtred salvarían a Kadsuki. Para la hija del posadero estas palabras le devolvieron la esperanza aunque dudaba que pudieran lograr esa hazaña.

Sara habló con su hermano y aunque Milhtred no quería meterse en problemas no le quedó más remedio que ayudarla a cumplir su promesa, así que se dirigieron a la plaza de la ciudad. Cuando llegaron observaron que había gran confusión entre la multitud reunida y los guardias de la ciudad se movían de un lugar a otro. Uno de los guardias chocó con los muchachos y los detuvo, les dijo que un prisionero había escapado y que lo estaban buscando, cuando Sara pregunto el nombre del prisionero, el guardia les respondió que se trataba de Kadsuki: el rey de los ladrones. Al escuchar eso, los jóvenes se miraron uno al otro confundidos y preguntaron por que lo llamaban el rey de los ladrones. Al escuchar esa pregunta el guardia comenzó a reír y les respondió que Kadsuki era buscado en 10 ciudades por robar objetos muy valiosos y por saquear un gran número de casas. Sara no podía creer lo que acababa de escuchar y se enojó mucho por que ella realmente pensaba que Kadsuki era una buena persona. Milhtred reprochó la actitud de Sara puesto que se había dejado llevar por las palabras de Laisa y lo más probable es que la hija de Tobos también se había dejado engañar fácilmente por ese ladrón.

Para olvidar lo sucedido Milhtred llevó a Sara a pasear por la ciudad y después de unas horas estaban listos para regresar a la posada del trébol, pero en el camino Sara observó una panadería y le pidió a su hermano que comprara una hogaza para el viaje, Milhtred accedió y entraron al establecimiento y se la pidieron al panadero. El valor del pan era de una pieza de bronce, así que el muchacho buscó su aljaba pero no logró encontrarla, registró su jubón desesperado sin lograr nada. Sara preguntó a su hermano que pasaba, pero Milhtred no respondió entonces su rostro se puso colorado, pidió disculpas al panadero y salio del lugar con Sara, quien no entendía lo que pasaba pero ante el rostro de enfado que tenia su hermano prefirió guardar silencio. Tras unos minutos llegaron a la posada y se dirigieron al comedor y ahí vieron al mismo guardia con el que se habían encontrado en la plaza.

Así que eres tú –exclamó furioso Milhtred –Kadsuki: el rey de los ladrones.

La risa de Kadsuki no se hizo esperar, pero siguió comiendo como si estuviera solo.

No me importa quien eres –dijo Milhtred –pero quiero que me devuelvas mi dinero ahora mismo, de lo contrario te llevaré arrastrando hasta los pies del procurador de la ciudad.

Al escuchar eso Laisa interrogó a Kadsuki, quien aceptó todo sin la menor vergüenza, por el contrario, el estaba muy orgulloso de ser el rey de los ladrones. Ante esta situación la pobre Laisa comenzó a llorar debido al engaño del que había sido victima y se retiró del lugar.

Sara no podía creer que Kadsuki fuera tan vil, y lo peor es que no lo parecía, ya que era un hombre joven y vestido de uniforme se veía como un honorable soldado, pero después de todo las apariencias son engañosas y tras reflexionarlo Sara decidió no ser tan inocente ya que podía meter en serios problemas a su hermano.

Milhtred se acercó a Kadsuki y por segunda vez exigió que le devolviera su dinero, pero el rey de los ladrones sonrió y le respondió que ese era el menor de sus problemas.

¿Ahora de que estas hablando? –Preguntó Milhtred –será mejor que no intentes engañarnos por que no sabes de lo que soy capaz.

Tranquilo amigo –respondió Kadsuki –no quiero engañarte, al contrario quiero prevenirte, en cualquier momento llegarán los guardias de la ciudad para apresarme a mí y a mis dos cómplices.

Milhtred entendió la situación. El mismo Kadsuki había hecho saber a los guardias que estaría en la posada del trébol y que tenía dos secuaces, de esta forma buscarían a tres personas, por lo que sería más fácil para el rey de los ladrones escapar solo.

Sin perder tiempo Milhtred y Sara subieron a sus habitaciones, recogieron sus cosas y agradecieron a Tobos por sus atenciones, para el posadero fue muy extraño que los muchachos se fueran de forma precipitada pero les deseo suerte en su viaje. Cuando entraron al comedor Kadsuki ya había desaparecido y escucharon fuera de la posada el sonido de los guardias y sus caballos por lo que se apresuraron a salir por la parte trasera de la cocina. Ahí se encontraba Laisa quien se disculpó con Sara por haber sido tan tonta. Sara solo le sonrió y se fue con su hermano.

Los muchachos se alejaron por los callejones hasta salir de la ciudad y se internaron en el bosque. Comenzaba a anochecer por lo que buscaron un sitio donde poder acampar, sin embargo, Milhtred sentía cierta desconfianza como si alguien los estuviera siguiendo. Sara se mantenía cerca de su hermano y estaba a la expectativa, entonces una figura surgió de las sombras, se trataba de un hombre con ropaje muy similar a la de Karlo y Caladar, por lo que el muchacho dedujo que era otro de los guerreros del Rey.

Mi nombre es Darglkan –dijo el extraño –y soy miembro de la guardia del Señor oscuro.

Al escuchar eso Milhtred buscó a Forthia entre su equipaje pero para su sorpresa solo encontró una espada común y corriente. Entonces maldijo el nombre de Kadsuki por que estaba seguro de que ese ladrón se había robado su espada. Así que no tuvo más remedio que desenfundar la única espada con la que contaba.

Sara observó esa espada y comprendió la situación por lo que se preocupó ya que temía que Darglkan tuviera la misma capacidad de Karlo para convertirse en una bestia lo cual sería fatal para ella y su hermano.

En medio de las cavilaciones de los dos jóvenes se escuchó una voz proveniente del bosque, y sorpresivamente hizo su aparición el rey de los ladrones cargando en el cinturón dos espadas, una de ellas era la espada ventisca.

La situación era extraña y crítica. Milhtred nunca imaginó verse en medio de Darglkan y Kadsuki, y menos sin tener en sus manos a Forthia, ahora tendría que luchar y demostrar su valor para alcanzar su destino.

Texto agregado el 10-10-2006, y leído por 138 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-02-2007 Peligro tras peligro. Tu historia se pone cada vez mejor. kone
20-10-2006 Uf! Esto se ha complicado demasiado. Espero que las cosas salgan bien a la joven pareja. Espero el próximo capítulo corroída por la intriga. Ikalinen
 
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