De nuestra madre, la última voluntad fue que Sofía, su hermana se casará con mi padre. Sofía era la hermana de nuestra madre, fue ella quien me regaló mis primeros tacones, la cómplice de mis amores, la que estuvo con mi padre el día en que perdió el trabajo y desde luego la mujer con la que mi hermano tuvo su primera experiencia sexual. Sofía tenía la capacidad de enamorar a la gente por eso nadie derramó una lágrima el día que mi madre murió. Todo fue solemne el día del entierro, con ropas negras y rostros conformes solo nosotros asistimos como estaba previsto.

A Sofía se le humedecieron los ojos, los demás nos volteamos a ver y en un gesto más de solidaridad con la tía, que por dolor, comenzamos a llorar..., Entonces dijo que debió haber sido ella y no su hermana la que debió morir en lo que informe policial llamo un accidente. Otra vez, ese amor a Sofía nos impidió contradecirla. Así que papá la culpo del accidente, mi hermano la culpo y yo la culpe solo cumplir su voluntad, la de Sofía. La de nuestra madre, también sería cumplida pero no por que fuera última voluntad sino por que era nuestra voluntad con Sofía.

Al medio día abandonamos el cementerio y los restos de mi madre.

Haciendo sentir más culpable a nuestra querida Sofía mi padre la llevó para alumbrar las noches en su cama. Mi hermano esperó unos cuantos años a que mi padre también muriera pero se murió esperando, sin saber que solo habría tenido espera una semana más.

Yo, ya no preciso cómplices para estar con mi amada Sofía.