Como escrito en el inmenso libro del destino,
Cuando las penas asechan, aquel vaso vacío,
Porque de la botella es de dónde directamente
Caen las gotas del dulce elíxir del olvido.

Sonidos de pesados decibeles invaden los oídos,
Todo alrededor se mueve e inútiles son los sentidos.
De pronto y sin aviso la boca se llena de saliva
Anunciando que los ecos del estómago van de salida.

Más tarde uno llega a su casa y derecho a la cama,
Sus sábanas son como sedantes dándole a uno la calma
Luego el sueño...

La mañana representa el fin de una odisea
Y el principio de otra, la despreciable resaca.
De un rojo fulgor se tiñen los ojos más no de furia intensa

El cerebro se hace acreedor de una orquesta interna,
Dueño éste también de los recuerdos que la noche anterior relegó
y de valiosas horas perdidas en un profundo sueño.

El día después el mundo sigue pero nada quita esa tregua
Seis horas de olvido... ¿Vale la pena el mareo?